Tuve que cubrirle los ojos a mis hijos para darles esta gran lección
Este acto dejó una impronta en mis hijos y les enseñó algo que no olvidarán jamás.
Fernanda Gonzalez Casafús
“Mamá, ¿por qué ese señor tiene un bastón blanco?” Me preguntó mi hija mayor en la calle, mientras el más pequeño miraba con rareza. Les expliqué rápidamente que el hombre era ciego, y luego me di cuenta que el interrogante de mis hijos abriría la puerta a una gran lección.
Una vez escuché decir a un pedagogo que los niños aprenden a través de las emociones. Tener en cuenta ésto es fundamental si queremos que nuestros hijos aprendan de todo en la vida, pero por sobre todas las cosas, si queremos que aprendan y construyan valores.
Entonces, hice un experimento
Cuando llegamos a casa les dije a mis hijos que jugaríamos un juego. Tomé dos trapos y cubrí los ojos de ambos, asegurándome que no pudieran ver. Luego les pedí que caminaran tratando de no chocarse con nada, o que intentaran encontrar su juguete favorito.
Lo que fue un juego se convirtió en una gran lección. Al quitar las vendas de los ojos, les pedí que recuerden al señor que caminaba con un bastón, y les dije que así se sentía una persona ciega, pero que sin embargo, ellos podían hacer muchas cosas de las que ellos hacen aún con sus ojos abiertos, y ello era digno de nuestra admiración.
Entendiendo a quienes son diferentes
Este simple ejercicio sirvió para mostrarle a mis hijos que no todos somos iguales y que hay personas que tienen discapacidades físicas con las que deben convivir a diario, y no por ello se dan por vencidas.
Pero además, les recalqué que mofarse de una persona sólo por el hecho de que no es igual a nosotros o porque no comparte los mismos gustos, es algo repudiable. El buen ejemplo comienza por casa, y si tú sueles hablar del aspecto físico de otras personas, tus hijos sabrán entonces que ello es un valor necesario para ser aceptados.
Debemos enseñar a nuestros hijos a ser comprensivos y a entender que todos somos diferentes. Tu hijo necesita saber que no hay una etnia superior o una religión o nacionalidad mejor que la otra. Lo que tu hijo necesita saber es que debemos respetarnos entre nosotros, y que debemos tratar al otro como nos gustaría que nos traten.
La clave es la empatía
Enseñar a nuestros hijos a ponerse en el lugar del otro es una gran habilidad de la cual sacarán mucho provecho en su vida. La empatía nos ayuda a comprender, a ser solidarios, a saber relacionarse con los demás de manera positiva y a conocerse a uno mismo.
Comienza por ti mismo: Sé empático con tus hijos. Intenta comprender sus emociones y no te enfades de buenas a primeras. Escucha. Analiza. Pregunta. Si tú te pones en su lugar, podrás comprenderlo mejor.
Conversa con ellos a diario: Intenta mantener conversaciones acerca de las diferencias, de las desigualdades sociales o del flagelo del bullying en las escuelas. Intenta poner ejemplos donde tu hijo se ponga en el lugar de otro.
Enséñale a manejar sus emociones: Cuando un niño aprende desde pequeño a gestionar sus emociones, tendrá la capacidad en un futuro de comprender las emociones de los demás. Trata de enseñarle a poner en palabras lo que le sucede. Cuando un niño dice “estoy enojado” o “estoy triste” ha iniciado el camino de conocimiento de sus emociones, y eso es algo positivo.
La discriminación es un hecho tan triste como real y sucede a diario en el mundo entero. Si desde casa aportamos nuestro grano de arena haciendo que nuestros hijos comprendan y valores las capacidades diferentes de los demás y la desigualdad, estaremos contribuyendo a una sociedad mejor.