Una tabla de salvación para un matrimonio a punto de naufragar

Se habían casado llenos de ilusión, ahora ambos estaban listos para firmar su divorcio.

Diana Cantor Martinez

Juan Luis miraba impaciente su reloj, no veía la hora en que por la puerta del despacho cruzara Ana. Estaban a punto de firmar el divorcio. Mientras esperaba recordó cómo tan solo seis años atrás, él también había sido el primero en acudir a la cita que entonces consideró la más importante de todas, el inolvidable día de su boda con Ana.

Absorto en sus pensamientos, fue interrumpido por el juez, quién ingresó rápidamente al despacho. Todo estaba listo, después de varias reuniones con abogados, había llegado el momento de firmar y quedar libres para siempre.

Mientras el juez preparaba los documentos, llamó la atención de Juan Luis:

―Hoy es mi último día de trabajo, acabo de jubilarme, al parecer por mi edad mi misión aquí ha terminado.

Juan Luis movió la cabeza en signo de aprobación mientras le decía:

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―Disolver matrimonios ¡vaya misión la que le ha sido encomendada!

El juez sonrió. Juan Luis estaba verdaderamente inquieto. Miraba su reloj y golpeaba con su bolígrafo el escritorio. De pronto, el juez, que había terminado de preparar los documentos, le dijo:

―No se inquiete. Su esposa está citada para las cuatro de la tarde, y a usted lo cité una hora antes porque me gustaría que conversáramos un rato. Verá usted, Juan Luis, cuando me entregan un caso, lo primero que pregunto es cuál de los dos se quiere divorciar. Por eso estamos aquí. Ahora bien, si le pregunto cuáles son los motivos, creo que no nos alcanza una hora para que usted pueda justificar su decisión. Solo déjeme decirle algo: usted no escapa de un mal matrimonio, intenta escapar de usted mismo. Para cuando se reencuentre y se dé cuenta de que el matrimonio exige amor a Dios, sacrificio, compromiso, lealtad y perseverancia, ya será demasiado tarde con Ana y, a lo mejor, muy tarde para que alguien quiera estar a su lado. Tal vez usted de todas maneras firme hoy este papel, pero nunca se olvide de estas palabras: ¡A donde quiera que vaya, irá con usted mismo!”

Juan Luis permanecía en silencio tratando de reflexionar, mientras se percataba de la verdadera misión del juez. Pasaron quince minutos cuando al fin apareció Ana. Destrozada, pero valiente, saludó con timidez y se sentó. El juez se retiró unos minutos del despacho, tratando de darles un espacio. Sentados en frente del escritorio, cada uno a su manera buscaba fuerzas para no renunciar. Inesperadamente, Juan Luis deslizó su mano y tomó la de Ana. Ella estaba derrumbada así que empezó a llorar mientras él la abrazaba.

―Vamos, Ana. Te invito a comer― le invitó Juan Luis.

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La tabla de salvación

Muchos son los consejos y sugerencias que pudiera enumerar aquí buscando la manera de dar una luz para salvar un matrimonio que está a punto de naufragar. Sin embargo, en esta oportunidad quiero hablarles de la que considero la verdadera tabla de salvación para un matrimonio que ha perdido toda esperanza y amenaza con disolverse:

El amor a Dios

¿Te imaginas qué persona serías si la presencia de Dios habita en tu corazón permanentemente? ¿Cómo sería tu vida conyugal, si fuera guiada por los principios del amor, el perdón y la reconciliación que promueve Dios a través de las sagradas escrituras?

Cuando Dios habita en tu corazón, te conviertes en una persona capaz de prodigar amor y respeto sin dejar de ser humano: sigues sintiendo, pero eres más sabio para enfrentar las situaciones difíciles, para canalizar la ira y los sentimientos negativos.

Para finalizar, las sagradas escrituras en 1 Corintios 13:4-7 nos dice: “El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso, ni fanfarrón, ni orgulloso, ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas. No se alegra de la injusticia, sino que se alegra cuando la verdad triunfa. El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia.”

Considera si tu amor es de esa calidad.

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Diana Cantor Martinez

Hay un momento de la vida en que descubrimos que necesitamos un cambio para poder avanzar y crecer reconoce el momento y no pierdas la oportunidad.