“Yo no ayudo a mi mujer con los niños ni con las tareas del hogar”, la confesión de un psicólogo que tiene a las mujeres con los pelos de punta
¿Tu esposo cree en lo mismo?, tal vez debería.
Mariel Reimann
La resonante afirmación del psicólogo Alberto Soler Sarrió, que muchos encuentran un tanto ‘machista’, ha causado más de una reacción, pero todo cambia cuando lees el resto del contenido de su publicación que ha sido compartida miles de veces en las redes.
Sarrió, quien es un psicólogo casado y padre de dos hijos, causó una polémica que, en realidad, es hermosa
Su publicación dice: “antes de tener hijos yo nunca he sido de esas parejas o maridos que ayudan a su mujer con las tareas de casa”.
“Pero es que mi mujer tampoco me ha ayudado nunca”.
“Y cuando llegaron los hijos las cosas siguieron más o menos igual: ni le he ayudado con la casa ni ahora con los hijos. Habrá alguno que aún no haya pillado de qué va la cosa y esté pensando maravillas sobre mí y apiadándose de mi mujer (¡pobrecita, menudo le ha tocado!). No, yo no ayudo a mi mujer con los niños porque no puedo ayudar a alguien con algo que es mi entera responsabilidad”.
Las tareas del hogar NO son patrimonio ni del hombre ni de la mujer
Luego sigue con uno de los planteos más igualitarios que yo, particularmente, jamás he visto: “los hijos, al igual que las tareas domésticas, no son el patrimonio de nadie: ni pertenecen a la mujer ni pertenecen al hombre. Son responsabilidad de ambos. Por este motivo me llega a ofender cuando, de modo muy bienintencionado (soy consciente) me halagan con “lo mucho que ayudo a mi mujer”. Como si no fueran mis hijos o no fuera mi responsabilidad. Hago, con mucho esfuerzo y mucho gusto ni más ni menos que aquello que me corresponde. Al igual que mi mujer. Y por mucho que me esfuerce nunca podré llegar a hacer tanto y tan bien como hace ella”.
Un principio que NO debería ser noticia por que debería ser visto de igual forma
Si nos ponemos a pensar, aquellos que tenemos un trabajo fuera del hogar, por el que recibimos remuneración, lo hacemos sin la ayuda de nadie. Es decir, nos contratan para hacer algo por lo que nos pagarán, y pasa a ser nuestra completa responsabilidad y, en la mayoría de los casos (sino, en todos), no podemos pedirle alguien más que haga el trabajo por nosotros; a menos que estemos hablando de un subcontratista.
La familia, por la que no se recibe dinero a cambio sino amor, es una institución similar en la que sus miembros entran con la sola obligación de amarse y respetarse procurando el bien y la felicidad de todos sus miembros. Por lo tanto, cada uno está, de cierta forma, obligado a hacer lo que sea necesario para mantener esta institución a flote.
La igualdad en el ‘patrimonio’ sobre las tareas del hogar puede ser la fórmula para una familia feliz
Esto no se trata de machismo y feminismo, sino de igualdad. Si queremos referirnos a ‘nuestra’ familia, entonces todos debemos cubrir la parte que nos toqué ese día para que todo siga a flote.
Aunque hay roles con los que los hombres o las mujeres se sienten más identificados, ninguno es privativo de un género a la hora de mantener una familia. Así como una mujer está totalmente capacitada pata lavar un vehículo, un hombre lo está para planchar, lavar, cocinar y hacer otras tareas en el hogar.
“La diferencia entre un matrimonio feliz y uno miserable: las tareas domésticas”
Este título publicado en The Atlantic, fue el titulizado para revelar el resultado de una encuesta que se dio a conocer en 2007 por Pew Research Poll en el que se llegó a la conclusión de que compartir la responsabilidad por las tareas del hogar es sumamente importante para el éxito en la pareja.
Increíblemente, aunque muchos dicen que esto es un concepto moderno (que no lo niego), la encuesta no presentó variación entre las personas que participaron a pesar de la edad o estado civil, es decir, las personas mayores, también piensan lo mismo.
El secreto No está en acusar al otro no ayudar, sino en saber compartir el patrimonio de las tareas en el hogar
Muchos hombres y mujeres caemos en el error de no dejar que nos ayuden, o mejor dicho, que nuestra pareja participe activamente en las tareas del hogar, protestando después por la falta de acción por parte del otro.
Y, la respuesta a esta situación, es más fácil de lo que parece, sólo hay que ponerla en práctica.
El matrimonio o la familia es como todo nuevo en la vida; tener un hijo, casarse, cambiar de trabajo, etc. Somos ‘animales’ de costumbre y nosotros somos quienes bien o mal acostumbramos a nuestras parejas.
Para lograr sentirse igualmente responsables por las tareas del hogar, debemos comportarnos dejando saber a los demás que así es como las cosas funcionan y no haciéndonos las propietarias de ciertas tareas y luego protestar.
La comunicación es lo más importante
Para que exista el éxito en una relación hay tres elementos que son imprescindibles: el amor, el respeto y la buena comunicación. Recuerda que no te casaste con un adivino y que el cambio comienza con la comunicación (no los gritos o los reclamos innecesarios).