A veces también tú necesitas tu propio Getsemaní

Sé que con tu amargura y la rabia, se mezcla la pregunta: ¿dónde estaba Dios cuando me pasaba esto? A veces también tú necesitas tu propio Getsemaní.

Marta Martínez Aguirre

Escenas de dolor cotidiano. La imagen de una foca desgarrada. El llanto de una mujer abandonada. Otro árbol talado en forma clandestina. Una cirugía a corazón abierto. La falta de trabajo. El dolor de un niño violentado. La culpa aferrándose a los barrotes. Una carretera ensangrentada. Un disparo a media noche. Un golpe seco en el vientre de una mujer encinta. Todos y cada uno de esos momentos también están colgados en la galería de cuadros que guarda en sus ojos. Escenas de ayer, de hoy y de mañana.

Respetuosamente me dirigí hacia allí. Seguía con los brazos abiertos, sus manos extendidas. Recorrí en silencio la Catedral Metropolitana de Montevideo, mientras acudían a mi mente la esponja con vinagre, los dados cayendo, las risas irónicas, los tajos en la piel de su espalda y sobre todo, su ternura por mí.

Amor profundo

Cuán grande es el amor de nuestro Dios, que manda a su Hijo a morir por unos seres olvidadizos que viven más preocupados por la velocidad de la fibra óptica, que de la salvación de su alma.

Estar vivos es más que respirar, es encontrar un sentido único y especial que cada uno debe descubrir. Lo cierto es que, cuando hallas el sentido a tu existencia, muchas veces ha sido el resultado de una agonía que te remitió a la cruz en el Calvario. Quizá tomaste conciencia que eres parte de un plan de amor luego de alguna crisis. Cuando sufres un golpe duro, una mala jugada de la vida, cuando esa infidelidad te rasga la última ilusión, cuando tu espalda se dobla de dolor y miras el reloj y aún te quedan dos horas de trabajo, te pido que no mires solamente la cruz, el mazo cayendo, el manto tirado en el piso y María acribillada de dolor.

Sé que has visto el mal con tus propios ojos, pero no hay mal que no esté al alcance de los ojos bondadosos de Dios. Sé que con tu amargura y la rabia, se mezcla la pregunta: ¿dónde estaba Dios cuando me pasaba esto? Jesús también hizo la misma pregunta aquella tarde: “¿Por qué me has abandonado?”. Sabes, Dios no tiene hipoacusia.Lo supe cuando me dijeron que no podía tener hijos, cuando mamá murió el día de mi graduación, cuando papá cayó de un infarto, solo, en la parada del ómnibus. No tengo todas las respuestas a las aparentes ausencias de Dios, pero tengo mi experiencia.

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El poder de la fe

Yo me aferré a la idea que pronto sería domingo, el mal huiría a toda prisa en el alba, la risa de Satanás se apagaría y la piedra sería removida. La ausencia de hijos se llenó con la presencia de sobrinos, pacientes y mascotas. El dolor por mis padres se llenó con su presencia en mi vida, a través de valores, enseñanzas, herencias de tiempo y ternura compartida. Cuando crees que Dios está en silencio, atrapado en la tumba fría, es cuando más presencia tiene en tu vida. Llegas a tener una evidencia de esto cuando abres tu corazón y te dejas invadir por la fe.

Hay demasiadas lápidas en el cementerio con el nombre de personas descorazonadas. No seas tú una de ellas. No dejes que se mueran tus ilusiones. Levanta la frente del piso, alza tus ojos y mira la piedra girar. Dios remueve tu piedra, por intermedio de otros: familiares, amigos, vecinos que vendrán a sostenerte. Puedes tener la seguridad que en el plan económico de Dios, toda cosa que te sucede es valiosa y se cotiza en alza. Ya lo dijo el apóstol Pablo, “Lo que sufrimos en esta vida es cosa ligera, que pronto pasa; pero nos trae como resultado una gloria eterna mucho más grande y abundante” (2 Cor. 4:17 DHH).

No hay escena más triste que la de un Dios desnudo, golpeado, humillado y clavado en una cruz por amor a una humanidad que lo ignora. No hay escena más sublime y esplendorosa que la de la tumba vacía y tú, mirando dentro, siendo un testigo más del amor más grande.

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: