También una supermamá se cansa de hacer el bien
Conducir una familia es el trabajo más arduo, más difícil que pueda existir; es necesario que, a pesar del cansancio, sigamos haciendo lo correcto pues recibiremos una recompensa maravillosa.
Oscar Pech
No hace mucho leía que una buena mujer escribía: “El periodo más emocionante y más importante de mi vida hasta ahora ha sido el proceso de mi embarazo”. Después ella hacía la reflexión de que ese “es el pico más alto de nuestro desarrollo como mujeres”. Ella, que vive intensamente su religión, siente que es allí cuando una mujer llega a ser copartícipe con Dios, en el divino don de la creación de un nuevo ser.
Con todo, no todo es el embarazo. Yo diría que el embarazo, sagrado y glorioso como es, no es el punto más alto de la vida de una mujer. Yo diría que para muchas esa es solo la puerta de entrada: de allí en adelante, mes a mes, año a año, es el constante desafío de tomar decisiones, para las que muchas veces no está preparada. Es un camino en el que se aprende a caminar paso a paso, sobre la marcha, porque aunque se han escrito muchos libros, cada hijo es diferente y semana a semana este mundo cambia, presentando a niños y jóvenes nuevos desafíos. Nuevamente, no que yo haga menos al embarazo: nunca se celebrará igual el día de las madres que el del padre, porque solo excepcionalmente un padre podrá estar a la altura de la abnegación, sacrificio y esfuerzo de una madre. La maternidad es un trabajo de un agotamiento constante, cada día de vida hasta que los hijos dejan el nido.
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El agotador trabajo de ser mamá
El ser madre implica un esfuerzo y sacrificio extraordinarios. Ya sea cuando el bebé debe comer su papilla y se prepara la comida con asepsia quirúrgica, o el fatigoso momento de enseñarle a avisar para ir al baño. También durante las tediosas tardes de tareas escolares, o en el apoyo incondicional que requieren los hijos cuando escriben su tesis. Más de una mujer, agotada, siente el deseo de arrojar la toalla o de quejarse, y entonces viene ese susurro inaudible que dice, simplemente: No te canses de hacer el bien.
Edward Dube cuenta que cuando era niño él trabajaba en los campos con su madre. Un día, cuando el sol caía a plomo, cansado de limpiar el terreno con la azada, dice que se detuvo a mirar hacia atrás para ver lo que habían logrado y le dijo a su madre: “¡Mira todo lo que hemos hecho!”. Su madre no respondió. Entonces alzó más la voz, y repitió “¡Mira todo lo que hemos hecho!”. Finalmente, ella le miró y dijo: “Edward, nunca mires hacia atrás, mira hacia delante, lo que todavía tenemos por hacer”.
Alguien me contó que durante su infancia había pasado unas vacaciones en la granja de su abuelo. Su madre le había dicho que si hacía las cosas bien, no tendría qué hacerlas varias veces, así que —sabiendo que el trabajo de la granja es muy pesado— decidió hacer las cosas muy bien desde el principio, para no tener que repetir esfuerzos. De madrugada, dio de comer a las vacas y las ordeñó, limpió el trochil (chiquero o zahúrda) de los cerdos, dio de comer a las gallinas, desyerbó el maizal y luego en la tarde volvió a ordeñar las vacas. Terminó el día extenuado y se fue a dormir en cuanto el sol se puso. Al otro día, de madrugada, antes de que saliera el sol, le despertó su abuelo. “¿Qué pasó?”, preguntó más dormido que despierto. “Es hora de levantarse para que vayas a alimentar y a ordeñar las vacas”, dijo el abuelo. “¡Pero eso ya lo hice ayer, y lo hice bien!”, dijo él, pensando en lo que le había enseñado su madre.
Y aprendió. Cuenta él que esos días en la granja de su abuelo le enseñaron que igual su madre todos los días hacía una labor agotadora y monótona, sin darse tiempo para ella misma, sin quejarse. E igual Dios: todos los días nos da vida y nos cuida, generosa e incesantemente.
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Una supermamá agotada puede pedir ayuda, o mirar al futuro
En mi vida he aprendido que las cosas de mayor valor, requieren de la misma manera el mayor esfuerzo; seguramente habrá días en que el cansancio parezca absorbernos, quitarnos el buen ánimo, la sonrisa y las ganas, pero debemos recordar: No nos cansemos de hacer el bien. Pero aun así, si el cansancio está por vencernos recordemos lo que Jesucristo dijo:
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga” (Mateo 11:28–30).
Yo no sé si la madre de Edward Dube hizo bien o no, pero sé que, cuando estamos cansados y sentimos que ya no podemos más, no hay que mirar hacia atrás, sino hacia adelante. Si como madre estás cansada de todo lo que haces día tras día, ve a futuro: mira a tus hijos desarrollados en todo su potencial, como hombres de bien, y piensa en lo que tienes que hacer para que eso suceda. ¿Verdad que entonces sientes que todavía puedes dar un poquito más?
La mamá de una conocida decía: “Siempre hay algo que hacer; no hay un solo momento para descansar. Pero es por amor a tus hijos que das tu mejor esfuerzo y pondrás pasión a todo lo que hagas por ellos.” ¿Te sientes cansada? Recuerda que no hay mejor obra que la que realizas dentro de las paredes de tu casa. No te canses de hacer el bien: al final del día tendrás una maravillosa recompensa, que es el futuro de tus hijos.