Siempre hay amor, lo que falta es orden
Aquellas situaciones en las que perdemos el orden son las que destruyen el amor. Y este fluye cuando todo tiene un orden.
Danitza Covarrubias
En los diferentes tipos de relaciones que nos importan, a veces cuestionamos si realmente nos aman. La verdad es que el amor siempre existe. Entre padres e hijos, entre hermanos, en las parejas, incluso entre los amigos peleados. El amor está presente.
A veces, el dolor surge cuando algo sucede que impide que ambas partes de la relación sientan ese amor. La rabia se apodera, puesto que es más fácil reconocer el enojo que el dolor y la vulnerabilidad. Hay peleas y discusiones para poder expresar esa furia, que en realidad, es deseo de amor.
Entonces ¿que falta? El orden.
Aquellas situaciones en las que perdemos el orden, son las que destruyen el amor
Aquí, algunas situaciones para explicar mejor esa frase:
1 Uno se cree mejor que el otro
Cuando uno de los miembros de la pareja cree que es mejor, mirará por debajo todo lo que hace, y le corregirá. De cierta manera, le tratará como si fuera un pequeño hijito, tratando de mejorar la versión de la persona que es ahora.
2 Uno da más que el otro
Un miembro de la pareja da más que el otro. Puede ser que dé más tiempo, más detalles, más servicios. Incluso que se niegue más cosas a sí mismo para darle al otro lo que quiere. Por ejemplo, si al elegir ir al cine, uno siempre cede la decisión al otro de cuál película ver, está dando más en la relación. Esto generará un fuerte desequilibrio, que probablemente termine en ruptura.
3 Uno quiere imponer sus valores al otro
Generalmente, ambos miembros de la pareja tienen serias dificultades en renunciar a sus valores que vienen desde sus raíces, de sus familias de origen. En la construcción de una nueva familia, es importante que ambos puedan compartir los valores bajo los que vivirán y formarán a sus hijos. Sin embargo, a veces suelen ambos creer que sus propios valores y creencias son mejores que las de su pareja. Al hacerlo, dejan de ver a su pareja como igual, con la misma importancia. Suelen sobreponer su propio sistema de creencias por encima. Así, también suele haber un desorden en la pareja.
4 Mirar el escenario completo
Poner las necesidades personales por encima del otro, afectará también la relación. Esto no quiere decir que debamos renunciar a nuestras necesidades. Lo que quiere decir es que debemos incluir a todos en cómo sí poder generar bienestar. Al otro, a uno mismo, y a la relación.
El orden
Para hacer florecer el amor, es importante poder tener orden en la relación. Aquí algunos puntos importantes que colaborarán a este logro tan importante en nuestras vidas.
Ocupar tu lugar
Podríamos decir que este punto es bastante lógico. Dentro de las relaciones, solemos perder nuestro lugar. A veces los hijos cuidamos de los padres, y perdemos nuestro lugar de menores y de hijos.
En el caso de las parejas no sucede diferente. A veces, en lugar de ser la pareja, la que acompaña, la que es cómplice, nos comportamos como una figura parental que ordena, que regaña, incluso que castiga. Queremos imponer nuestra manera de pensar, de vivir. Esto es uno de los errores más graves de las relaciones. Poder sumar ambos puntos de vista y nutrir la vida es la clave esencial.
Las relaciones de pareja suelen unirse desde esa chispa de coincidencias. Nos maravilla poder encontrar a otro ser que le guste y apasione lo mismo que a nosotros. Y al mismo tiempo, sin saberlo, las diferencias son las que nos atraen. Es ahí, en esas diferencias, que está el reto de darle lugar y espacio al otro, de poder apoyarse como pareja, sobre todo, de respetarse.
Cada uno es responsable de sí mismo
Cuando esperas que tu pareja te satisfaga, te complazca, y te dé lo que quieres, pones en riesgo la relación. La persona es responsable de sí mismo. Juntos, en pareja, pueden colaborar en facilitar en la relación, el satisfacer la necesidad de todos.
Juntos pueden trabajar para el bienestar, donde no te conviertas en una figura necesitada como un menor, ni tampoco en una autoritaria como un padre; donde no haya dependencia, ni carga, sino una pareja, que es más similar a una relación de amigos. No de esos amigos que coinciden en todo, sino aquellos que en las diferencias pueden escucharse y acompañarse. Esos que al compartirse, crecen y se nutren.
Relacionarte con los otros a partir del lugar que ocupas tú, y que ocupa el otro
Tratar a la pareja como pareja, resolverá algunos de los muchos conflictos.
Por ejemplo, me contaba un caballero cómo a su mujer le fascinaba asistir a unos talleres de desarrollo humano, que a él no le gustaba asistir. Sin embargo, le encantaba llevarla, y recogerla al finalizar. La llevaba a cenar y podía fascinarse con cómo había vivido esa experiencia su mujer.
En esa diferencia, lograron encontrar cómo unirse. No desde una autoridad de si debieran o no ir, o si estaba correcto o incorrecto, no desde una obligación. Tampoco desde una obediencia como si fuera una figura de autoridad. Pero sí desde el compañerismo, desde el compartir y comprender el mundo del otro. Como pareja.
El amor fluye cuando todo tiene orden
Cuando ambos pueden dejar amorosamente sus creencias de sus familias de origen, y construir sumando los valores de su nueva familia. Si ambos se ven en equidad, como iguales en jerarquía y en importancia, cuidando ambos el intercambio, toman y dan a su pareja. Entonces, el amor puede fluir, y la relación puede crecer.