Tener un matrimonio feliz es simple si le cuentas todo a tu pareja
Dios, amor, respeto y comprensión son bases fundamentales para el matrimonio. Nada es difícil, menos la vida en pareja. Amar a nuestra pareja es fundamental para nuestra relación. Tener un matrimonio feliz es simple si le cuentas todo
María Fernanda Rojas Carrión
Aunque no llevo mucho tiempo de casada, apenas cinco años con seis meses, me atrevo a decir que tengo un matrimonio consolidado, que se basa en Dios, en el amor, en el respeto y en la comprensión. Tener un matrimonio feliz es simple si le cuentas todo a tu pareja.
Mi esposo y yo nos conocimos cuando teníamos 17 años, y nos casamos a los 22: durante esos cinco años pudimos conocer mucho acerca de nosotros, pero, como normalmente se dice, una cosa es de enamorados y otra distinta es de casados. Y es lamentable que en la actualidad esa frase se utilice para tratar de desanimar o asustar a quienes han decidido unir sus vidas. Pues yo afirmo que están totalmente equivocados, porque si de enamorados es lindo, de casados es hermoso: el matrimonio es ordenado por Dios, un paso que debemos cumplir dentro de nuestro crecimiento personal. Un matrimonio sólido sienta sus bases, entre otras cosas, en la confianza y el respeto mutuo, en el hablar de cada cosa que nos pasa, no importa que pueda parecer pequeña.
Desde nuestro noviazgo acostumbramos a contarnos todo; en aquel tiempo, nuestro día a día en el colegio y la universidad, ahora conversamos sobre todo lo que hacemos o nos pasa en nuestro trabajo o en la casa, cuando uno de los dos está ausente. Ambos sabemos exactamente qué es lo que hace el otro, qué siente, e incluso hasta lo que piensa uno lo sabe el otro; se trata de un conocimiento mutuo producto del preocuparnos el uno por el otro, de olvidar nuestros propios intereses para centrarnos y atender lo que concierne a nuestra pareja.
Otra de las cosas que nunca dejamos de hacer es manifestar nuestro amor aunque sea mediante pequeños gestos, alguna palabra, una acción o cosas sencillas que hacen que todos los días podamos aumentar la querencia que nos une. Recuerdo una ocasión en la que, sentados en la biblioteca de la universidad, cada uno, con solo un lápiz y un papel, decidimos hacer algo para el otro: no soy una experta dibujante, pero el mío quedó mejor que el de él, pero lo importante aquí es que con cualquier instrumento, en cualquier lugar, podemos expresarnos amor. Lección propia que puede aplicarse con cualquier persona.
Somos personas con gustos y costumbres distintas, pero estos nunca han influido en nuestra relación, porque en nuestra vida de casados no cabe un “Yo soy así, y no voy a cambiar”. En ocasiones tenemos o hacemos cosas que no son del agrado del otro, pero tenemos la posibilidad de cambiarlas por ese amor que nos profesamos y nos prometimos hasta la eternidad. Ningún matrimonio es perfecto, hay momentos de desacuerdo, pero es ahí cuando se debe hablar con tranquilidad, con amor; es ahí cuando debemos dejar de lado nuestro orgullo.
El tener un matrimonio feliz no es difícil, es algo muy simple
, solo se necesita amor, comprensión, confianza, mucha conversación y, por encima de todo esto, tener a Dios con nosotros. Olvidemos nuestro propio interés y pongamos por delante el interés de nuestra pareja, que es a quien nos debemos.