¿Quieres dañar a tus hijos? Cumple de inmediato todos sus deseos

Vivimos en una época en que sobre consentimos a los hijos y les enseñamos a recibir gratificación inmediata a sus deseos. Si quieres saber cómo evitarlo, lee este artículo.

Oscar Pech

Déjame narrarte un cuento de Ray Bradbury que leí cuando era adolescente. Se llama “La pradera” y es parte del libro El hombre ilustrado. Una pareja tiene el terrible deseo de que sus hijos tengan todo lo que ellos no tuvieron. Para ello, les dan todas comodidades que ellos no pudieron tener en su infancia, incluso un cuarto de juegos (la parte más costosa de la casa) que cambia de acuerdo a los deseos de los niños. Si los niños desean Caperucita Roja, todo el cuarto cambia a Caperucita Roja: el bosque, los sonidos, los aromas. “Aquella habitación captaba las emanaciones telepáticas de las mentes de los niños y creaba una vida que colmaba todos sus deseos. Los niños pensaban en leones, y aparecían leones”, y en eso piensan los niños: en África, en leones que cazan, en buitres que se alimentan de carroña. En muerte y destrucción.

La casa es el paraíso de la comodidad, es totalmente automatizada: no hay que guisar, lavar trastes, bañar niños. La casa lo hace todo de manera automática, y los papás sienten que no hacen falta allí. Compraron la casa para curar la neurosis de sus hijos, para que los niños tuvieran todo lo que desearan. Pero la casa lo que les da a cambio es más neurosis y destrucción. Cuando los padres planean dejar la casa por un mes para que los niños tengan que peinarse, bañarse y cepillarse los dientes ellos mismos, los hijos empiezan a planear la muerte de los padres, porque primero está la comodidad de ellos mismos. No quiero estropearte el final del relato, pero si consideras que el cuento se publicó en 1951, asombra cuán precisa era la apreciación de futuro de Mr. Bradbury.

La época de la inmediatez

Hoy día vemos en las noticias sicarios que no llegan a los 14 años de edad, nos enteramos de jóvenes brillantes que, teniendo todo, absolutamente todo para ser felices, se dedican al robo y asesinato para “satisfacer sus necesidades”, las cuales son, por cierto, totalmente superficiales, como el famoso caso del asesino de Craigslist.

La gran trampa en la que hemos caído como padres es la de decirnos a nosotros mismos: “Quiero que mi hijo tenga todas las cosas que yo no pude tener”. Y ese craso error lo hemos agravado con uno todavía mayor: “Quiero que mi hijo tenga todo lo que quiera, y que lo tenga ya”. En parte es porque trabajamos tanto y les dedicamos tan poco tiempo a nuestros hijos, que continuamente tratamos de compensar, con objetos, el tiempo que no les damos. Y con ello, por cierto, estamos generando una cultura de niños tiranos, de padres obedientes, liberales y que no pueden, no quieren, o no saben cómo guiar a sus hijos.

Qué hacer para que la familia vuelva a la normalidad

Si ese es tu caso, si estás llegando al punto en que no sabes ya qué hacer con tu hijo, acaso estos consejos te sean de utilidad:

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1. Detente un momento y revisa tus prioridades

Si lo más importante para ti son tus hijos y tu familia, deja de dedicar tanto tiempo al trabajo, y dedica más tiempo a tu familia.

2. Trabaja con tus hijos

Siembra un jardín, hagan juntos un librero, o pinten la casa: lo que sea, pero trabajar juntos en un proyecto es algo que crea unidad en la familia y genera enlaces de amor.

3. Delégales una responsabilidad

Lo cual no es lo mismo que darles una asignación o una tarea. Esto es algo que puede ser una carga odiosa, pero tener una responsabilidad es algo que, si no lo cumples, todos en la familia sufrirán las consecuencias. Darles una responsabilidad a menudo implica saber delegar: saber capacitar, instruir, confiar en su albedrío, entrenarlos, para que ellos cumplan con lo que se espera de ellos.

4. Cuidado con el pecado de la Hybris

En un mundo donde los medios casi nos obligan a consumir constantemente, donde los niños y jóvenes son bombardeados para sembrarles necesidades inexistentes, todo padre de familia debe hacer algo para contrarrestar esta influencia. De alguna manera, hay que establecer límites, evitar “ahogar” a tus hijos en juguetes; cuidar de no darles más tecnología de la que en realidad necesitan, por ejemplo.

Una vida sencilla casi siempre es más plena que una vida donde sobran las cosas. Incluso, muchas veces pienso que esta crisis mundial que nos golpea, acaso nos es beneficiosa: nos ayuda a poner nuestra atención en lo que más importa, que es nuestra familia, en vez de anhelar cosas que —en realidad— no son imprescindibles para nuestra felicidad. No sé: ¿Qué piensas tú?

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Oscar Pech

Oscar Pech ha dedicado su vida a la enseñanza, la lectura, la escritura y la capacitación en diferentes partes de la República mexicana. Es una persona profundamente comprometida con la familia y los valores morales.