Lo tuyo, lo mío y lo nuestro

Los deberes del hogar, la crianza de los hijos, las finanzas, son tres responsabilidades que conforman una familia. ¿A quién le corresponden?

Diana Brante Morales

Hace un tiempo atrás se hizo viral en la Internet una publicación del psicólogo Alberto Soler, quien aseguraba no ayudar a su esposa con los deberes del hogar ni con el cuidado de los hijos. Como resultado, en muy poco tiempo se generó un debate sobre lo que deben y no deben hacer los hombres dentro del matrimonio. Es importante decir que aquella afirmación solo era el título, pues en el desarrollo de la misiva explica el por qué. Si te interesa, puedes leer la publicación completa aquí

Cuando mi esposo y yo decidimos casarnos, ser una familia, compartir una casa y transformarla en un hogar, yo no tenía idea de cómo planchar una camisa, desmanchar la ropa, cocinar una cazuela, o hacer las compras en el mercado porque en mi casa eso no se enseñaba. Cristian estaba acostumbrado a ayudar en su casa, en especial con las compras y el planchado, pero odiaba lavar la ropa, tenderla o guardarla. Los primeros meses fueron caóticos, ninguno de los dos tenía claro lo que debía hacer para mantener la casa en orden. Al llegar los hijos, el trabajo y las cuentas todo se volvió más difícil, así que decidimos que este equipo no se hundiría, sino que trabajaríamos juntos para salir a flote en los siguientes tres temas:

1. Administrar las responsabilidades de la casa

En nuestro caso ambos trabajamos. Al principio llegábamos a la casa y yo comenzaba a ordenar la misma, mientras él descansaba frente al televisor. Entre ordenar, tomar once (en Chile esto quiere decir: “tomar el té”), bañar a los niños y preparar todo para el día siguiente, me acostaba completamente exhausta. Cuando mi esposo se recostaba a mi lado para conversar yo no alcanzaba a mantenerme 5 minutos despierta y caía en los brazos de Morfeo. Incluso nuestra intimidad se vio afectaba por esta “falta de energía” por mi parte.

No pasó demasiado tiempo antes de que nos diéramos cuenta que con ese ritmo no duraríamos mucho más juntos, pues el cansancio también generaba mal humor y reacciones viscerales, como dice mi padre. Decidimos que cada uno tendría sus responsabilidades en casa: hacer las camas, lavar la loza, cocinar, ordenar la ropa.

Al cabo de un par de meses hasta Gabriel e Ignacia, nuestros hijos, tenían sus propias responsabilidades.

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2. Los hijos se hacen (y se crían) entre dos

Suele suceder que la responsabilidad del cuidado de los hijos recae en la madre, en especial por el estigma de que las mujeres deben quedarse en casa. En la actualidad, las oportunidades laborales son casi equivalentes tanto para hombres como para mujeres, por lo que es muy común que ambos padres trabajen e, incluso, que la esposa asuma el rol de mantenedor del hogar. Por todo esto, se ha vuelto imprescindible que el hombre se involucre cada vez más en la crianza de los niños.

Existen múltiples estudios sicológicos donde se asegura que la presencia paterna influye muchísimo en el desarrollo social de los niños, por lo que su ausencia o aporte negativo podría generar problemas de ambientación a mediano o largo plazo. Es por este motivo que se ha vuelto necesario disolver el prejuicio que se tenía sobre la crianza de los hijos para volverla una tarea de dos. Ambos padres deben ser capaces de pasar un fin de semana completo a solas con sus hijos sin morir en el intento.

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3. ¿Fondo común o cada uno lo suyo?

Al momento de casarnos, nos preguntaron si estaríamos en sociedad conyugal o con separación de bienes. Nosotros elegimos sociedad conyugal, ya que mirando a futuro ninguno de los dos quiere el divorcio.

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El dinero es un tema muy complicado dentro del matrimonio, dado que cuando se generan discusiones en torno a éste suelen terminar en rupturas momentáneas o definitivas. Peor es el caso cuando uno de los dos se siente menospreciado en cuanto a su aporte monetario, pues dependiendo mucho de la persona, puede llevar incluso a una depresión severa.

Para evitar los inconvenientes que esto genera, nosotros optamos por hacer un “fondo común” para todos los gastos de la casa y familia, como el arriendo, la luz, el colegio de los niños o el supermercado, pero además cada uno cuenta con un monto que puede destinar a lo que estime conveniente. De esta forma, ambos podemos aportar en las finanzas del hogar sin sentir que no tenemos libertad para gastar el dinero en lo que queremos.

¿Lo tuyo es mío, lo mío es mío, o cómo le hacemos?

En resumen, una familia se compone de dos equipos: el de los adultos y el de los niños, y por lo tanto es necesario que los adultos distribuyan sus responsabilidades de tal forma, que todos puedan involucrarse y nadie resulte perjudicado. Como dice un sabio refrán: divide y vencerás. Las responsabilidades del hogar, el cuidado de los hijos y las finanzas familiares son tres temas complicados que necesariamente deben compartirse.

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Diana Brante Morales

Me gusta comenzar cada día como un nuevo día, darme la oportunidad de ser feliz y sonreír por las cosas básicas. Dar sin esperar nada a cambio. Siempre sorprenderme.