Un niño nos enseña el verdadero significado de la generosidad
En un mundo donde la desesperanza cubre los rostros de miles de personas necesitadas de aliento, zapatos, comida o simplemente una sonrisa, tú puedes marcar la diferencia.
Diana Cantor Martinez
Mientras buscaba la mejor manera de abordar el tema de la generosidad y la capacidad de dar, me encontré en internet con esta historia: Un niño de diez años ingresa a una heladería y se acomoda en una mesa esperando a que la camarera venga a atenderlo. Finalmente, la camarera se acerca a tomar el pedido del niño. El niño le pregunta:
—¿Cuánto cuesta un helado de chocolate con nueces?
—Cincuenta peniques —respondió la camarera.
El niño sacó un puñado de monedas de su bolsillo y empezó a contarlas.
—¿Cuánto cuesta un helado solo? —volvió a preguntar.
La camarera ya se encontraba un poco impaciente.
—Treinta y cinco peniques —respondió bruscamente.
El niño volvió a contar las monedas y dijo:
—Quiero el helado solo.
La camarera regresó con el helado y, un poco molesta, lo colocó sobre la mesa junto a la cuenta y se fue. El niño terminó su helado, pagó en la caja y salió. Cuando la camarera regresó y empezó a limpiar, allí, ordenadamente sobre la mesa, había veinticinco peniques: ¡su propina!
Haciendo cuentas, encontré el verdadero mérito del niño en esta historia y una respuesta a lo que significa dar. Treinta y cinco peniques que costó su helado, más veinticinco que dejó a la camarera de propina, suman sesenta peniques. El niño hubiera podido comer su helado de chocolate con nueces y aun así le sobraría para dejar propina a la camarera. Pero en lugar de ello, su corazón generoso lo llevó a renunciar a algo que quería para dar un poco más.
Dar significa renunciar a lo que es importante para ti
La historia es una gran lección de lo que significa dar verdaderamente y con el corazón. La verdadera virtud no está en dar lo que te sobra o lo que no quieres en tu vida. Eso es fácil porque no implica ningún sacrificio, ninguna renuncia, no hay realmente mérito en ello.
Dar incondicionalmente
Otra característica de la verdadera generosidad está en la capacidad de dar sin esperar nada a cambio. Muchas personas son dadivosas tan sólo esperando algo a cambio. Dan amor, regalos, propinas, ayudan a los necesitados y hacen favores, pero siempre esperan retribución. En realidad, en su corazón no habita la generosidad, en lugar de ello se encuentra el desasosiego y la frustración cuando no reciben lo que esperan a cambio de lo que dan.
La única recompensa que debes esperar es la satisfacción personal de saber que hiciste el bien a alguien, saber que gracias a ti alguien sació su hambre o recibió un consejo, un abrazo, abrigo, compañía.
Dar con alegría
La bondad y la generosidad abundan en aquel que es capaz de renunciar a algo para darlo a otro que lo necesita, y lo hace con alegría, con entusiasmo, con verdadero regocijo.
En un mundo donde la desesperanza cubre los rostros de miles de personas necesitadas de una palabra de aliento, de un par de zapatos, de un plato de comida o simplemente de una sonrisa, tú puedes marcar la diferencia. Sin esperar aplausos, agradecimientos, ni retribuciones, ¡da un poco de ti mismo!
Lee en este otro artículo cómo puedes demostrar a otros un interés sincero.