Mi esposo y yo peleamos mucho, ¿cómo dejar de hacerlo?
Ya sea que discutas por dinero, la educación de los hijos, o por cualquier detalle que te lleva incluso a no dirigirle la palabra a tu esposo por días, este artículo seguro te ayudará.
Emma E. Sánchez
Una fiel lectora de esta página tuvo la amabilidad de enviarme un mensaje diciendo: “Sé que amo a mi esposo, pero peleamos tanto que ya comienzo a dudar que sea amor lo que sentimos”. Sus palabras me conmovieron profundamente, pues ella -como muchas de nosotras- hemos experimentado en algún momento de nuestro matrimonio estar en desacuerdo, discutir y hasta pelear con nuestro cónyuge, terminando algunas veces en situaciones de divorcio por “diferencias irreconciliables”.
Todos tenemos derecho a ser diferentes y a no siempre estar de acuerdo, de hecho, eso es lo que nos da variedad y equilibrio en cualquier relación. Aunque no lo creas, las diferencias son lo que da equilibrio a la pareja, ya que los cónyuges coincidimos en las cosas importantes y los puntos divergentes nos dan la oportunidad de seguir atrayéndonos, igual que lo que sucede con los imanes.
Discutir no es algo malo ni hace daño, por el contrario, las discusiones nos permiten intercambiar ideas, conocer puntos de vista diferentes y recordar que los demás no giran a nuestro alrededor sino que tienen vida, sentimientos, gustos y opiniones diferentes. El problema viene cuando no sabemos cómo discutir y ofendemos, lastimamos e insultamos al grado de dañar la relación.
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Si sientes que estás discutiendo demasiado con tu pareja y al final “no terminan bien” y quedan sentimientos desagradables, hay que poner en práctica los siguientes consejos.
1. Escucha
Se dice que el mejor conversador es el que escucha un 80 por ciento y habla un 20. Permite que tu pareja hable todo lo que sea necesario y cada tanto dile: “lo que tú quieres decir es esto” y verifiquen que el mensaje que se quiere compartir está llegando con claridad. Cuando tú hables, evita decir: “No me entiendes”, es mejor si dices frases cortas y claras para que juntos verifiquen que ambos comprenden de lo que están hablando.
2. Respira y habla con calma
Mientras tu pareja se expresa respira profundo, no la interrumpas, tranquilízate y pide tu turno para hablar y ser escuchado. Cuando te toque intervenir, habla con calma y baja un poquito el tono de tu voz, tu tranquilidad se comenzará a compartir. Si gritas y te alteras, el otro también se alterará, ya que todos los seres humanos tendemos a imitar el sentimiento de nuestro interlocutor: si bosteza, bostezo; si llora, me conmoverá; si grita, me altero. Así que procura hablar con calma y trasmite paz para que el diálogo sea efectivo y productivo.
3. Toma notas
Acerca un papel y anota las ideas que te gustaría aclarar, las cosas que no comprendes, en qué no estás de acuerdo y comienza a dar respuesta o explicación en tu mente antes de decirlas en voz alta. Escribir nos obliga a pensar antes de hablar y decir algo que pueda lastimar o empeorar la situación. Pon por escrito los acuerdos a los que se lleguen para evitar confusiones futuras.
4. Reflexiona tus ideas antes de compartirlas
No abras la boca de manera intempestiva, piénsalo un poquito y respóndete: ¿lo que voy a decir va a lastimar a mi pareja? ¿Es necesario que lo diga? ¿Voy a afectar a alguien más con lo que diga?
5. Usa un lenguaje claro
Habla con calma usando palabras claras, no des explicaciones extensas ni busques impresionar, quedar bien o ganar una batalla que te llevará a perder la guerra.
6. No subas el volumen de tu voz
Quien grita es el que carece de argumentos. Gritar es buscar imponernos, pretender aplastar o intimidar al otro. Concéntrate en escuchar a la otra parte e inclusive ponerte en su lugar para comprender su punto de vista y llegar a acuerdos que beneficien a todos.
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7. Ofrece disculpas
Las palabras amables, la sencillez de corazón y la humildad sincera, derriban al mejor combatiente. Ofrecer una disculpa o aceptar nuestro error permite que la otra parte se relaje y se ponga en disposición de hablar y llegar a acuerdos.
8. No adelantes conjeturas
A veces peleamos porque pensamos que la otra persona tiene segundas o terceras intenciones y ¿sabes? eso por lo regular no es cierto, pero nuestra mente crea problemas donde no los hay y forma tormentas tan dramáticas que a la menor provocación reaccionamos de manera catastrófica. No supongas ni des por hecho cosas que no son.
9. Busquen opciones diferentes
Si lo que tu pareja propone no es lo que tú deseas y tus opciones tampoco son viables ¡busquen una tercera o cuarta opción! Dejen las cosas ahí, salgan a caminar, distraigan la atención, tomen un refresco y permitan que la mente creativa haga su parte. Las mejores discusiones son aquellas que se dejan reposando un rato para buscar lo que haga felices a todos.
10. Perdona rápido
Es algo curioso, pero los hombres son más sencillos y menos rencorosos que nosotras, olvidan más rápido y no se hacen grandes dramas en la mente. Terminan con algo, se van a hacer otra cosa y se olvidan del hecho. Nosotras tardamos más en procesar las faltas, le damos vueltas al asunto mínimo cincuenta veces y revisamos las cosas desde veinticinco puntos de vista diferentes. Es por ello que te invito a que dejes a un lado toda la complicación y seas presta en perdonar y seguir adelante sin rencores.
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Sun Tzu, un gran estratega militar chino, dijo alguna vez: “No hay ningún país que se haya beneficiado por sostener guerras prolongadas”, y un matrimonio no es la excepción. Es un consejo trillado pero verdadero: nunca vayas a la cama o la calle sin haber solucionado el problema con tu cónyuge, pues no sabemos si se nos concederá un día más de vida, o regresar con bien al hogar.