Un tema tabú: el suicidio infantil
Frente a un intento suicida, es preciso investigar qué intención hay detrás.
Marta Martínez Aguirre
Descubrí a Afonsina Storni antes de los diez años. Un cáncer de mamá le mutiló un seno, y a nosotros su poesía. Dice Mercedes Sosa, en una zamba de Ariel Ramírez y Félix Luna, lo siguiente:
“Sabe Dios qué angustia te acompañó
qué dolores viejos calló tu voz,
para recostarte arrullada en el canto
de las caracolas marinas.
La canción que canta en el fondo oscuro
del mar, la caracola.
Te vas Alfonsina con tu soledad,
¿qué poemas nuevos fuiste a buscar?”
Alfonsina Stroni sumida en una depresión decidió suicidarse. Hoy en día el suicidio también sigue cobrando vidas. Es una palabra que evoca soledad, miedo, angustia y crisis. El suicidio nos interpela a todos. Nos convoca para tender una mano al alma abatida y entregada a los cantos de sirena de la muerte autoinfligida. Las estadísticas mundiales asustan, impactan, quiebran el alma y duelen hasta la médula. Pero muy pocas de esas estadísticas hablan de un suicidio que no se nombra, se esconde y se oculta: el suicidio infantil.
¿Cómo un niño va a desear morir? El suicidio infantil es un tabú, no se habla y hay pocos estudios académicos al respecto. Las razones que llevan a los niños a suicidarse son muy diferentes de aquellas que determinan a los adultos. Si bien es difícil de diagnosticar, no significa que no podamos ver signos. Aquí señalo algunos de ellos:
Causas emocionales
Depresión infantil, trastornos de conducta. La mayoría de los niños no buscan morir, sino calmar sus estados de angustia y tristeza, muchas veces ignorados o anestesiados con medicación.
Causas familiares
Acontecimientos dolorosos como el divorcio de los padres, la muerte de figuras significativas, el abandono, la violencia en el entorno familiar, la negligencia en el cuidado, el maltrato, situaciones de pobreza, son factores que pueden incidir en la decisión del niño a entrar por una puerta falsa, hacia algo que se presume mejor.
Incomprensión de la muerte
En los video juegos y los dibujitos animados, los personajes adquieren muchas vidas luego de morir, lo cual puede interpretarse de diferentes maneras según la edad del niño:
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En menores de 2 años, no hay comprensión sobre la muerte
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Los niños entre 2 a 6 años, elaboran un conocimiento de tipo místico: creen que la muerte es reversible y temporal.
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Niños que van de los 6 a 9 años de edad, logran comprender concretamente qué es la muerte y ésta se personifica.
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Los mayores de 9 años se dan un concepto abstracto, aparece en ellos la angustia existencial y la simbolización de la muerte.
En suma, los niños no ven la muerte como irreversible. En la fantasía, ellos piensan que es posible modificar esa situación: “Voy a estar mucho mejor acá”.
Falta de esperanza en el entorno
La pobreza, el desempleo, la falta de proyección familiar también inciden. Si en el entorno familiar todo se ve gris y sin salida, es muy difícil que el niño sienta que puede mejorar su calidad de vida. El manejo inadecuado de las crisis familiares afecta a los niños. Si un niño ve a los adultos llorar, gritar y violentarse frente a una pérdida amorosa, económica o de otra índole, puede sentirse indefenso e inseguro, buscando en la muerte una contención.
Hipercriticismo
Hay padres que sólo ven errores en sus hijos, y otros que solo ven al hijo idealizado. Ninguno de los dos tipos de padres ven a su hijo como en realidad es. Esas miradas tan contrarias pueden llevar a que el niño no logre poseer una idea clara del amor de sus padres, dado que ninguno logra verle tal como es.
Otros factores
El acoso escolar, la orientación sexual, pertenecer a una minoría social, tener problemas de aprendizaje pueden encontrarse entre los factores que detonen un suicidio infantil. Un niño que es sometido a burlas por ser diferente al resto, pueden generar un monto de angustia tan importante que es difícil manejar sin ayuda.
Frente a un intento suicida, hay que investigar qué intención hay atrás de ese acto. Es necesario que como familia se comprenda que la conducta suicida siempre indica un desajuste que requiere tratamiento psicológico, psiquiátrico o ambos, según sea el caso. Los pedidos de ayuda, los deseos de llamar la atención, la necesidad de decir “estoy sufriendo” pueden ser mensajes enviados con un acto suicida. Cómo prevenirlo será tema de otro artículo. Mientras, dedícate a amar a tus hijos.