Ser soltero en un mundo de romance, ¿mejor o peor?
Cada vez es más difícil creer que nuestra alma gemela está del otro lado del listón rojo del destino...
Arturo Leonardo
Después del millón de comedias románticas, las mil y un representaciones literarias acerca del significado del amor, ahora también nos bombardean por las redes sociales sobre lo que supone una vida amorosa ‘ideal’. Por si no fuera suficiente la presión social, incluso familiar con preguntas como: ¿para cuándo te nos casas? ¿Y el/la novio(a)? ¿Apúrate mijito(a) o te nos vas aquedar a vestir santos?
¿Vestir santos? ¿Quién viste santos hoy en día? El problema no es chutarse las anécdotas, videos, álbumes de fotos; sino, que al no tener con quien comprobar todas estas teorías, cada vez es más difícil creer que nuestra alma gemela está del otro lado del listón rojo del destino, que en algún momento nos guiará hasta ese divino ser, con quien compartiremos una serie de experiencias sin igual. Pero, ¿será esto cierto? ¿O simplemente todo este alboroto nos genera irreales expectativas y terribles decepciones? ¿Somos nosotros los culpables de no poder establecer relaciones largas? ¿Es por eso que algunos más no podemos vivir sin tener una relación?
Sin duda, no es fácil resolver tantas preguntas que se generan en este eterno discurso. Lo que podemos hacer es comenzar a ver la vida desde una perspectiva personal; sí rescatar lo que nos parezca más sorprendente de las relaciones que consideramos exitosas, pero también comenzar a formar nuestro propio juicio sobre lo que nuestra media naranja debe cumplir.
Aunque, lo más importante de todo esto, será el amor propio. Suene a clichéo no, es real; amarse a sí mismo es lo que debería ocupar nuestro tiempo. Ésta es la verdadera complejidad, porque una vez que comienzas a valorarte, a crecer, a amarte, la misma vida te dirá que es hora de emprender una nueva historia. Para que todo ese amor propio, lo traslades a otra persona, que al igual que tú, se concibe como lo más importante en su vida.
Imaginen ese ideal. Donde no importa si te presentan a un príncipe azul o a una reina roja, sabrás que será la persona ideal, pero no la correcta para ti. Pero cuando te presenten al lobo feroz o a la bruja, podrás ver más allá de el mero nombre, más allá de un prejuicio o un mero estatus social. Porque serás tú el que mande en tus decisiones, serás el dueño y señor de tu corazón; para entonces sí, poder compartir un felices por siempre o el tiempo que dure.
Que esto nos lleve entonces a vivir sin miedo a la soledad, sin estrés por encontrar al mejor postor, sin voltear a ver al otro con envidia. Primero volteemos hacia adentro, celebremos lo bueno y corrijamos lo necesario; después, simplemente llegará, simplemente sabremos si estamos listos y queremos seguir disfrutando del maravilloso tiempo a solas.
No forcemos las cosas, ni con nosotros mismos, ni mucho menos con alguien más. No tomemos literal todo lo que vemos, escuchamos y leemos; aprendamos a comprender y dar una interpretación propia de la inmensa cantidad de información que día a día recibimos. Disfrutemos del regalo más grande: la vida. Solos o acompañados; porque eso sí, no hay como ser un soltero libre y feliz.