3 reglas para aceptar la vida espiritual de tus hijos
Cuando los hijos comienzan un camino espiritual diferente al de sus padres, el hogar puede tornarse caótico si no se comprenden mutuamente. Aquí te ayudo a que se dé el entendimiento entre ambos.
Marta Martínez Aguirre
Mercedes salió de su casa con lágrimas en los ojos. La puerta se cerró tras ella y sintió muy dentro que era una difícil decisión, pero quizás la más importante que iba a tomar. Sus padres se oponían a que retornara a su fe. Seguramente iba a volver a las viejas costumbres: reuniones en casa con jóvenes de las mismas inquietudes espirituales, actividades en la iglesia, proyectos y responsabilidades. Temían que descuidara sus estudios, que cambiara de novio y que hasta se le diera por alguna cosa rara.
Cuando los padres no profesan ninguna religión y sus hijos comienzan un camino espiritual —o, simplemente, si los hijos cambian a una denominación diferente a la de sus padres— el hogar puede tornarse caótico si no se comprenden mutuamente. Quizás puedas pensar que con el mundo patas arriba, es raro ver que hay jóvenes interesados en creencias religiosas. Pero, aunque no lo creas, ellos también buscan encontrarle un sentido a la vida y dar respuesta a ciertas preguntas existenciales, como el propósito de la vida, qué hay después de la muerte y dónde está la verdad.
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El retorno a la fe no lo puedes entender como una nueva moda, sino como una búsqueda de los jóvenes para hallar respuestas a sus preguntas más profundas. No todos ellos —a los que se llama de generación millenials—, son consumistas, digitales, multidispositivos y algo banales. Muchos están incursionando como nunca antes en una búsqueda profunda y apasionante hacia la apropiación de la esperanza. Cada vez más niños están preguntando a sus padres: ¿Quién es Dios? ¿Por qué no vamos a una iglesia? ¿Qué nos pasa al morir?
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Estas son generaciones más democráticas que están abiertas al debate y a la participación en actividades donde pueden comprometerse y dar todo de sí. Si bien, estamos ante una cultura más pragmática, más crítica y sesgada por los avances científicos, donde todo debe ser demostrado, también las nuevas generaciones saben que ciertas experiencias los llevan a vibrar dentro de sí y a llenar sus vacíos e interrogantes. Por eso no te asustes si tus hijos adolescentes un día toman su mochila y salen con ella camino a una iglesia. Si este es tu caso, te pido que consideres lo siguiente:
1. Aunque tengas dudas, respeta sus decisiones
Tus hijos son parte de estas nuevas generaciones que son muy sensibles a las acciones y los gestos de amor. No te resistas a que participen de actividades de servicio donde se desarrollan como personas y donde acrecientan su fe. Este tipo de actividades como pintar una escuela, colaborar con los niños de un comedor infantil o un grupo de ancianos, están forjando en ellos un caudal de valores que escasean en estos tiempos. Siéntete orgulloso de tener hijos que descubren la trascendencia y que están comprometidos con la solidaridad y la justicia social.
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2. Deja que dialoguen con Dios
No te sientas extrañada de que por momentos se retiren a su cuarto a orar, meditar o leer la palabra de Dios. La oración es una práctica íntima que les abre la puerta al cultivo de valores y cambios de conducta más profundos y más arraigados. Esta herramienta, aunque te niegues a creer, es la fuente de alimento más saludable que puedan encontrar. Tus hijos necesitan saciar su sed en el pozo de agua viva de Dios y es el mejor medio para hacerse cargo de sus propias vidas y aceptar la vida con sus desafíos y adversidades.
3. No te sientas celosa
Tus hijos seguramente pasarán mucho tiempo con otras personas que les guíen y les orienten en su búsqueda espiritual. No temas, estas personas generalmente son referentes preparados que cumplen la función de orientar y encausar sus dudas. Generalmente son hombres y mujeres que ellos mismos han vivenciado la fe en su vida cotidiana y poseen un legado de experiencias y certezas encontradas. Ellos harán de guía e intérprete de sus sentimientos y serán mediadores en el camino que queda por recorrer. Tus hijos estarán en contacto con personas que se han dejado atravesar por la fe y que podrán narrarles sus luces y sus sombras a lo largo de sus propios caminos recorridos.
Tus hijos multidispositivos también necesitan alimentar su espíritu y vivenciar caminos de fe, no te resistas a que sean parte de una generación que lucha contra la desesperanza.
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