Hice llorar a mi hijo y por esta razón no me pesa haberlo hecho

Si bien los padres estamos para proteger a los pequeños y en muchas ocasiones evitar su llanto, existen momentos en que es necesario provocarlo.

Arturo Leonardo

Creo que no soy el único al que los berrinches de los niños lo ponen un poco (o un mucho) mal. Es lo más normal del mundo, somos papás, no anuncios estáticos de la calle. El llanto constante de un niño puede ser de lo más espantoso del día, tanto así que por ello te sugerí hace unas entregas algunas soluciones prácticas y no prácticas para controlarlo. Si no sabes de qué te hablo, lo puedes leer aquí: 4 soluciones prácticas y no prácticas para los berrinches de tus hijos

Pero ahora, como en set de televisión, vamos a revisar el asunto de los berrinches y el llanto de los niños desde otro ángulo. Parecería una locura, pero muchas veces los padres tenemos que provocar que lloren… ¿Qué? Sí, así es.

Estoy en una etapa muy interesante, aunque como me dijo una ocasión un tío: “El tener hijos es cuestión de etapas, muchas de ellas, algo así como una inversión a 80 años”. El tema es que los niños pequeños (y los niños grandes y los adolescentes) buscarán siempre ponernos a prueba, entonces es importante fijar límites.

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Como ejemplo, hace unos días mi hijo más grande estaba “jugando” con su hermano pequeño, aunque ese jugar se volvió más bien un pleito de box en el que el menor, evidentemente, llevó la peor parte. Le dije al rijoso que le contaría hasta tres, los infaltables tres segundos, para que se calmara; pasado el dos, seguía “toreándome”, cuando llegó la tercer palmada —como en la lucha libre—, la paciencia y la función se acabó: fui e inmediatamente lo separé del pequeño y lo castigué prohibiéndole ver televisión durante tres días. Fue un periodo de llanto espantoso, al final del cual es obvio que pensará dos veces antes de volver a cometer una falta cuando hay previo aviso.

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Por qué debes hacer llorar a tus hijos

El hacer llorar a tus hijos, aunque no de forma alevosa, cumple con las siguientes funciones:

1. Les enseña que no pueden obtener todo lo que quieren

El llanto y el berrinche muchas veces son la forma en las que un niño expresa frustración. Es mucho mejor dejar que lloren, a criar un niño tirano. Es no obteniendo todo, que los niños desarrollan resiliencia. En otras palabras, cuando no les das todo lo que desean, de hecho les haces un gran favor.

2. Les enseña a pedir las cosas

Y a hacerlo usando la frase: por favor. Aunque nosotros quisiéramos hacerlo —por ejemplo, cuando no pagan la quincena a tiempo—, no podemos andar por la vida llorando y pataleando para exigir cosas.

3. Les proporciona resiliencia

Qué más quisiéramos que tener a nuestros hijos en una botella de cristal y que nadie se les acercara, pero el crecer significa también que te golpearás de muchas formas. El dejar que tus niños se caigan, por ejemplo de la bicicleta, y dejar que lloren les apoyará en saber que deben sobreponerse. Por supuesto que primero hay que revisar que estén bien, después de ello, un raspón es un trofeo de guerra.

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Inténtalo, aunque tu corazón y oídos se destrocen, debes de marcar la pauta y, en ocasiones, hacer llorar a tus propios hijos.

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Arturo Leonardo

Comunicador fanático de sus hijos a quienes les relata día a día sus aventuras de música y deportes, gusta de leer lo que se cruce en su camino, piensa que el acto más revolucionario que puede existir es el de reír.