Tu esposo no es una niñera, es el padre de tus hijos

Cuando una pareja cría a sus hijos codo a codo, lo entendieron todo

Fernanda Gonzalez Casafús

A muchas de nosotras nos da ternura ver a un padre en la plaza con sus hijos, o de compras en el supermercado, o paseando un carrito con un bebé y otro pequeño de la mano. No creo que a muchos hombres les suceda lo mismo, pues en realidad, la sociedad está acostumbrada a que somos las madres las que criamos a los hijos en su mayoría.

Por suerte son muchos los padres que hoy se ocupan de sus hijos y asumen la paternidad activamente. Pero, vamos, que nos sigue llamando la atención (y enterneciendo) el padre que sabe el nombre de la maestra de su hijo, o de la mascota de la escuela, o que sabe cuánto es la medida del medicamento que debe tomar, y hasta sabe cuántos minutos debe poner la comida en el microondas.

Y sin embargo, es simplemente un padre que está haciendo su trabajo. Pero la sociedad -o parte de ella- aún lo sigue viendo como un padre que “ayuda”. Somos nosotras las mujeres también quienes muchas veces no damos el espacio que merece el padre. Y simplemente hacemos las cosas porque sabemos que las haremos bien.

¿Y si proponemos un cambio?

Cuando lo pensé, propuse el cambio

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Las cosas en casa se dieron así. Mi marido salía a trabajar más de 10 horas por día fuera de casa, y yo me quedaba con los niños. Se fue dando de manera lógica el hecho de que yo me ocupe de las pequeñas cosas como bañarlos, prepararles la dosis de antibiótico, separar la ropa de dormir de la de todos los días, elegir la merienda para el colegio,etc.

Él simplemente llegaba y se ponía a jugar. Yo era la mala, la que los retaba, la que los mandaba a bañar, la que les insistía en que comieran. Él era el payaso, la hora del juego, las risas y la compasión. Entonces un día dije ¿y si propongo un cambio?

El cambio llegó con la reducción de horas laborales de mi marido. Él ahora estaría más tiempo, y eso significaba aprender más acerca de la faena diaria en el hogar. Y me di cuenta que no era que él no colaboraba, sino que yo muchas veces se lo impedía, pues quería que las cosas se hicieran a mi manera.

Así, comencé a delegar en él ciertas tareas y mi marido no sólo se sintió responsable sino valioso. Ahora, cada noche se encarga de lavar los platos de la cena, recoger los juguetes, llevar a los chicos a cepillar los dientes, asearlos para la cama y acompañarlos hasta que cierren sus ojitos y se adentren en el dulce sueño. Y yo, mientras tanto, leo mi libro favorito.

En vez de pedir ayuda, elaboren juntos un plan

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Siempre digo que cada familia es un mundo. Y a ustedes tal vez le siga sirviendo la forma en la que manejan su empresa familiar. Sin embargo, si en vez de pedirle ayuda se sientan a conversar acerca de cómo distribuir las tareas del hogar o las responsabilidades como padres, ambos se sentirán a gusto y valorados.

Mi marido ya no me dice “te lavé los platos”, o “¿te ayudo a bañarlos?”. Sí, alguna vez lo dijo. Pero lo hablamos y entendió que su discurso arraigado en el 1800 tenía que ver con una concepción cultural acerca de las funciones y roles de los padres y las madres. Lo bueno es que, al verlo, lo analizamos juntos y nos decidimos al cambio.

Juntos buscamos la forma de que nuestros hijos puedan experimentar el cuidado y la atención de ambos, y que él como padre se sienta tan valioso y necesario, como me siento yo como madre. Confío plenamente en él; es un excelente padre y lo demuestra día a día.

Confía en él como padre

Confía en tu esposo. Conversa con él. Y en vez de pedir “ayuda”, transformen la forma en la que llevan a cabo su tarea como padres y creen un plan donde ambos puedan manejarse libremente y se sientan cómodos.

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Así, él ya no te preguntará “¿qué shampoo le pongo a la nena?”, o “¿qué has dejado de cenar?”, y aunque valores mucho lo que hace por tí y tu familia, simplemente estará asumiendo y disfrutando del maravilloso rol que le corresponde.

 

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Fernanda Gonzalez Casafús

Fernanda es Licenciada en Periodismo, especialista en Redacción Digital y Community Managment. Editora de contenidos y redactora en Familias.com. Nacida en Argentina y mamá de dos, ama los animales, la danza, la lectura y la vida en familia. Escribir sobre la familia y la maternidad se ha convertido en su pasión.