¿Tus hijos pelean todo el tiempo?: 6 formas de armonizar su relación entre hermanos
Si te preocupa que tus hijos no paran de pelear entre ellos y presientes que su hermandad se está dañando, sin duda esto te interesará.
Elizabeth González Torres
Dicen que los hermanos de sangre -a diferencia de los amigos- no son elegidos por voluntad propia. De hecho, para algunas personas, estos integrantes de la familia se convierten en una mera imposición del destino, debido a la imposibilidad de seleccionar sus gustos, intereses, actitudes, formas de ser y de pensar; y es que las relaciones de hermandad son de las más complejas dentro del seno familiar.
Quizás, al pensar en tus hermanas o hermanos, recuerdas con alegría algunas de esas peculiares discusiones desatadas por una simple blusa, el control de la televisión, un cepillo, unos zapatos, etcétera. Sin embargo, ahora que eres madre y tienes hijos que pelean de manera constante, seguramente te preguntas con insistencia: ¿Qué puedo hacer yo para evitarlo? ¿Cómo puedo contribuir a mejorar su relación?
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Si bien es cierto que la consolidación del lazo afectivo que se genere entre tus hijos depende de ellos mismos, también lo es que, tú como mamá, puedes contribuir en gran manera a lograr esto. Si desde ahora notas en ellos una fuerte tendencia a discutir por cuestiones irrelevantes, será importante que tomes algunas medidas para aminorar dichas rencillas.
Para ello, a continuación te comparto 6 formas que te ayudarán a armonizar la relación entre tus hijos.
1. Procura no intervenir todo el tiempo en sus discusiones
Como mamá, siempre buscarás el bienestar de tus hijos y por ende, intentarás intervenir en las discusiones que surjan entre ellos. Sin embargo, en ocasiones será necesario que omitas tu intervención. No porque pretendas que se incrementen sus problemas, sino porque con algún comentario o una simple palabra puedes hacer que la discusión se prolongue más de lo debido.
Recuerda que entre más personas participen en una pelea, más tiempo y desacuerdos surgirán dentro de la misma.
2. Permíteles tener su propio espacio
Ahora bien, si te percatas que los temperamentos de tus hijos chocan constantemente, permíteles tener a cada uno su propio espacio. Es decir, no pretendas que permanezcan siempre juntos para que, de esa manera, surja una mejor relación entre ellos. Todo lo contrario, permíteles estar separados los momentos que sean necesarios para que, así tengan las menos fricciones e incluso, lleguen a extrañarse.
3. No los obligues a convivir cuando no lo desean
Si no quieren ir a la misma clase de natación, jugar en el mismo equipo de fútbol o ir a la misma fiesta, no los obligues. Verás que al respetar la diferencia de gustos e intereses que existe entre tus hijos, ellos aprenderán a respetarse y valorarse como hermanos, a pesar de que tengan objetivos y visiones distintas.
4. Realiza actividades que les permitan trabajar en equipo
De la misma manera que es necesario respetar la independencia y diferencia que hay entre ellos, es relevante que como madre de familia, busques realizar algunas actividades que los unan. Un partido de básquetbol, un maratón o un sencillo juego de mesa, puede ser la oportunidad perfecta de hacerle ver a tus hijos, lo afortunados que son por tener un equipo familiar con el cual contar siempre.
5. No muestres preferencia por ninguno
Quizás, sientas mayor empatía con uno de tus hijos más que con otro. Es probable que tus gustos e intereses se asemejen más al de tu hija mayor que al de tu hijo menor. Sin embargo, es importante que te abstengas de hacer evidente dicha situación. El mostrar preferencias o mayor inclinación por alguno de ellos, puede ser una de las peores formas de dañar su relación como hermanos.
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6. Anímalos a pasar tiempo juntos de vez en cuando
Un concierto de su grupo favorito, un viaje o una simple caminata como hermanos, puede ser un momento de comunión que los ayude a fortalecer su hermandad. Así es que, de vez en cuando, anímalos a pasar tiempo a solas. Es decir, solo ellos como hermanos. Te darás cuenta que esos momentos les serán de gran ayuda para armonizar aquellos aspectos que los hacen ser personas diferentes.
Finalmente, no olvides que cuando los años pasen y tus hijos miren hacia atrás, algunos de sus recuerdos más maravillosos serán, precisamente, esas pequeñas rencillas y reconciliaciones que después de todo, los convirtieron en mejores amigos y hermanos.