Vivir feliz es una decisión

No necesitamos nada para ser felices. La felicidad nace con nosotros, pero siempre la dejamos a un lado porque nos concentramos en alcanzar metas para ser exitosos ante la sociedad. En nosotros está tomar la decisión de ser felices.

Andrea Echeverri Gutierrez

Todos queremos ser felices, pero muchas veces no sabemos cómo. Cada mañana nos despertamos a la misma hora con el propósito de cumplir una agenda, de llevar una rutina, de realizar unas labores determinadas, con la vaga creencia de que de esa manera algún día seremos felices. Se nos van los minutos, las horas, los días, los meses y los años haciendo cosas que no nos gustan, a fin de conseguir un salario con que pagar las cuentas, la casa y el automóvil. Hasta que un día la vida nos sorprende agotados, vacíos e infelices.

A pesar de que la realidad nos muestra que tanto esfuerzo ha sido en vano, que la felicidad no forma parte de nuestras vidas, la rutina toma posesión de ese momento y nos grita que se trata de tonterías; que si seguimos trabajando y sobreviviendo de la misma manera algún día alcanzaremos la tan ansiada felicidad.

Se forma entonces un conflicto entre la realidad y la rutina. Por un lado, no podemos dejar de sentirnos vacíos e infelices y, por el otro, no somos capaces de dejar la rutina, o de buscar la felicidad a pesar de ella. Y si tenemos suerte esa dualidad nos da respuestas al por qué, a pesar de hacer lo que nos han dicho y lo que nos han programado para hacer, no hemos alcanzado la felicidad.

Yo tuve la suerte de encontrar esa respuesta una tarde en que mi hijo llegó feliz del jardín de niños, con la sonrisa más sincera que jamás había visto y la mirada más brillante que pueda tener alguien. Tan pronto como entró al apartamento sacó de su bolsillo una cápsula verde que contenía muchos papelitos de colores cortados en tiras, y me lo mostró con su rostro resplandeciente como si fuera un tesoro.

La escena me dejó ciertas enseñanzas que hoy quiero compartir contigo:

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La felicidad no es un destino

Siempre nos han enseñado que alcanzar la felicidad es la meta máxima del ser humano. Sin embargo, nosotros nacemos felices y, a medida que crecemos, dejamos eso de lado por estar buscando lo que la sociedad nos impone. La felicidad no es un lugar al que llegar, sino una trayectoria que disfrutar.

La felicidad está en las cosas más pequeñas

Son tantos los paradigmas y tantas las exigencias que nos impone la sociedad que olvidamos ser felices y nos dedicamos a conseguir cosas y más cosas para demostrar que somos exitosos. Y en ese trabajar para cumplirle a los demás pasamos por alto las diminutas cosas que en realidad están cargadas de felicidad: el amanecer y el anochecer, el sol y la lluvia, la sonrisa sincera de nuestros niños, la inagotable y colorida riqueza de la naturaleza. En fin, muchas cosas.

La felicidad es una decisión

Cumplir con la sociedad no es malo, pero vivir infelices a pesar de las dificultades que se nos presentan en el camino de la vida, sí lo es. Nada ni nadie nos puede hacer felices, solo nosotros mismos a través de un propósito de permanecer felices aunque parezca no haber motivos para ello.

Desde aquella tarde en que mi hijo llegó tan contento a casa me propuse vivir feliz. Por eso disfruto cada pequeña cosa que me recuerda la grandeza de Dios y la hermosura de la vida. Por eso pinto mis días con los colores de esos papelitos que me enseñaron a ver la vida con la mirada de un niño.

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Andrea Echeverri Gutierrez

Andrea Echeverri Gutiérrez es colombiana; Comunicadora Social y Periodista con estudios especializados en Gerencia del Servicio. Ha obtenido dos premios otorgados por la Universidad de la Sabana a varios de sus poemas. Es casada y tiene un bello hij