Si te desespera la torpeza de tu hijo, ten cuidado. Puede tratarse de dispraxia
Si observas que tu niño presenta alguna una de estas dificultades, puede tener una dispraxia.
Marta Martínez Aguirre
Taciano lleva rato intentando atarse los cordones de los zapatos. Adela, su madre, está preocupada porque lo ve cada día más torpe: Taciano camina una cuadra y se tropieza tres o cuatro veces; su letra está cada vez peor y siempre se olvida llevar un número en las sumas. Cuando hablé con sus padres recordaron que nunca pudo aprender a andar en bicicleta, que subir una escalera era una pesadilla y que siempre se resistió a hacer deportes. Apenas comienzo a trabajar con Taciano, una sola palabra viene a mi mente: dispraxia.
¿Qué es la dispraxia?
Ésta se define como un retardo en la adquisición de las praxias, las cuales son acciones que tienen un fin, son planificadas, aprendidas conscientemente hasta que se automatizan. En pocas palabras, no es que el niño tenga debilidad muscular o un bajo desempeño intelectual. Es una condición cerebral que dificulta planear y coordinar movimientos físicos. En todas las dispraxias se observa una mala organización del movimiento. Estos problemas se evidencian cuando el niño juega, o en las clases de educación física, o incluso en el uso del renglón, en el manejo del lápiz o de la tijera, a la hora de vestirse, ordenar la mochila, o simplemente al ir otra vez a la biblioteca barrial y volver a los cinco minutos para decir que no recuerdan cómo llegar hasta allí.
Adela creía que Taciano estaba tomándole el pelo: “Cada semana vamos juntos a la biblioteca, pero si le pido ir solo, no sabe bien cómo llegar”. Su padre comentó: “Para ponerse el uniforme del colegio está horas, por eso se levanta tan temprano. Es imposible que si se hace la leche no olvide ponerle azúcar”. Taciano no es tonto, sin embargo, sus compañeros de clase así lo creen. Una y otra vez hay que explicarle cómo se juega a tal actividad. Trepar a un árbol para él puede ser una pesadilla. Él se esfuerza muchísimo pero no puede hacer de forma automática, y mucho menos con éxito, actividades sencillas que otros niños realizan con facilidad.
Tipos de dispraxias
1. Dispraxia de formulación simbólica
Es aquella en la que falla el plan de acción, como llevarse la cuchara a la boca sin volcarla. Entre los 18 y los 24 meses y hasta los 4 o 5 años, los niños adquieren la planificación en la ejecución de los gestos. Al principio el plan será simple, habrá momentos donde salte etapas pero, con el tiempo, logrará hacerlo mejor.
2. Dispratognosias
Aquí lo que falla no es el plan de acción, si no la ejecución del plan.
3. Dispratognosia somatoespacial
Parece un niño torpe. A nivel global presenta dificultades para mover el cuerpo, especialmente sus manos, lo cual es muy visible en el manejo de los cubiertos, la tijera o al momento de vestirse.
4. Dispratognosia viso-espacial o constructiva
En aritmética vemos problemas en la organización de la hoja de trabajo o, en geometría, en colocar las cifras para las operaciones. También se observan dificultades para vestirse (se ponen la ropa al revés), calzarse (equivocan el pie), o tienen problemas para realizar construcciones, puzles, copiar dibujos y presentan con frecuencia trastornos en la escritura.
5. Dispraxia témporo-espacial
Se observa que el niño posee mucha dificultad en la organización de sus tareas en el tiempo, demora, es lento en la ejecución de secuencias rítmicas espontáneas o por imitación (bailar, juego de palmas).
6. Dispraxia sensorio-quinética
El niño no logra automatizar la praxia y cada vez que se enfrenta a esta misma actividad, es como si lo hiciera por primera vez.
Si observas que tu niño presenta una de estas dificultades, consulta con su pediatra y pide un estudio psicomotriz. Las dispraxias tratadas adecuadamente, con el tiempo son solo un mal recuerdo. Taciano te lo puede asegurar.
Estos son algunos enlaces donde puedes encontrar herramientas para ayudar a tu hijo:
Enseñar a coger el lápiz correctamente de forma divertida y lúdica
Ejercicios para trabajar la motricidad