Lo tuyo, lo mío, ¿lo nuestro?

¿Quién debería asumir los gastos del hogar? ¿Tú, yo, ambos? Descubre las posibilidades leyendo este artículo.

Erika Otero Romero

La historia que a continuación te cuento es una que, por desgracia, se repite en muchos hogares de América Latina. Hace poco me escribió Lida (el nombre ha sido modificado) para pedirme un poco de luz en su vida respecto a una situación que ha estado viviendo desde que se casó con su esposo, hace un año. Ambos trabajan y ganan lo suficiente para tener una vida sin muchas preocupaciones económicas, sin embargo, el esposo de Lida cada mes está presto a “organizar” la administración del dinero que ambos aportan para los gastos del hogar.

Ella no consideraría tal situación como problemática, si no sintiera que él está siendo injusto con la proporción de dinero que ella aporta comparada con la de él, ya que esta última es menor con la excusa de que su esposo usa menos algunos servicios (televisión por cable y telefonía fija). Así que ella debe asumir ese gasto.

Para hacer corto el relato, te diré que para evitar aportar más dinero, Lida decidió cancelar ambos servicios, pues si quería ver una película bien podría contratar un servicio más económico y las llamadas las haría desde su móvil. Sin embargo, esto ocasionó un altercado con su esposo, cuando él se dio cuenta y le reclamó que le dijera qué estaba haciendo con el dinero que se estaba ahorrando. Ante su cuestionamiento, ella le contó que estaba reuniéndolo para comprarse un automóvil, respuesta que hizo que cambiara su semblante y reconociera que ambos necesitaban un auto. Ante tal respuesta, Lida le dijo: “Bien, si piensas beneficiarte del auto, debes dar tu parte”. El hombre, enojadísimo, la enfrentó respondiéndole: “¿Acaso no estamos casados y lo tuyo es mío, lo mío tuyo y así la cosa?” Lida le sonrió de regreso y le dijo: “Bueno, Cariño, cuando estés dispuesto a que lo tuyo también sea mío, entonces hablamos”.

¿Dónde radica el problema?

El problema en este tipo de situaciones no es quién da más, sino que la dinámica no debería funcionar de esa manera en un matrimonio. No es cosa de machismo o feminismo, es cuestión de ser conscientes de que hoy en día las responsabilidades de una pareja no se deben recargar en una sola de las partes. Ambos desempeñan roles básicos y complementarios para el sostenimiento económico de una familia. De ninguna otra manera se puede logra el equilibrio.

En un matrimonio, lo nuestro tiene prevalencia

Así como cuando ambos eligen empezar a tener hijos, lo mismo ocurre cuando deciden unir sus vidas en matrimonio. Son dos personas en una misma dirección, con una misma meta en mente. No debe haber espacio para el egoísmo o la avaricia y eso debe ser así desde el mismo momento en que empiezan una vida juntos.

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Por mitades es lo justo

Si en un matrimonio ambos trabajan, lo más lógico es que el aporte de los gastos sea por partes iguales, si de dividir responsabilidades hogareñas se trata. No obstante, también puede existir la posibilidad de que alguno de los dos, en un momento dado, pierda su empleo, motivo por el cual las responsabilidades quedarían en manos de una sola persona. Así también, es un poco absurdo que quién queda asumiendo los gastos caiga en el error de humillar a su pareja por no aportar dinero para el hogar, ya que el trabajo que se hace en casa es tan valioso como el de quien provee dinero.

Gastos particulares

Desde luego, cada una de las partes puede y tiene derecho de darse uno que otro gusto propio. No es de esperarse que eso represente algún problema, sin embargo, también sería un buen detalle que de vez en cuando regales algo a tu compañero o lo invites a una cita fuera de casa. Algo que renueve el afecto mutuo y reafirme la relación.

Por último, en ocasiones a algunas parejas les funciona acordar que solo uno de ellos asuma los gastos, aunque ambos trabajen, mientras que en otros casos cada cual asume los gastos propios y eso no representa ningún tipo de problema. Lo importante aquí es que no olvides que estas decisiones se toman en pareja. Así se evitarán muchos malentendidos e inconvenientes. Elijan lo mejor para ambos y disfruten de su relación.

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.