“Separados”, no es “Divorciados”. Siempre es posible recuperar el amor
Cada historia de vida es distinta, cada persona necesita un plan de trabajo individual para sanar el dolor. No tires la toalla: luego de una separación es posible recuperar el amor.
Marta Martínez Aguirre
Conrado cerró la puerta y atrás quedó su sillón a cuadros, algunos libros en el estante que prefirió dejarlos para sus hijos y una historia que no pudo ser de once años de dolorosa duración. La separación esta vez era la mejor opción, antes de terminar suicidándose por dentro. Más tarde, al llegar a su nuevo departamento, él se desplomó sobre la cama y se puso a llorar. Ahora podía darse cuenta de que sería una visita hasta la puerta de su ex hogar, levantaría a los niños y retornaría a su cama cada noche del resto de su vida, solo.
Ambos eran desdichados: infidelidades mutuas, amarguras congeladas en el refrigerador y un altillo lleno de reproches y maltratos mutuos formaban parte del mobiliario. Ninguno supo darse cuenta de que el matrimonio no era un espacio para luchas personales.
Cada historia de vida es distinta, y cada persona necesita un plan de trabajo individual para sanar el dolor. Sin embargo, quizás te sirva el plan de trabajo que diseñamos Conrado y yo para que pudiera ponerse en pie y seguir adelante, luego de esta fractura del amor. En primer lugar, deja que el vídeo que está arriba te haga pensar y luego quizás te sirvan estos consejos:
Cada quien lo suyo
Hacerse responsable es un paso esencial que incluye asumir tus equivocaciones, hacerte cargo de lo que no pudiste dar o no quisiste. Al hacerte cargo serás sincero contigo mismo y evitarás tirar la culpa para otro lado. Protagonizar el rol de víctima es tentador, pero va a alejarte de los niños que tarde o temprano crecerán y podrán ir reconstruyendo lo sucedido. Recuerda que ellos estuvieron allí y fueron testigos de tus enojos, de tus ausencias, de tus constantes indiferencias. A los cinco meses de terapia Conrado se armó de valor, se sentó a dialogar con sus hijos y les confesó las cosas horribles que hacía. El mayor de sus hijos adolescentes le dijo: “Mamá se va a sentir feliz de saber que asumes tu parte”. A la semana ellos le dijeron: “Mamá te manda esta lista de sus errores”. El lunes siguiente, al devolver a los niños al hogar, Conrado y su esposa se reunieron en una confitería y lograron pedirse perdón mutuamente.
Escucha tus emociones y ten en cuenta tus necesidades…
…Pero no te olvides de que tu esposa también tiene las suyas. Ambos pasarán por momentos de llanto, ira, desconsuelo y tristeza. Lo mejor es estar atentos y no tomarse las cosas como una extensión de la convivencia malsana de los viejos tiempos. Si al ir a buscar a los niños los encuentras desprolijos (desaseados), no optes por pensar otra vez: “Es una mala madre”; piensa, por el contrario, que quizás la angustia la ha dejado inoperante ese día.
Si ves que estás de mal humor o la tristeza gana a la dicha, verbaliza eso a los niños y no dejes que interpreten que estás, como de costumbre, de mala cara. Demuestra y demuéstrate como un ser que siente y tiene necesidades.
Aférrate a la calma
No dejes que la impulsividad entre en escena. Si observas que las cosas siguen sucediendo de igual modo, organiza un plan y actúa. Conrado empezó a notar que sus niños seguían desprolijos al ir a buscarlos, en otro tiempo eso hubiera estallado en discusiones. A través de la terapia pudo abrir los ojos a nuevas posibilidades, ¿y era cierto que su esposa estaba pasando por una depresión de larga duración? Entonces la llamó aparte y le dijo con ternura (cosa que ella ya no recordaba): “¿Quieres que visitemos juntos al médico?”. En menos de un mes ella tenía un tratamiento por fibromialgia en camino y él se comprometía a ayudarla con los gastos de una persona que la auxiliara en las tareas del hogar. Una noche ella lo llamó para agradecerle por su apoyo y lo invitó a cenar.
Déjame contarte que luego de un año y medio de terapia cada uno por su lado y mucho trabajo interno lograron recuperar el amor. Hoy sobre el escritorio tengo una invitación para la renovación de sus votos matrimoniales.