La importancia de la sonrisa en la batalla contra el cáncer
Enfrentar el cáncer no es asunto fácil, pero puedes ganarle manteniendo una actitud positiva.
Camila Ignacia Gómez González
Hace dos años recibí una de las noticias más fuertes que me han dado. Recuerdo muy bien que estaba en la casa de mi mamá y el día estaba muy frío, nada extraño para encontrarnos en pleno julio, en el hemisferio sur. De pronto, sonó mi celular. Era mi tía, hermana mayor de mi madre. Su voz parecía triste y no podía entender bien lo que quería decirme, pues sus sollozos eran más fuertes que las palabras. De pronto, tomó aire y me dijo fuerte y claro: tengo cáncer de mama.
Mi reacción inmediata fue preguntarle dónde estaba, y entonces fui a su casa, que queda muy cerca de la mía. Los minutos parecían años y el corto camino de pronto se me antojaba un viaje kilométrico. Toqué la puerta. Abrió, se acercó y me abrazó. Nunca sentí un llanto tan desgarrador como ese. La escuché por algunos minutos y luego le dije que yo creía en que la peor batalla es aquella que no se da.
Desde ese momento, no teníamos más opción que comenzar a cultivar una buena actitud para enfrentar tan cruda enfermedad. Algunas cosas que nos sirvieron para apoyar de manera incondicional a mi tía para que venciera exitosamente el cáncer, fueron las siguientes:
Mantenerse activa
Recibir la noticia fue un golpe duro, que dejó a mi tía al borde de la depresión. Sus días eran planos, sin muchas actividades. Pues bien, con mi madre comenzamos a planear tardes de paseos, salidas poco programadas, tardes de compras y tratábamos de incluirla en todos los panoramas familiares que teníamos. De esta manera, dejábamos poco espacio para que la tristeza y malos pensamientos se apoderaran de su mente.
Compañía
Poco a poco fuimos creando un sistema de apoyo que nos permitía que ella no se sintiera sola en este arduo proceso de quimioterapias y controles médicos. Así que nos fuimos turnando para acompañarla a casi todo lo que fuera necesario. De alguna manera, esto también nos permitió saber cómo iba evolucionando su enfermedad y al conversar con los médicos sabíamos el panorama que le esperaba.
Espacio para ella misma
Si bien la compañía es muy bien valorada, también le permitíamos tener un espacio para ella. Uno donde pudiera llorar, desahogar sus más profundas emociones y cuestionar todo lo que fuera necesario. Sin embargo, siempre le dejamos claro que estábamos ahí para cualquier cosa que necesitara.
Encontrar nuevos pasatiempos
Tejer era una de las cosas que mi tía mejor sabía hacer. Amaba pasar tardes enteras entre su crochet y diferentes hilos. Cada rincón de su casa tenía algún toque dado por la infinidad de puntos que ella había aprendido a hacer, con el paso de los años y la práctica diaria. Lamentablemente para ella, eso no pudo seguir siendo así: una de las cosas que no podía hacer era mover su brazo para entrelazar los puntos. Entonces, lejos de caer en lamentos, rápidamente buscamos otros pasatiempos: leer se convirtió en un hobbie muy rápido, armar rompecabezas (puzzles) su especialidad y unirse a cadenas de ayuda para personas desvalidas fue su gran impulso para seguir luchando.
Risa
Reír es uno de los mejores antídotos para combatir los malos momentos de la vida. Es por ello que, a pesar de lo fuerte que se presentaba la tormenta, intentábamos siempre buscar el lado positivo o gracioso de la situación, para poder seguir luchando de la mejor manera.
A poco más de dos años del comienzo de este brutal proceso, lleno de emociones, dolores de estómago provocados por los nervios y todo lo que este diagnóstico médico acarrea, podemos decir que todos los esfuerzos por aferrarse a la vida dieron frutos. Mi tía está libre de cáncer y llena de energía para seguir aprendiendo cosas nuevas y disfrutando de la vida.
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Si quieres saber cómo detectar el cáncer de mama,
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