Tu prioridad: ¿tu casa o tu familia?
Si te cuesta poner en perspectiva tus intereses como mujer, este artículo puede ayudarte dándote un poco de luz en medio de la incertidumbre.
Erika Otero Romero
Desde que los seres humanos empezaron a congregarse en grupos, hombres y mujeres se adjudicaron deberes y responsabilidades que de manera directa tenían que ser llevados a cabo para el bienestar de todos los que formaran el clan. Lo curioso es que los roles asumidos no han cambiado mucho, y menos cuando se trata de la familia.
Respecto a lo anterior, lo típico es que mientras los hombres trabajan fuera de casa, la esposa dedica su tiempo para estar en casa al cuidado de los niños y el hogar. Sin embargo, cuando se es madre de pequeños entre el primer mes de vida y los 9 años, mantener la casa en mediano orden es casi que una tarea de titanes.
Y no es que no quieras limpiar, sino que estás tan ocupada entre atender a los chicos y la casa, que ni tiempo para bañarte te queda, excepto cuando llega tu esposo y se hace cargo mientras puedes hacer lo tuyo. Como es lógico, al final del día lo único que vas a querer es sentarte al lado de los tuyos y disfrutar de tu familia. A pesar de todo esto, es probable que hayas escuchado a algunas amigas hablar de lo perfectas que son sus vidas, de sus hijos sanos y felices, de su hogar digno de una revista de diseño y del marido feliz que tiene a su lado. Te haré dos preguntas al respecto: ¿Te lo crees? ¿Escuchar eso te ha hecho sentir infeliz o mala madre y esposa? Si la respuesta para ambas preguntas es si, déjame pedirte que ¡no les creas!, los hogares y familias perfectas no existen y si acaso parece que se acercan a ello, créeme que tienen la ayuda de personal doméstico, lo cual tampoco garantiza que sean familias plenas y madres o esposas sin errores.
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¿Cuál debería ser tu prioridad?
Si tienes tiempo para tus hijos, casa y pareja, es digno de admirar tanto como si no te queda tiempo ni para respirar entre una cosa y otra, ya que al final del día a nadie tienes que darle cuentas. Por eso, determinar lo que es prioritario para ti, si tu casa o tu familia, es solo asunto tuyo y digno de ser respetado. Si te funciona y tú, tus hijos y tu pareja marchan como un reloj suizo, no tendría que existir conflicto alguno.
Ahora bien, si eres de esas mujeres que quieren que todo marche a las mil maravillas, pero no te alcanza el tiempo aunque te levantes a las 4 de la mañana, déjame darte algunas ideas que pueden hacerte la vida más fácil y sin tantos sacrificios.
1. Pide ayuda a tu esposo
Se supone que él debería saber que requieres ayuda, si al llegar a casa ve que siendo las 6 de la tarde, las cosas no están como se espera. A algunos toca recordarles que también es deber de ellos ayudar en casa y con la crianza de los chicos, así que si el tuyo es de ese tipo, no dudes en hacérselo saber.
2. No es necesario que madrugues
Bien puedes levantarte a las 7 de la mañana, solo organiza tu semana dejando un día para el lavado de la ropa, otro para limpiar a profundidad la casa y así con los diversos quehaceres del hogar. Mantén al alcance de tus niños pocos juguetes, procura que solo jueguen en su habitación y tan pronto como uses algo de la cocina, lávalo. Recuerda, habla con tu esposo para que haga su parte con el jardín o con lo que sea necesario para colaborar en la casa.
3. No creas todo lo que escuchas
Dice el dicho: Dime de qué presumes y te diré de qué careces, lo cual es muy cierto. No creas a todas esas mujeres que se dicen ser la madre, esposa y ama de casa perfecta, pues quien lo es, seguramente no anda pregonándolo a diestra y siniestra. Claro que puede existir alguien capaz de serlo y quizá esa eres tú, lo importante es que no te dejes intimidar por lo que otras mujeres dicen. Siéntete feliz de ser la madre, esposa y ama de casa que eres y si sientes que debes cambiar algo, hazlo, pero sin sentirte culpable.
El siguiente artículo puede ayudarte un poco más: 8 maneras brillantes de mantener limpia tu casa
Debes saber que las reglas de tu hogar las dictas tú y si te va bien de la manera en que lo haces, entonces no tienes de qué preocuparte.