¡Socorro! Mi hijo se tragó un objeto extraño
Piensas que nunca va a sucederte, pero de repente sucede. ¿Qué debemos hacer si un niño se traga un objeto extraño?
Fernanda Gonzalez Casafús
Con un optimismo excepcional por ser comienzo de semana, el atardecer de aquel lunes me encontraba preparando el relleno de unas tradicionales empanadas criollas, cuando mi hijo se acercó llorando a la cocina y me dijo con la voz entrecortada: “Mamá, ¡me he tragado una bolita!”
Hacía poco le había comprado las Neo Cube Bucky Balls, unas bolitas imantadas de neodimio que hacen furor en algunos videos de Youtube con millones de visitas. Él y su hermana las usan siempre bajo mi supervisión, pero esa tarde jugaban en la sala mientras yo cocinaba. Al instante, cuando confesó que en realidad eran 4 las bolitas que había ingerido, dejé todo lo que estaba haciendo y nos fuimos a la Guardia del Hospital de Niños de mi ciudad.
Sigue leyendo para saber qué pasó con esas 4 bolitas imantadas dentro del cuerpo de mi hijo.
¿Y ahora qué hago?
Monedas, tapas, canicas, gomas, pequeños objetos, bolitas, alfileres y hasta pilas, son objetos que ejercen una gran atracción en los niños pequeños y suelen llevarlos a la boca, provocando muchas veces solo un gran susto para los padres, y en otras, una intervención quirúrgica de urgencia.
Es sabido que debemos extremar los cuidados y no dejar al alcance de los niños aquellos objetos que puedan ser peligrosos. Sin embargo, los accidentes ocurren y nos ponen en alerta. A veces queda como un recuerdo anecdótico, pero muchas otras nos llevan de urgencia al hospital. ¿Qué debemos hacer los padres cuando nuestros hijos ingieren un objeto extraño?
Todo a la boca
Según la Asociación española de Pediatría, la ingestión de un cuerpo extraño es un accidente muy frecuente en la etapa infantil y representa la segunda causa de indicación de endoscopia urgente en pediatría, después de la hemorragia digestiva.
Con suerte, podemos llegar a saber que nuestro hijo ha tragado un objeto, porque logramos verlo o porque el niño lo comunica. Pero en otras ocasiones, algunos síntomas como dolor de estómago, vómitos, inapetencia o sangre en las heces, pueden alertarnos sobre el peligro de que algo ha sucedido.
Los niños en edad preescolar suelen tragar objetos extraños, y aunque los cuidadores tomemos muchos recaudos, a veces simplemente sucede. Si algo así te ocurre con tu hijo, deja la culpa a un lado y ocúpate de llevarlo rápidamente al médico para que puedan evaluar la gravedad del caso.
Esto es lo que harán los médicos
Si el objeto que el niño ha tragado está en el esófago:
De acuerdo al equipo de promoción de Salud del Hospital Sant Joan de Déu, de Barcelona, la localización de los objetos extraños en el esófago suponen un 20% de los casos, y pueden producir dolor, ardor, y hasta sangrado debido a una posible perforación.
Los médicos apelarán a la endoscopia para extraer el objeto, práctica que deberá hacerse dentro de las 24 horas de haber sido tragado el mismo.
Si el objeto está en el estómago:
En este caso, es muy probable que si el objeto es pequeño y no presente bordes cortantes o punzantes, el sistema digestivo haga lo suyo y se elimine de forma natural, con las heces.
Pero cuando el objeto tragado presenta riesgos letales (como las pilas botón, los imanes si son tragados por separado, u objetos cortantes), se puede necesitar la extracción de forma quirúrgica.
Si el objeto está en el intestino:
Si el objeto ha llegado a este punto es altamente probable que sea expulsado de manera natural. Sin embargo, si el niño presenta dolor abdominal y sangrado, y si tarda demasiado tiempo en eliminarlo, puede requerir intervención quirúrgica.
En todos los casos, los médicos realizarán debidos estudios como tomografías y radiografías para ir evaluando el curso del objeto dentro del organismo; para saber si avanza o si se presenta alguna complicación.
Los imanes, mi hijo, y un feliz final
De acuerdo a la Asociación Española de Pediatría, la ingesta de imanes representa un riesgo grave para la salud del niño si se tragan más de uno y en diferentes momentos, o si se ingiere un imán en combinación con algún objeto metálico.
El riesgo de perforación y necrosis de los tejidos es alto, y es por ello que representa una urgencia. Mi hijo había tragado las cuatro bolitas juntas, ya imantadas desde el momento que se las puso en la boca, lo que a los médicos les daba la esperanza de que las eliminara como un objeto común.
La primera radiografía, tomada apenas una hora y media después del accidente, mostraba esas 4 diminutas bolas, todas bien pegaditas, en forma de una flor. Ya había atravesado el esófago, por lo que todos respiramos más aliviados. Ahora nos quedaba una tarea un poco repugnante pero necesaria: revisar las heces en cada deposición.
De las experiencias se aprende
En la segunda radiografía, tres días después, las bolitas seguían juntas y ya se encontraban a la altura del intestino grueso, esperando ser expulsadas. Era un buen signo de que no habían quedado imantadas en ninguna parte del tejido, por lo que no tardarían mucho en salir.
Así, el día viernes a la mañana, antes de ir a la escuela, mi hijo despidió por fin esos pequeños objetos imantados. La alegría de mi chiquito cuando se lo dije es como si le hubiera comunicado que nos iríamos a Disney. El susto había pasado, pero habíamos aprendido una gran lección.
Con un alivio sanador, agradecí a Dios que este accidente no pasó a mayores, y hoy escribo para que tú también te sirvas de mi experiencia y extremes los cuidados con tus hijos pequeños. Y si algo así te sucede, deja como esté el relleno de las empanadas, y corre al Doctor.