Estos jóvenes iban a divertirse, y la diversión terminó en esto.

¿Cómo ha podido el consumo de alcohol convertirse en un ritual central en el ocio de los adolescentes?

Marta Martínez Aguirre

Mientras limpiaba mi jardín, unos adolescentes se acercaron para pedirme unas hojas de menta. Apenas caminaron unos pasos, contentos con sus manojos de menta, escuché: “Ahora nos falta conseguir el hielo”. No fue difícil darme cuenta que la menta no era para hacer una infusión, sino un “mojito cubano”. ¿Cómo ha podido el consumo de alcohol convertirse en un ritual central en el tiempo de ocio de los adolescentes?

Hablar de disfrute colectivo entre adolescentes, es hablar de escenas llenas de entusiasmo, alianzas, confesiones, promesas de amor y sobre todo, mucho alcohol en el medio. El consumo de esta sustancia ha crecido de forma vertiginosa entre los adolescentes en las últimas décadas, a tal punto que es ya una conducta naturalizada en el paisaje citadino. Salir a divertirse implica pasar por ciertos ritos previos para organizarse antes de ir al lugar elegido, ya sea un baile, el estadio, un show musical o cualquier otro evento que convoque.

La adolescente

Así, cada fin de semana cientos de adolescentes ocupan los espacios públicos celebrando lo que en algunos países del cono sur se conoce como “la previa”. Se trata de un espacio de encuentro donde se dialoga, se visten, se intercambia ropa, ensayan pasos de baile, se confiesan secretos, delatan errores, se encuentran y se desencuentran cuerpos y, generalmente, todo sucede en compañía de diferentes bebidas alcohólicas que todos ingieren, sin distinciones de sexo, edad o nivel social. Este espacio medidado por el alcohol, puede prolongarse durante varias horas antes de salir a la calle.

Hace treinta o cuarenta años, consumir alcohol en público no era bien visto, mucho menos pensar que era divertido llegar a un estado de embriaguez. Hoy en día este fenómeno preocupa a padres y especialistas en todo el mundo. Te invito a reflexionar sobre algunos aspectos vinculados a este fenómeno que quizá nos ayuden a comprenderlo:

Adultos ausentes

Lo llamativo y preocupante de esta conducta es que “la previa” se inicia en un espacio privado, que puede ser la casa de alguno de los jóvenes. Es decir, en un espacio que debería ser contenedor, pero no cómplice. Uno se pregunta: ¿dónde están los adultos?

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Este encuentro previo requiere toda una coordinación e instrumentación, ya que muchos son menores de edad y no pueden acceder fácilmente a la compra de alcohol. Entonces, hay toda una logística, donde se asignan los roles a los más osados para comprar todo tipo de bebidas. En promedio, en un grupo de diez o doce adolescentes, hay una botella de vodka, tequila, ron, grapa, whisky y vino. ¿Ha cambiado tanto la mentalidad de los padres, sus pautas y valores, para que acaben accediendo a esta cultura de la dependencia? ¿O será que simplemente están en otro sitio, ocupándose de otras cosas?

Factores emocionales

Más allá de todas las explicaciones que pueda hacer como profesional de la salud, lo importante es que ciertos adolescentes, y cada vez más, están necesitando consumir alcohol en formas desproporcionadas para sentir que son aceptados, amados, incluidos y que poseen suficiente energía para abordar a la persona que dicen amar. Es todo eso, y también ausencia de referentes del mundo adulto que pongan límites, acompañen y celebren la vida junto a ellos.

La creciente soledad

Te puedo asegurar que el sentimiento de soledad es un factor central en ese consumo desmedido de alcohol en los jóvenes. Éste les proporciona el coraje necesario para enfrentarse al encuentro con el otro, ya sea una jovencita a quien confesarle sus sentimientos o para el matón que lo amenaza en el colegio. Abordar tanto a alguien del sexo opuesto como a una figura hostil, requiere valor y recursos emocionales que les permitan soportar el miedo, el rechazo, la burla y el fracaso.

Goce fallido

Lo más lamentable de esta “previa” es que muchas veces los jóvenes terminan sin ir a ningún lado, porque en esta reunión preliminar surgieron peleas, desencuentros, roces, insultos descalificadores, frustraciones, y el consumo de bebidas embriagantes es tal, que ya no tienen ánimo o fuerzas para ir a lo previamente planeado. Así, el goce se pierde y sólo quedan con el sentimiento de desamparo y fracaso, reforzándose las heridas.

¿Cómo enfrentar este problema? Te estarás preguntando qué hacer para ayudar a tus hijos. Aquí te doy algunos consejos:

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  1. ¡Adultos fuera! Los fines de semana representan para los adolescentes esos momentos donde por más que te amen, desearán estar lejos de ti y el resto de la familia. Ellos necesitan espacios propios de encuentro con sus pares. Busca la forma que ellos puedan tenerlos de manera segura.
  2. Celebra el ocio en casa. Un gran porcentaje de adolescentes manifiesta que consume alcohol para evadir la tensión en el hogar. Recuerda que de lunes a viernes asistir al colegio puede ser vivido como una gran tensión. Por ello, el fin de semana se torna el tiempo del verdadero ocio, en contraposición al resto de la semana. Proyecta una reunión familiar, asistan juntos al cine, al teatro, a una cena fuera de casa.
  3. Promueve espacios de socialización saludables. En los espacios de ocio es donde los adolescentes fortalecen sus procesos de pertenencia, aceptación y vinculación. Si tu hijo se siente aislado, el consumo de alcohol actuará como un elemento de integración grupal. Por eso, trata de que pertenezca a alguna asociación cultural, deportiva o religiosa, donde sienta que hay un lugar en el mundo para él.
  4. Fortalece sus destrezas emocionales. Promueve su autonomía y libertad personal, ayudándole a ser responsable de sus actos. Enseña a tu hijo a manejar el estrés y a resistir la frustración, a tomar decisiones analizando los pro y los contra de cada caso.

El proceso de socialización conlleva la vivencia de ciertos valores sociales, que se fortalecen desde diferentes instancias, pero tu hogar es el lugar esencial para ello. Que “la previa” sea amarse.

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: