Tres errores de una “mala” esposa ¿Cuáles tienes tú?

El matrimonio no es sencillo, y se complica más, cuando nos quejamos y sufrimos en vez de actuar.  Actuemos sobre nosotras hoy, verás que mejorará radicalmente tu relación.

Las amigas están reunidas en un café, ¡cómo lo disfrutan! Se ríen a carcajada abierta, cuentan las ocurrencias y travesuras de sus hijos.  En algún momento, Melisa, una de ellas se abre: su matrimonio es un campo minado, donde su marido y ella “se soportan”.  Todas la miran con cara de empatía, y le dicen que no se preocupe, que “así son todos”, que “hay que aguantar”, que “él se lo pierde” si no consiguen acordar ni tener paz.  

Ella, desahogada, llega a su casa con la idea de que está bien, que “a todas les pasa” que existen heridas o incomprensiones en su matrimonio (lo que según sus amigas es normal, esperado y demasiado común).  Ella entiende entonces que hay que dedicarse “a lo que sigue”. 

Con esa visión tan parcial, Melisa aguanta y aguanta, sobreviviendo como puede, hasta que su vida familiar explota, y es lo suficientemente terrible como para que se separe de su esposo.

Dejar lo fácil y asumir nuestra parte

También yo lo confieso, a veces me he consolado (aunque muy superficialmente) por esos “consejos”, que me hicieron daño. ¿Por qué? Porque es fácil y sencillo señalar, sufrir, quejarse. Actuar en cambio, es difícil, requiere una toma de responsabilidad y esfuerzos conscientes. 

Bendito Dios, conozco muchas amigas que no “se conforman”, sino que luchan amorosa y valientemente para que sus matrimonios sean luz y fuente de amor y entendimiento.  Son verdaderas guerreras, porque el camino no es fácil.  Sus consejos me han inspirado y quiero compartir contigo lo que he aprendido. 

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Hoy, ni tú ni no queremos conformarnos.  ¡Cuánto me alegra! Gracias de corazón por tomarte el tiempo de leer este texto. Pido a Dios que nos ayude a ti y a mi a reflexionar a fondo sobre nosotras, a permitirnos tomar esta “radiografía”, y detectar cuáles rasgos de la “mala esposa” tenemos, para corregirlos ya, y zambullirnos en el bello mar del amor incondicional, que nos llevará a vivir un matrimonio emocionante, lleno de vida, lleno de ternura y dulzura, como Dios, tu esposo y  tú anhelan desde el fondo de su alma.

Empecemos con un poco de Filosofía

La famosa alegoría de la cueva del gran filósofo griego Aristocles, también conocido como Platón, ha enriquecido la cultura desde hace más de 2000 años.  Y nos puede decir mucho a las esposas hoy. 

Con base en ella, quisiera repasar contigo rasgos puntuales de una “mala” esposa.  Son rasgos importantes que a veces, en lo cotidiano, pasan desapercibidos, pero que se clavan como puñales en nuestra relación con el esposo, y ocasionan heridas profundas que pueden destruir lo que más amas: tu familia.

Te recuerdo esta  alegoría: un hombre se encontraba encadenado en una cueva oscura, desde donde “veía” la realidad enormemente disminuida, pues las imágenes de “lo real” eran proyectadas desde atrás de él.  Veía únicamente las “sombras” de los objetos que se encontraban a su espalda y aparecían al colocarlos junto a la luz de una antorcha.  Todos vivían ahí, conformes, en tinieblas y atrapados, pero resignados a su situación común.  Pero uno de ellos rompe las ataduras, y sube por un camino complicado hasta que logra salir.  Al inicio se encandila por el sol, pero cuando logra mirar al fin, valora el haber salido.  

A ti y a mi, a veces nos encarcela lo “normal”, nos ata y detiene lo “común”, lo que “siempre pasa”. 

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Si quisiéramos salir

¿Te has resignado alguna vez a que nada va a cambiar? Yo sí.  Y es una sensación fea, es tirar la toalla, y dejarnos llevar por situaciones que nos lastiman, soportándolas.  Es que a veces, salir de la cueva donde hemos estado “amarrados” durante muchos años, nos parece inútil, por decir lo menos.  Además, ¿encandilarnos? Muchos podemos decir: “¡no gracias!”.  Pero en cambio, ¡qué frustrante vivir encerrados, ignorantes y sometidos, cuando podemos florecer y sanar!

¡Queremos cambiar! Enhorabuena. Mas tengamos en cuenta que salir de la “cueva” implicará un camino escarpado, difícil, desconocido e inquietante, pero con la bellísima satisfacción de ver y sentir el potente y cálido influjo del sol. 

Siempre es mejor estar fuera

Si te animas a “salir de la cueva” y enfrentarte a tus fallas en tu relación de pareja, con  la mente y el corazón abiertos para distinguir “lo real”, “lo valioso”, “lo inferido”, y “lo que suponemos”, ¡enhorabuena! Dispongámonos a leer estos rasgos de la “mala esposa”, para resolver esas situaciones que nos agobian y entristecen.

Error 1: Dejar al esposo al último

Si amas a tus hijos, el mejor regalo que puedes darles, es el amor visible de sus padres“. Esta frase de la sicóloga, escritora y conductora mexicana Lupita Venegas, me encanta.  La unión amorosa y la guía consistente de los padres, haciendo equipo es una joya en las familias.  

¿En qué lugar de tus prioridades está tu esposo?, no te “necesita” tan activamente como tus hijos, pero sí requiere tu cariño, tu ternura, tu atención, tus consideraciones, tu amabilidad (dulzura en tu trato, para hacernos fáciles de amar). 

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Error 2: Poner primero a tu familia de origen

A veces olvidamos aquello de que “hombre y mujer dejarán a su padre y a su madre“(Gen 2, 24).  Pero este precepto importante de Jesús recogido en el Evangelio es fundamental. 

Dios, tú, tu esposo y tus hijos es el orden indicado.  Fíjate bien, regresa por favor al inicio de esta línea. No aparece tu mamá, ni tu suegra, ni tu hermana ni tu sobrino pequeño.  Permitir invasiones a la esfera de tu familia nuclear no es bueno ni saludable.  Cuida por favor lo que compartes sobre ustedes con tu familia de origen, custodia amorosamente sus vivencias, dinámicas e incluso sus problemas, deben resolverse hacia adentro, no exhibiéndose mutuamente.

Error 3: Falta de respeto

El respeto de la esposa al marido es fundamental.  En la Carta a los Efesios, San Pablo nos invita: “En cuanto a ustedes, cada uno ame a su esposa como es debido y las mujeres, respeten a sus maridos” (Ef 5, 33).  

Respetar al marido requiere de nosotras la dulzura, la ternura y la disposición a atender sus palabras y guía amorosa con atención y consideración.

Según Dave Willis, quien en su blog indica ocho aspectos en los que la esposa puede mostrar respeto, es importante prestar atención a los siguientes puntos:

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-Saber apreciar, aceptar y reconocer su esfuerzo por traer el pan a la mesa de la familia. Esto implica también ajustar nuestra expectativas económicas a la realidad, sin presionarlos demasiado

-Apreciar su búsqueda en la intimidad, demostrándoles que no son los únicos que desean, valoran y requieren el acto conyugal

-Tener para ellos palabras de aliento, reconocimiento y gratitud, en lo público y en lo privado

-Procurar reír juntos, generando un ambiente de camaradería y confidencia

-Confiar en su juicio, tratándolo siempre como una persona adulta, y no como su mamá

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-Darles nuestro apoyo y confianza. Creer en ellos con todo el corazón

No es sano quedarnos “en la cueva”. Animémonos a salir.  ¿Cuáles de estos errores has cometido? Que Dios abra nuestro corazón, pues reconocer y avanzar en la solución de estas situaciones sí logrará un cambio en nuestros matrimonios. ¡Qué esperas! ¡Vamos a hacer un cambio radical que nos llenará de amor y alegría! 

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