Viudo, y con 6 hijos, así es como este hombre superó el peor de los obstáculos

Dios les da batalla a sus mejores guerreros. Una historia de Fe, lucha y superación.

Marilú Ochoa Méndez

Jacob Evans pensaba que ya la vida había sido lo suficientemente dura con él.  Había perdido a su madre en un accidente automovilístico años atrás. Además de la tristeza de su partida, tuvo que superar la adversa reacción de su hijo mayor, quien tenía una relación muy cercana con su “nana” y por su condición de autismo, sufrió mucho la pérdida.  El proceso de acompañamiento de Spencer, fue muy complicado para Kathie (su esposa) y para él, pero juntos, habían logrado reponerse.

Ahora, acababan de enfrentarse a la adversidad nuevamente.  Sus hijas gemelas habían nacido tres meses antes de término (prematuras), y llevaban días en el hospital. Había sido una experiencia difícil turnarse a cuidar a sus cuatro hijos en casa, para poder visitar a Hannah y Sara en el hospital de UCLA que se encontraba a una hora de su casa, pero estaban lográndolo.

Ese viernes por la noche, Jacob esperaba la llegada de su esposa de sus frecuentes visitas a sus bebés, pero Kathy no llegó. En su camino de regreso, un hombre alcoholizado provocó un accidente que le quitó la vida. La gran prueba, acababa de comenzar.

¿Cómo salir adelante solo con sus seis hijos?

A la mañana siguiente, Jacob explicó de la mejor manera que pudo a sus hijos la pérdida de su madre. “Dios quiere pedirnos una prueba de fe, y mami no regresará a casa“, les dijo. Cuando las palabras llegaron hasta el fondo del corazón de sus hijos, la tristeza comenzó a brotar.

Afortunadamente, la comunidad de Santa Clarita en California, donde vivía la familia Evans, estaba preparada para acompañar a la familia.  Procuraron brindar todo el consuelo a los cuatro pequeñitos, e incluso se turnaron para visitar a las gemelas en el hospital, donde siempre tenían unos brazos amorosos que las sostenían.

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Antes de comenzar a preocuparse por la organización diaria como padre solo, varios vecinos se ofrecieron a llevar a sus hijos que no asistían a las mismas escuelas, para aligerar la carga de Jacob.  La delgada línea de autocontrol que Jacob procuraba mantener para dar serenidad y esperanza a su familia, se iba fortaleciendo cada vez, pues así como ésta, le fueron lloviendo bendiciones de Dios.

Dios nos cuida como un padre

Con el complicado estado emocional de Jacob, tenía mucho miedo de la reacción de su hijo Spencer a la muerte de su madre, quien ofrecía una gran contención emocional a este pequeño, a menudo incomprendido.  Su sorpresa fue muy grande al ver que a pesar de que pasaban los días, Spencer no se quebraba.

Su emoción fue mas grande cuando se dio cuenta que lo aprendido por su hijo mayor tras la muerte de su abuela, lo había preparado en cierto modo para este difícil momento.

Iniciativas como recolectar dinero y regalos para los niños hicieron sentir abrazos desde el cielo a la famila Evans.  Los pañales que la comunidad consiguió para las gemelas, ¡duraron mas de un año!

Sabiendo que no podrían depender siempre de la buena voluntad de sus vecinos, una sobrina de Kathie y Jacob, Christina Hodson, se ofreció a dejar durante algunos semestres la Universidad, para vivir con la familia Evans y ser “niñera de tiempo completo” de los seis pequeños.

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De esta manera, se ocuparía de las pequeñas y podría atender con más orden a los cuatro mayores. Para la familia y comunidad fue muy claro cómo la mano providente del Padre Dios seguía manifestándose con detalles grandes y pequeños llenos de ternura.

¿Listo para volver a empezar?

Jacob Evans afirma con decisión que la última y más grande bendición, fue la menos esperada.

Solamente unas semanas antes, después de acostar a sus seis hijos, Jacob no pudo más,  y se derrumbó en el piso de la habitación pidiéndole a Dios consuelo y apoyo.  Le era muy difícil ser el proveedor económico y dar atención completa a sus seis hijos, y se sentía muy abrumado.  Procuraba ser fuerte, y confiar siempre en Dios, pero sus fuerzas humanas se encontraban al límite.  Estaba pasando por una gran noche oscura a la que no veía fin.

Al poco tiempo, y por una hermosa casualidad (que él sabe que fue la respuesta a sus oraciones) se encontró por casualidad el perfil de una mujer que hizo nacer en su corazón una chispa de esperanza.  Tal vez estaba listo para dejar entrar alguien en su vida que colaborara con él en la titánica tarea de atender a su hermosa familia.

El nombre de la mujer era Marin Arnell, y aunque Jacob no comprendía por qué, algo en ella le hacía pensar que tal vez había encontrado a la mujer que quisiera compartir la vida con él, que había llegado respondiendo a sus intensas oraciones al Padre Providente.

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Caminar hacia adelante

Con gran delicadeza, Jacob y Marin comenzaron a intercambiar mensajes, con lo que la certeza del corazón de Jacob se había cada vez más fuerte.  Luego de hablar con algunos parientes que habían experimentado matrimonios luego de la viudez, en la segunda visita que hizo Marin a Santa Clarita a convivir con la familia, conoció a los padres de Kathy, y a partir de ese momento, todo comenzó a fluir. La pareja decidió comprometerse.

Una mujer excepcional

Las bendiciones sobre la familia llegaban a manos llenas, y se hacían patentes con la recepción de los seis pequeños hacia Marin.  Ella fue muy sabia, pues nunca quiso ocupar el lugar de Kathie, sino que amó a los niños como si fueran suyos, y los invitó siempre a guardar amorosamente el recuerdo de su madre, que los esperaba en el Cielo y había mandado a otro ángel a compartir la vida con la familia.

“Su corazón es tan grande, que puede amar a todos mis hijos, y además, tiene espacio para amar a Katie y a mí también.  Es el mejor ejemplo de un comportamiento cristiano que he visto en mi vida”, afirmó Jacob Evans.

¿Has experimentado el amor de Dios en tu vida como ellos?

Historias como estas, se repiten todos los días en la vida de personas que depositan su fe y esperanza en Dios, y que no olvidan lo que menciona Dios en el capítulo 43 del libro de Isaías: No temas, porque yo te he redimido, te he llamado por tu nombre; mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo, y si por los ríos, no te anegarán; cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama te abrasará. 

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.