Vivir a ambos lados de la frontera: una ilusión de quien no puede decidirse
Si transitas por tu existencia con un pie de cada lado, seguramente la infelicidad es tu compañera de viaje. ¿Con un pie en cada lado? Define tu vida.
Marta Martínez Aguirre
La ciudad de Rivera, en el norte de Uruguay, es realmente hermosa, y tiene numerosos atractivos turísticos, pero quizás uno de los más curiosos es que el límite territorial entre este país y Brasil no es visible como en otras fronteras. No existen vallas, muros, ríos, montañas o algún accidente geográfico que marque un corte entre una nación y la otra.
A la frontera se le llama “Frontera de la Paz”, y lo que le da una característica única en el mundo es la existencia de una plaza llamada Plaza Internacional Rivera-Livramento, conformada con cierta particularidad que la hace única en el mundo: es una plaza binacional. Es muy común que los turistas se fotografíen con un pie apoyado de un lado del Uruguay y con el otro del lado brasileño, pero en realidad es imposible determinar el límite preciso. Es una ciudad donde prevalece el tránsito de personas libremente entre ambas ciudades fronterizas; hay un libre intercambio de mercaderías y la integración social es plena, inclusive los idiomas se han mezclado en uno nuevo, conocido como “portuñol” (mezcla de portugués y español).
El doctor en Psicología y logoterapeuta, Claudio García Pintos, dice que “el hombre es un ser en tránsito… arrojado en la existencia está llamado a hacer de su cronología una historia significativa, de su biografía una existencia”. El hombre está llamado a ser un peregrino que avanza hacia un lugar sagrado. Lo sagrado para unos puede ser el cielo, la vida eterna o como le deseen llamar, pero más allá de las creencias, lo sagrado está en responder al cumplimiento de tu existencia como mujer y como hombre. ¿Con un pie en cada lado? Define tu vida, porque no es posible vivir a ambos lados de la frontera.
Alcanzar la mejor versión de ti debería ser tu norte, tu meta cotidiana, pero teniendo en cuenta que no puedes tener un pie en cada lado, porque para avanzar es necesario animarse a cruzar las fronteras. Quisiera compartir contigo algunas enseñanzas que la vida me ha dado respecto a esto:
Conoce a tus ancestros
Tengo amigos cuyos ancestros atravesaron las llanuras del Oeste americano para entrar en el Valle del Lago Salado. Llegaron en carros de mano, caminando miles de kilómetros al tiempo que tiraban de sus pertenencias detrás de ellos, para vivir con plenitud su fe. En mi caso, yo he sido la pionera en materia de fe, pero si pienso en valores, sin lugar a dudas debo honrar a mis abuelos, que llegaron a Uruguay emigrando de España, defendiendo sus ideales sociales y culturales vascos, dejando atrás muchas de sus pertenencias más preciadas, pisando mi tierra con una o dos mudas de ropa, pero con un corazón lleno de esperanzas. Al pensar en sus sacrificios para adaptarse a una nueva cultura, encontrar trabajo y formar una familia, veo la bendición de la que soy heredera, porque tras de sí sembraron valores como la solidaridad, el compañerismo, el respeto por el otro, la honestidad, entre tantos más que están presentes en mis venas. William R. Walker dijo, “Cuánto más cerca nos sintamos de nuestros antepasados justos, más probabilidades hay de que tomemos decisiones sabias y justas”. Comienza hoy a recabar información sobre las historias de fe y sacrificio que llevaron a tus antepasados a vivir la suya, poseer sus valores morales y espirituales. Seguramente a la hora de decidir, o posicionarte en la frontera, quizás el recuerdo de sus vidas y sacrificios pueda ser un faro que te guíe y puedas avanzar.
Deja de lado la nostalgia
Si vives pendiente del pasado no puedes vislumbrar la tierra prometida. Tal vez a veces tengas deseos de volver a tu propio Egipto, ya sea éste una adicción, una conducta, una religión o un amor perjudicial; pero recuerda que esto no te dejará crecer. Los corazones nostálgicos tienden a victimizarse por lo vivido o no vivido. Tu existencia tiende a estar atada al auto-reproche por lo que hiciste o dejaste de hacer, te vuelves vulnerable y propenso a recordar con distorsiones. Por eso, pon la mira en tu propia tierra prometida, camina con los ojos de la fe en lo que vendrá y vence la nostalgia que paraliza.
No seas “llame ya”
Pregúntate si no estás dejándote vencer por la prisa desesperada, sobrevalorando el presente y haciendo de él algo tan estrecho y reducido que no dejas lugar al porvenir. Vivir en el “llame ya” reduce al instante los sueños, ahogándolos en el río de la ansiedad. ¿Eres de las que suele decirse “mañana Dios dirá? Si es así, estás agotando los proyectos a la inmediatez quedándote luego vacía y con angustia. Deja lugar a la espera, ten paciencia y sé previsora.
No quieras ser una “conquistadora”
Si vives pendiente de una lista de conquistas, vives atrapada en la exigencia de las metas a cumplir como si tu existencia fuera una carrera de obstáculos. Es de alguna manera alimentar tus fronteras, dejando empobrecido tu territorio (tu vida espiritual, familiar y social). He visto en el trabajo como logoterapeuta que esta es una característica de estos tiempos, vivir bajo el apremio del éxito y la medalla, pero a la larga dejándose conquistar por lo que en un principio era la conquista (“Yo puedo salir de esto”, “Dejo el cigarro cuando quiera”, “Tengo control”).
Ata tu carro a la estrella
Leonardo da Vinci decía, “Ata tu carro a la estrella”. Y tu estrella puede ser algo o alguien, mírala cada día y aun cuando algunas veces caigas, ella te iluminará el camino hacia la cima. Piensa en tu estrella, ¿tu fe?, ¿tu familia?, ¿tu honestidad?, ¿tu perseverancia? Sea cual sea, no dejes que se apague dentro de ti.
Es realmente una experiencia singular tener un pie y otro en un país distinto, pero tratándose de la vida es muy peligroso. Opta, cruza y vive.