Lo que aprendí de la máquina del niño interior
Un grupo de personas se sometió a un experimento para conocer a su niño interior y se llevaron una gran sorpresa. Te cuento lo que yo aprendí al respecto.
Arturo Leonardo
Y tú, ¿recuerdas cómo eras de niño? ¿Tienes en mente lo que te asustaba y lo que te hacía sentir feliz? Algunas veces, por no decir siempre, los adultos llegamos a olvidar esa etapa de nuestra vida. Presiones de la vida cotidiana o simplemente otras experiencias, ocupan el espacio de actitudes y sentimientos que nos hacían ser niños.
Aquí en Familias.com te presentamos un artículo sobre la “Máquina maravillosa que te presenta a tu niño interior”, si no lo has visto, te invito a que lo leas.
Me queda claro que las responsabilidades que uno adquiere con el paso del tiempo nos quitan los minutos y muchas veces la intensión de jugar, que para nada es algo malo. Sin embargo, hay que tomarnos un tiempo respirar y aplicar esa máxima que dice: “El niño que eras, ¿estaría contento con el adulto que eres?”. ¡Qué bárbaro!, hasta escalofrío da pensarlo.
En lo particular, puedo decirte que el proyecto me gustó mucho, contesté a las preguntas y entonces me di cuenta que, precisamente, mis muchachos (sin saberlo) son una gran calca de muchas de mis actitudes. Esto, por supuesto, me responsabiliza más, ya que debo conducirme por el camino de ciertas reglas pero sin olvidar la alegría que significa ser niño. ¡Es asombroso lo parecidos que son a nosotros, a tan corta edad! ¡Y a uno que le costó años desarrollarse! Esto fue lo que aprendí del video:
1. El valor de los abrazos
Aprendí que un abrazo a un niño puede quedarse guardado toda la vida, a cambio del olvido eterno que significa no tenerlo.
2. Reír y ser responsable no están peleados
También aprendí que reír “tontamente” no está alejado de cumplir responsabilidades; vale más un adulto feliz, que un ser que no es capaz de divertirse.
3. Un poderoso lazo nos une a nuestros hijos
No sé tú, pero yo descubrí que hay algo muy poderoso —quizá sin un nombre verdadero—, mucho más fuerte que la sangre misma, capaz de ligarnos con nuestros hijos, más allá de las décadas.
4. ¡Hay que jugar más!
Por ejemplo, brincar en la cama debería estar considerado como derecho humano para todos, desde los pequeños que sueñan con ser luchadores, hasta los adultos que llegan a casa después de trabajar.
5. Más y mejor tiempo con los hijos
Aprendí que dedicarle tantas horas al trabajo y pocas a los niños, no es vida. Hacerlo es más bien una rutina mecánica, que puede dejar insatisfacciones profundas.
Finalmente, aprendí que debes sentirte orgulloso de tus hijos, porque así ellos estarán orgullosos de ti.
Después de que hayas visto el video, te invito a que vayas con tus hijos (o sobrinos) y les muestres alguno de los súper poderes que tienes. En mi caso, son las poderosas cosquillas con un pie o el tratar de correr mucho más rápido que Flash o un auto de carreras. Aunque claro, siempre termino en segundo lugar. Creo que necesito un curso intensivo con alguna Liga de la Justicia para desarrollar más habilidades de súper héroe, o de lo contrario caeré derrotado por el agobio de las horas de entrada y salida.