¿Te sientes desanimada? No dejes que la depresión te ahogue
El desánimo puede ser una trampa que se instala plácidamente en tu vida y te susurra al oído que no puedes, que es mejor abandonarlo todo y tirar la toalla. Por lo general te infunde temor y te paraliza, pero puedes vencerlo.
Marta Martínez Aguirre
El desánimo puede horadar fuerte dentro de ti
En esas veces con seguridad has pensado en tirar la toalla. Y ese sueño, que tanto anhelas, queda arrumbado en alguna parte de la agenda, en espera de concretarse. A este respecto, déjame te cuento lo que le sucedió a un joven muchacho:
Respiró con suavidad, tratando de aspirar por última vez el aire fresco de la región. Le dolía la cabeza de tanto pensar. Tomó sus ropas, arregló algunas cosas y cargó su equipaje. Fue entonces cuando decidió dejar a Pablo y a Bernabé. Jerusalén lo llamaba, de modo que Juan Marcos regresó con los suyos.
Pasó el tiempo, Pablo y Bernabé estaban solos, los fieles se multiplicaban, el hambre por el Dios de Israel recorría las calles, era difícil evangelizar sin obreros. “Las fuerzas se debilitan si no hay manos que colaboren”, fue quizás el breve comentario que Bernabé le hizo a Pablo, antes de mencionar el deseo de llamar a Juan Marcos. Pablo entendió perfectamente a qué y a quién se refería.
Sin embargo, “a Pablo no le pareció conveniente llevarlo, porque Marcos los había abandonado en Panfilia. Fue tan serio el desacuerdo que terminaron separándose: Bernabé se llevó a Marcos y se embarcó para Chipre, mientras Pablo, por su parte, escogió a Silas y, encomendado por los hermanos al amor del Señor, salió de allí” (Hch 15:38-40, DHH).
Pablo, que era de carácter fuerte, no cedió ante la petición de Bernabé, y seguramente enojado discutió y argumentó que Juan Marcos no tenía aptitudes para el liderazgo, o que era inconsistente, quizás poco confiable y quién sabe cuántas cosas más. El tema es que Pablo también agarró sus petates y se marchó con Silas.
¿Puedes hacerte una idea sobre cómo se sintió Juan Marcos al enterarse de tal discusión por su causa? Eso apenas fue el comienzo. Cuando sintió el comentario sobre su sustituto creyó que era una broma pesada. Habían elegido a un novato en la iglesia. Juan Marcos tenía más años en el evangelio que el propio Pablo, y había pertenecido a la congregación cristiana desde su comienzo. El desánimo pasó por su corazón, pero no permitió que se instalara.
Con el paso del tiempo tuvo el privilegio de ir a Babilonia con Pedro, en tanto Pablo volvió a recobrar la confianza en él y lo invitó a viajar, junto con Timoteo, a Roma. En una tarde de llovizna fría comenzó a escribir, por inspiración, uno de los evangelios que lleva su segundo nombre, presentando a Jesús por sus hechos.
Tal vez Juan Marcos utilizó algunos de estos consejos ancestrales:
Innova
No te quedes pegado a tu quehacer cotidiano, busca asumir nuevos riesgos en tu diaria rutina; por ejemplo, has hecho una torta (pastel) y no quedó muy esponjada, antes de desanimarte qué tal si haces una crema y la mezclas con duraznos en trozos o le agregas merengue, y armas así un postre novedoso, distinto a la torta habitual.
Relaciónate
Si ves que estás por entrar en el corredor del desánimo, llama a tu red de amistades y trata de sentirte sostenido por gente que te conoce y aprecia.
Redacta tus metas
Tal vez tengas en claro qué es lo que deseas hacer, pero no sabes por dónde comenzar o cómo continuar, entonces el desánimo asoma por la puerta. Pues provisto de lápiz escribe tus metas, organiza un plan de acción y actúa con base en él. Incluso, piensa en posibles “contras”, de modo que cuando surjan (si es que surgen) estarás preparado de antemano y el desánimo no te vencerá.
Busca un supervisor o mentor de tus proyectos
Es una herramienta brillante y que te garantiza éxito el tener una voz amiga que te supervise y te aliente; también es muy necesaria para que te indique si vas por la ruta equivocada. El desánimo suele gestarse cuando afrontas en solitario una tarea sin alguien que te guíe y aliente. Tal vez estás tan desanimado que ni siquiera te arreglas o sales a hacer ejercicio; una amiga “tutora” puede ayudarte al pasar a buscarte, y animándote a salir a la calle.
No pierdas la concentración
Es muy habitual empezar un proyecto, entusiasmarse, pero no hay que olvidar que la concentración siempre debe estar enfocada en alcanzar el máximo. Perder la concentración puede ser un motivo que te lleve al desánimo cuando algo falla; es muy parecido al leñador que se propone talar muchos árboles, pero olvida afilar el hacha.
Motívate
Busca videos que te motiven, en la red suelen existir muchos de motivación, y el observarlos te permitirá afirmarte en la idea de que si otros han podido lograrlo, tú también puedes hacerlo.
¿Eres feliz?
Anota en una hoja de buen tamaño o en tu agenda aquellas cosas que te hacen feliz, y ve por ellas. La tristeza suele llamar a la puerta de aquellos que no son apasionados en lo que hacen y se limitan a sobrevivir cada día. Martin Luther King dijo una vez, “Aquí vivió un gran barrendero que cumplió bien con su trabajo”. Pon el corazón en lo que haces. ¿Es una tarea ingrata?, pues realízala con todo tu corazón; no puedes dejarla, pero puedes tener el poder de hacer de ella una pequeña pasión.
Disfruta
Sea lo que sea que hagas, disfrútalo con todo tu ser; siente el gozo de estar viva y de tener un cuerpo, una mente y un alma que te permitan llevar a cabo tus sueños. Mira a tu alrededor, sabes que hay personas que morirán sin conocer el mar, tener un hijo en su vientre, caminar, correr, ver, escuchar, acariciar una mascota, tener un plato de alimentos diario; disfruta todo porque son dones que Dios te ofrece.
El desánimo puede empañarte el espejo por las mañanas, pero no puede impedir que veas quién eres y a dónde quieres llegar.