Sana y mejora tus relaciones familiares con estas 4 sencillas acciones
Si realmente queremos conservar el cariño de quienes amamos, hay ciertos hábitos que debemos practicar a menudo.
Emma E. Sánchez
Muchas relaciones comenzaron bien y comienzan a prosperar, pero de repente se estancan o inclusive comienzan a deteriorarse y terminar en divorcio y separaciones dolorosas. ¿Qué pasó?, ¿qué ocurrió con esa bonita y sana relación?
Te sorprendería saber que muchas buenas cosas, e inclusive magníficas relaciones, se perdieron por causa de malos hábitos y por descuido de los buenos. ¡En serio!
Un mal hábito, una mala costumbre puede, con el tiempo, fracturar el amor más fuerte y desanimar al más enamorado. Lo peor del caso es que, ya estando casados, por muchas razones la pareja no se separa pero cae en un espiral de deterioro y hartazgo, se dañan mutuamente y se soporta la vida en pareja cuando podría ser posible disfrutar simplemente.
Relaciones tóxicas
Cuando se llegan a esos niveles de insatisfacción y daño, podemos hablar ya de una relación tóxica que daña a todo el que esté cerca.
Ya sea por evitar llegar a esos niveles o salir de una relación que se está volviendo tóxica, te invito a que revises estas sencillas recomendaciones que te invitan a modificar pequeños hábitos que transformarán conductas serias en positivas y te permitirán simplemente, vivir mejor a ti y a los que conviven contigo ¿Te animas?
4 sencillas acciones
Básicamente, un hábito es una costumbre que repetimos una y otra vez, que requiere el mínimo esfuerzo de pensamiento, lo aprendemos y lo realizamos tantas veces que llegamos a perder la conciencia de lo que estamos haciendo.
Los buenos hábitos son formidables, pero los malos son tan sutiles que, sin darnos cuenta, pueden llegar a costarnos lo que más amamos, ya sean nuestros amigos, hijos y hasta pareja.
Si personas en solitario desarrollamos malos hábitos, es muy lógico pensar que cuando vivimos en pareja también lleguemos a desarrollar en conjunto malos hábitos. Detectarlos y reconocerlos a tiempo puede ser la diferencia entre conservar una relación o perderlo todo.
Te comparto cuatro de los más comunes y destructivos de las relaciones actuales:
Dejar de conversar
Durante el noviazgo, o en los primeros años de matrimonio, la pareja platica durante largo tiempo y hablan de todo, se sienten bien juntos y se reconfortan mutuamente.
Pero el tiempo y el descuido comienzan a formar malos hábitos, dejan de hablar de sus sentimientos, cada uno hace sus cosas, cada uno tiene y sale con sus propios amigos y poco a poco se van distanciando, y cuando se dan cuenta, son un par de desconocidos que comparten habitación pero que ya no se conocen porque hace mucho tiempo dejaron de hablar.
Anteponer otros a la relación de pareja
Por ejemplo los padres, hijos, amigos, mascotas e inclusive pasatiempos, internet y cualquier otra cosa que les robe el tiempo y la atención que podrían obsequiarle a la pareja.
Hace unas generaciones, la pareja se iba a la cama y compartían tiempo juntos; luego, cuando la televisión ingresó al dormitorio, se dijo que ese “intruso” afectaba la relación y se recomendaba que la apagaran para solucionar el asunto, y hoy el internet, junto con los dispositivos móviles, han simplemente separado a la pareja en todo sentido.
Evita que el mal hábito de quedarse jugando en línea o revisando las redes tenga prioridad sobre tu pareja. Desarrollen el buen hábito de quedarse un momento solos, tranquilos y darse las buenas noches así como los buenos días.
Dejar de hacer cosas juntos
El hábito de tener algún proyecto en común es muy bueno y necesario como una razón más que mantiene a la pareja unidad pero a veces se va descuidando, primero por una necesidad y luego por practicidad, hasta terminar en que cada uno tiene sus propios proyectos personales, inclusive de vida, y todo se acabó, hasta la relación conyugal.
Nunca te permitas desarrollar un mal hábito donde puedes ser muy feliz con un poco de esfuerzo.
Olvidar las demostraciones de afecto
Darse los buenos días, besarse o darse un abrazo al salir de casa y regresar a ella se pierden muy fácilmente si no estamos atentos. Los hijos deben ver a sus padres demostrarse afecto, ser ambles y atentos entre ellos y hacia ellos como hijos. Debemos esforzarnos por reforzar y cultivar hábitos sanos.
Una buena relación a futuro con tus hijos dependerá en gran medida de los hábitos que hoy generes con ellos, pues dentro de algunos años llegarán a ser bellas tradiciones familiares.
Leer un cuento antes de dormir, platicar en la sobremesa, darse un beso o un abrazo antes de ir a dormir, al despertar, sentarse juntos en la iglesia, llamarse por teléfono cada día, comer los domingos o en cumpleaños, salir solos los padres los viernes y mil cosas de este tipo fortalecen las relaciones intrapersonales y serán razones para vencer los desafíos que la vida les presente.
Un hábito se desarrolla y se consolida si lo haces diariamente por lo menos durante un mes
¿Cuál hábito te gustaría dejar? ¿Cuál te gustaría desarrollar con tu pareja?
Piensa en uno o dos solamente y entonces trabaja en ellos, esfuérzate un poco y no te desanimes si fallas, si alguien se ríe o se burla de tus intentos, es que está funcionando, está moviendo la conciencia del otro. Por eso de momento puede serle molesto pero no bajes el ánimo y persevera, pronto la otra persona comenzará a ver que estás mejorando, cambiando y que ya no eres pieza ni pretexto para pelear o seguir igual que antes, entonces la otra persona deberá tomar una decisión: cambiar para mejorar o quedarse atrás solo.
¿Tú qué escogerías?
Sé paciente contigo y los otros, ningún cambio es fácil y para algunos, nuestros flaquezas son los pretextos que requieren para justificar las suyas, si tú cambias y te fortaleces, el otro se queda sin excusas para seguir siendo igual, ese momento es complejo y duro, pero pasa y ¿sabes?, es el inicio de una vida mejor para todos.
Platiquen, retomen las cosas buenas que les hicieron amarse y desarrollar los buenos hábitos, y esta vez ¡jamás los pierdan!