¿Sabes de qué se trata la ley del esfuerzo inverso?

A veces, fluir con la vida resulta ser la mejor opción.

Erika Patricia Otero

Cuántas veces hemos escuchado decir a nuestros familiares: “¡Esfuérzate!, no has hecho lo suficiente. No te rindas, un poco más y lo conseguirás”. Y lo hacemos, damos nuestro 100% y aún así no logramos lo que deseamos, y las cosas no salen como queremos.

Es como si una fuerza invisible que nos llevara de acá para allá a su voluntad. Como si lo que tú decidieras y quisieras para tu vida, no significara nada.

Así es, muchas veces, buscamos algo con esmero. Ponemos mucho esfuerzo para lograrlo; sin embargo, parece que no importa cuánto hayas sacrificado, nada sale bien.

La mayoría de personas suele pensar que entre más se entregue a un propósito, más rápido lo logrará. Sí, en efecto hay objetivos que se logran arriesgándose, compitiendo contra otros y siendo disciplinado. Pese a eso, también metas que entre más se persigan, parece que más se alejan.

Muchas veces, lo único que queda es invertir recursos; es decir, dejar de esforzarte por un tiempo y permitir que todo fluya. Ten en cuenta algo, no es igual a darte por vencido; es dejar que todo se ponga en orden y que las cosas salgan como tengan que salir sin sacrificarte al punto de la muerte. Es aplicar la ley del esfuerzo inverso.

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En qué consiste la ley del esfuerzo inverso

Los seres humanos vivimos en una sociedad competitiva que a diario nos dicta reglas de acción. Estas reglas de acción a diario ejercen una presión gigantesca en nosotros que nos compele a dar el 1000% para lograr un propósito.

El asunto es que muchísimas veces no sirve ser competitivo, disciplinado y obsesionarnos con algo. Es más, lo que ocurre es que entre más nos obsesionamos con lograr algo, más lo alejamos.

Puede parecer irónico que después de tanto que nos inculcaron que el esfuerzo es el único camino al éxito, alguien te diga que bajes la velocidad.

Mi madre suele usar una frase a la que yo le hallo mucho sentido en estos momentos: “No por mucho madrugar, amanece más temprano”. Es cierto, no importa cuánto des de ti para alcanzar algo; a veces, simplemente no lo logras y tienes que parar para ver las cosas con calma.

La paciencia es una virtud y como tal, debes aprender a desacelerar para que disfrutes el camino y aprendas las lecciones que la vida te ponga. No todo es tener ojos de águila y tener en la mira el objetivo. A veces es aprender y disfrutar mientras se trabaja en el propósito.

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Piensa un poco en esto: ¿Cuánta salud te ha costado eso que anhelas?, ¿Cuántos amigos y familiares has dejado de ver mientras persigues tu meta? Quizás lo que se requiere de ti es que te tomes la situación con paciencia. En ocasiones lo que la vida parece querer decirnos es que no descuidemos lo perecedero.

Bajar el ritmo de la vida es lo que a veces necesitamos para que las cosas se organicen. Pero quizas algo más importante que eso, es que en muchas ocasiones, eso que tanto perseguimos no es lo que necesitamos para nuestro progreso personal.

Cuando no te mueves, es cuando la mariposa se acerca a ti

Viktor Frankl afirma que la felicidad es como una mariposa. Cuanto más persigues uno de estos bellos insectos, más huye de ti. En cambio, cuando te distraes en otras cosas, ella se acerca e incluso puede llegar a posarse sobre ti.

Según Frankl, que fue un reputado neurólogo austríaco, la felicidad sigue este mismo principio. La ley del esfuerzo inverso proviene de esta inspiradora forma de entender la vida.

Es casi lo mismo que plantea la mentalidad wu wei que aparece en el Tao Te Ching de Lao Tse. Según esta filosofía, es deber tener en cuenta que la fuerza no siempre nos trae los resultados esperados. Es más, advierte que la no acción o, más aún, responder sin esfuerzo a los eventos de la vida puede traer buenos resultados.

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¿Cuándo deberíamos aplicar este enfoque?

Ten en cuenta algo: sobreexigirse para lograr una meta es tan malo como no actuar. Todo debe ser equilibrado.

La ley del enfoque inverso no es un recurso apto para toda circunstancia. Lo ideal es que seamos capaces de saber cuándo es necesario parar y descansar y cuándo ponerse en acción.

Parar un momento para revisar lo que se está haciendo, para tomar un descanso, no es igual a darse por vencido. Digamos que es un respiro para retomar fuerzas y replantear el plan de acción.

Como todo en la vida, debemos desarrollar tal capacidad de percepción e intuición para saber cuándo podemos seguir adelante, cuándo cambiar el camino y cuándo parar.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.