Si quieres en verdad avanzar en esta vida, tienes que cerrar ciclos
Vivir atado al pasado, impide el progreso. Solo quien cierra ciclos, puede avanzar sin ataduras.
Yordanka Pérez Giraldo
El que no fui se fue como si nada.
Ya nunca volverá, ya es imposible.
El que se va no vuelve aunque regrese.
(José Emilio Pacheco, “Aquél otro“.)
Quiero unir estos tres versos, de este profundo poema de Pacheco, a uno de los momentos cumbres de esa hermosa fábula zen para niños, Kung fu panda, donde dice el Maestro Oogway: “El pasado es historia, el futuro un misterio, pero el hoy es un regalo, por eso se llama presente”. Estas sabias palabras encierran la visión de vida que deberíamos tener; lamentablemente, pasamos la mayor parte del tiempo absortos en un futuro que llegará con nosotros, sin nosotros o a pesar nuestro, y sufriendo por un pasado que no volverá.
Del primero, está bien que tomemos nuestras previsiones. Pero que nos aferremos a lo que ya fue, solo sirve para no dejarnos avanzar. Por ello hoy quiero compartirles la importancia de cerrar círculos para evolucionar con la tranquilidad de que no hay pendientes en nuestra vida, de que estamos donde queremos estar y que hemos llegado hasta aquí con plena conciencia de nuestros actos.
Muchas veces la pena, la desilusión o la impotencia nos llevan a querer borrar acontecimientos que nos molestan, sin haberles guardado el duelo suficiente, sin haber asimilado todo lo vivido. Y pasa las más de las veces que continuamos, sí, pero llevamos sobre nuestras espaldas el peso de todo lo callado, de las puertas que no cerramos de la manera correcta, de ilusiones que alimentamos sin fundamento.
La vida es un ciclo que se recicla, pero que nunca es el mismo, como no somos los mismos nosotros. Como cité al inicio en el poema de José Emilio Pacheco: “El que se va no vuelve aunque regrese”. Entonces, no pidas que todo vuelva a ser como fue, mejor toma experiencia de cada momento y haz de cada nueva oportunidad una circunstancia de la que poco o nada tengas que arrepentirte.
Una cosa es olvidar el pasado, lo cual no recomiendo y otra muy distinta es dejarlo donde pertenece, y cualquier día es bueno para comenzar; por eso te convido a que rompas todas esas ataduras que ya no son parte de tu realidad hoy, que te acompañan como fantasmas que solo te atormentan, y te comparto algunas ideas para dejarlas atrás sin culpa:
Si una etapa de tu vida ha llegado a su fin no te quedes con nada
Di lo que sientes a quien debas decirlo, pues callarte solo hará que esas palabras queden atoradas en tu garganta y en tu corazón y un día, más temprano que tarde, te descubrirás anhelando haberlas dicho.
No guardes obsequios que te lastimen y que ya pertenecen solo al pasado
…Obsequios que te hagan mantener en tu mente a alguien que ya no debe tener cabida en ella. En todo caso, si puedes convertirlo en algo útil para ti o alguien más, ¡adelante!, será esa la mejor decisión.
Si cometiste alguna falta pide perdón, y perdónate
A veces, perdonarnos es lo más difícil pero, al mismo tiempo, lo más necesario; recuerda que somos seres humanos y que errar, equivocarnos es parte de nuestra naturaleza.
Haz oración para alcanzar paz interior
No tiene que ser a un dios, si es que acaso no profesas fe; puede ser a la vida, a la madre naturaleza, a ti mismo, la intención es llegar a un estado de comunión con nosotros mismos.
Cambia de escenario
Pero para hacerlo es requisito que te sientas convencido de lo que sea que hagas, nada causa más pesadumbre que hacer algo sin convicción.
No culpes a alguien más de lo que sea que hayas vivido
Lo que viviste solo podía ser de esa manera, y recuerda que el hubiera no existe más que para atormentar y no aceptar la realidad.
Cerrar círculos no es cosa de una vez, hacerlo de “un plumazo”, es algo como limpiar el disco duro de nuestras computadoras para hacer espacio a lo que sigue, o sacar del clóset aquello que ya no necesitamos; es decir, es algo normal y necesario.
Nuestras vidas están compuestas por etapas y cada una de ellas cumple un propósito: la acción de dejar atrás el pasado busca liberarnos y permitirnos tener todas nuestras ansias y nuestro ánimo puestos en el presente, que a fin de cuentas es el mejor regalo.