Si tu ritmo de vida te está alejando de tu familia, tienes que leer estas palabras
Para ser parte de una familia necesitas algo más que una libreta matrimonial que enlace nombres y apellidos. Detenerte es un paso. Reduce la velocidad de tu vida y freno en mano sube al auto a tu familia.
Marta Martínez Aguirre
No tengo dudas de que lejos del jardín del Edén lo que más deben haber extrañado Adán y Eva debió haber sido el estar desnudos sin avergonzarse.
Es en la intimidad del hogar donde uno puede retomar este placer inigualable. No necesitas avergonzarte de llorar ante las escenas de una película conmovedora, no tienes que dar explicaciones por utilizar esas pantuflas deshilachadas y sabes, con total certeza, que tus hijos te aman a pesar de esos rollos en tu abdomen.
Esa capacidad de desnudarte y ser tal como eres solo lo logras en ese recinto sagrado que llamas hogar. No hay exigencias externas que te lleven a cuidarte de las manchas de mayonesa en la comisura de los labios o tener los calcetines sin agujeros.
El hogar es verdaderamente una sucursal del paraíso (o debería serlo), un lugar donde te sientes a gusto, sostenida, confiada y segura. Y es que para formar parte de una familia necesitas algo más que una libreta matrimonial que enlace nombres y apellidos.
Joyas que debes tener en el alhajero: tiempo y presencia
¿De dónde vas a sustraer tiempo para estar presente y reconocerte necesitada, si el vértigo te tomó por la cintura? Seamos sinceros, los psicólogos tenemos trabajo debido a la gran demanda de personas que pagan para ser escuchadas. El ritmo acelerado, el estar ocupados frenéticamente en producir dinero, las obligaciones sociales y todo lo otro que ahora llaman plus, están robándote tiempo para escuchar cuando tus hijos te hablan y hacer algo con el relleno de los almohadones desparramado en el garaje.
Se vienen las ofertas y no piensas perdértelas, gracias a Dios ahora los centros comerciales están abiertos de madrugada, prometiendo esas gangas que tanto anhelas; es una pena que ningún local comercial haga descuentos del IVA por irse temprano a la cama a contarle cuentos a los niños, o a darle un baño al perro que te reconoce ya solo por la fotografía en la heladera.
El mundo virtual y mediático te canta con voz de sirena hacia mares que te alejan de la costa de tu comedor y escuchas al pasar que tu hija le dice a una compañera que ha muerto alguien en el vecindario. “Menos mal que ya nadie hace visitas de duelo para consolar a los deudos”, te dices mientras te fijas si alguien ha puesto “Me gusta” en uno de tus comentarios desolados sobre la muerte de tu actor favorito.
Aléjate de la estampida
Cuanto más te propones ahorrar tiempo descubres que el sentido se ausenta. Las cosas significativas necesitan tiempo. ¿Has notado que tu hijo ha aprendido la tabla de multiplicar del siete?, ¿notaste los brotes nuevos de las rosas en el jardín? La elección de tu ritmo de vida no detiene los procesos naturales, pero puede contribuir a los males de la casa. Es tan fácil vivir con una venda en los ojos. Quizás esa porfiada adicción de tu hija comenzó cuando te anotaste en la agenda las horas extras que pagarían su cumpleaños quince. Las causas más nobles pueden alejarte de lo importante.
Barre las migajas
Sé que no puedes aceptar que ese ritmo loco de vida está impidiendo que veas que la felicidad nada tiene que ver con las migajas. La felicidad está en el pan recién horneado y la manteca lista sobre la mesa, mientras conversas de bueyes perdidos con tus hijos. Los muebles, el automóvil y las frazadas pueden durar mucho más tiempo del que tú crees, pero te has visto tentada por la necesidad publicitaria de cambiarlos. Eso te ha llevado a estar menos tiempo en casa y ver cómo se deshilacha la trama de la vida familiar.
La vida familiar se desarrolla en términos de momentos y no de instantes cronometrados. Sé que la tensión de tus obligaciones te tienen acelerada, pero recuerda que llegaron contigo el día que te convenciste que lo hacías por el bien de tu familia. Reduce la velocidad de tu prisa, dale a tu familia el tiempo y tu presencia, verás que la vida sosegada también es vida.