Síndrome de la mujer maltratada: mensajes destructivos de la violencia doméstica (2 de 2)
Los mensajes de una vida con violencia doméstica son dañinos para cualquier persona. No obstante, estos mensajes no son ciertos y, por ende, dignos de ser destruidos y eliminados para conseguir paz y felicidad.
Denhi Chaney
El vivir en medio de una situación de violencia de género es algo que difícilmente se olvida, y que deja mensajes destructivos en el ser de la mujer que la padeció. Sin embargo, estos mensajes no deben permanecer como la realidad de la víctima, aun cuando ya ha logrado superarse la situación. En otras palabras, hay que romper estos mensajes con el fin de conseguir paz, autoestima, amor propio y felicidad, que hasta entonces no se habían experimentado.
En un artículo anterior expliqué lo que es el síndrome de la mujer maltratada (
), sus síntomas y mensajes implícitos, que son internalizados por la víctima. En este artículo buscaré aconsejarte sobre algunos puntos que te ayudarán a empezar tu viaje para que rompas esos mensajes, pues ninguno de ellos es cierto. Déjame repetir este punto, puesto que es esencial, incluso tú misma debes repetirlo, tenerlo siempre presente: todos estos mensajes son mentiras, ninguno de ellos es verdadero.
A continuación te presento dichos consejos, con la esperanza de que si en este momento no crees necesario ponerlos en práctica, que en un futuro no muy lejano se conviertan en parte de lo que eres y aprendas a creer en ellos; y si lo consideras necesario, no dudes en buscar ayuda profesional:
1. Tu valor como persona no depende de nadie más
El agresor te ha hecho creer que tu valor como persona depende de lo que él piensa; mentira más grande no te pudo haber dicho. Tu valor como persona existe desde antes de que vinieras a este mundo, con todos tus atributos y todos tus defectos; eres única, y por el sencillo hecho de ser mujer tu valor es incalculable. Si crees en Dios este es el momento idóneo para recordarte que eres hija de Dios y que, como una persona sabia una vez me dijo, “Dios es perfecto, y, por ende, Dios no crea basura sino diosas”.
2. Nada de esto ha sido tu culpa
Te hago una pregunta sencilla, ¿en algún momento le pediste de rodillas que abusara de ti? La respuesta es, con toda seguridad, no. Nadie quiere ser abusado, y por lo mismo no provocas ese abuso debido a ningún defecto que tengas. Es más, si en una situación hipotética tuvieras mucho más defectos que virtudes, nada pero nada justifica el abuso. Él solo tomó la decisión de abusar de su poder y fuerza, y luego hacerte creer que te golpeó por tu culpa. No caigas en esta trampa, es tiempo de darle a él la responsabilidad de sus actos.
3. No necesitas sentir miedo constante
El sentir miedo ocasional es parte de ser humano, y en muchas circunstancias nos puede ser de gran ayuda. Sin embargo, el acostumbrarse a sentir miedo constante no es normal. Puedo entender que el vivir con “miedo”, por así decirlo, se te haya vuelto costumbre y que no te puedas imaginar existir sin este compañero tan “leal”. No obstante, llegó el momento de ya no considerarlo un habitante permanente de tu vida; despídete del miedo constante, y solamente invítalo cuando la situación lo amerite.
4. Existen personas que te aman por lo que eres
Por más que te sea difícil de creer existen personas en el mundo que te aman o que te amarán por todo lo que eres. Te amarán por tus virtudes y por tus defectos y, en muchos casos, lo que consideras defectos es precisamente lo que será entrañable para otros. Niégate a creer que solo él te ha amado, pues el amor, aunque con dos personas imperfectas, no está lleno de abuso, mentiras y amenazas, sino de ternura, perdón y entendimiento mutuo.
5. Eres mucho más fuerte de lo que crees
Pocas personas pueden decir que han sobrevivido a tal experiencia, y mucho menos que están trabajando para sanar —tomo como evidencia que esto es cierto, pues ahora mismo estás tomándote el tiempo para leer estas palabras—. Eres fuerte, mucho más de lo que crees; ya no eres víctima sino sobreviviente. Una heroína a los ojos de cualquiera que te llegue a conocer. No te conozco, pero puedo decir que esto es cierto.
En lo personal tengo el mayor respeto por cualquier persona que ha sobrevivido al abuso, y este tipo de abuso, en particular, merece una ovación y un respeto que no puedo comunicar de forma eficiente en tan pocas palabras. Lo que sí te puedo decir es que eres una mujer digna de admiración, digna de ser amada y de ser respetada, como también puedo decirte que hay una salida para el abuso emocional. Creo en estas palabras con toda la convicción que puedo tener. Ahora, te pregunto, ¿tú lo crees?