5 consejos para evitar las relaciones destructivas
Todos vivimos distintos tipos de relaciones a lo largo de nuestra vida pero ¿qué hacer cuando la actual está destruyendo nuestra vida?
Paola Enriquez
Además de la amistad, todos vivimos otro tipo de relaciones basadas en un vínculo afectivo, sea el cariño, el enamoramiento, la pasión o el amor. Cuando estamos emocionalmente enlazados a alguien, nos sentimos más contentos y seguros, inclusive más sanos. Lamentablemente, en muchas ocasiones establecemos relaciones que afectan tanto nuestra salud física como emocional, llegando a poner en riesgo nuestra vida, en el peor de los casos.
Este tipo de relaciones las he observado de cerca, debido a que toda mi vida he visto personas enfrascadas en este tipo de relaciones, luchando por sacarlas adelante cuando está claro que están condenadas al fracaso. Estos intentos de poco les sirvieron, aportando a la relación más problemas que soluciones. A la larga, estas personas se sentían cada vez más infelices, y el proceso que vivieron para quitarse la venda de los ojos fue, como podemos imaginar, muy doloroso. Afortunadamente, la mayoría de ellos, a pesar de lo triste que pudiera resultar en esos momentos, finalmente se dieron cuenta de lo que iba mal, e hicieron lo que era más sano para ellos y su pareja: terminar la relación.
Hay que tener en cuenta que estas situaciones no sólo te afectan a ti, sino que repercuten de una manera muy importante en tu entorno familiar. Tus hijos, hermanos, primos o cualquier otro miembro de tu familia que no tenga la edad suficiente para procesar debidamente este tipo de situaciones, crecerá pensando que esta forma de relacionarse es la más adecuada. Además, muchas veces descargamos las frustraciones sobre nuestra familia, cosa que no es justa para nadie.
Debido a todo esto, he podido recopilar unos sencillos consejos para evitar caer en una relación de este tipo:
1. Conócete a ti mismo
Nadie puede establecer una relación sana, si antes no la tiene consigo mismo. Conoce tus gustos, tus límites y tus aspiraciones. De esta manera será más fácil encontrar a alguien que comparta estos ideales y formar una relación sana, y de igual modo podrás evitar a aquéllos que quieran frenar tu desarrollo personal.
2. Ten metas fijas
Una vez establecidas tus metas, es más difícil que alguien te haga dudar de ellas o que te estanques en una relación que a todas luces te lleva por un camino que no deseas recorrer.
3. Establece límites
No sólo es importante saber lo que quieres, también lo es conocer lo que no quieres. Si reconoces actitudes o comportamientos que no te gustan, háblalo con tu pareja y, si no hay mucho por hacer, lo mejor es terminar la relación.
4. Habla con tu familia
La mayoría de las veces estamos tan encerrados en este tipo de relaciones que cortamos toda comunicación con los demás. No hay razón por la cual debas atravesar estas dificultades tú solo, hay que tener en cuenta que necesitas el apoyo de personas cercanas, y qué mejor que tu familia, ya que ellos te conocen mejor que nadie y sabrán orientarte adecuadamente.
5. Si lo necesitas, consigue ayuda profesional
Si la relación va más allá que una simple falta de compatibilidad y unas cuantas discusiones, es necesario que busques la ayuda de un profesional que te ayude a llevar debidamente el proceso de separación, y así evitar situaciones similares en el futuro.
Muchas veces tenemos la sensación de que no tenemos el control en este tipo de situaciones, cuando en realidad está en nuestras manos crear vínculos afectivos que nos hagan crecer como personas. Tampoco nos damos cuenta de que estas situaciones afectan además de las dos personas que están las personas en la relación
Una vez que hayamos puesto en práctica estos sencillos pasos y algunos otros que iremos descubriendo con el tiempo y la experiencia, será más sencillo establecer una relación abierta, sana y respetuosa, lo que ayudará a ambos a realizarse tanto personal como profesionalmente, y construir una relación de pareja saludable y feliz.
Paola Enriquez
Estudiante de Psicología. Interesada en la mejora de la estructura y la convivencia familiar, así como en la crianza y desarrollo de los niños.
