Hablemos de la muerte
A mi muy querida Vera, mi muy estimado Chuwi, y a todos los que sufren la partida de sus seres amados.
Yordy Giraldo
Todos vamos a morir. Esta frase no está sacada del guion de una película de terror, es simple y llanamente un hecho. Sin embargo, pensar en morir es algo que nos causa mucho miedo, ansiedad y desasosiego. Por lo mismo, en vez de prepararnos para el momento, simplemente lo vamos postergando hasta que llega lo inevitable.
Nadie quiere morir, empero a todos nos toca y, siendo así, nuestra actitud entonces debería ser otra. Debería ser la de abrazar la muerte como se abraza la vida, y pensar que, si es una realidad que todos debemos atravesar, entonces no es algo malo: solo parte del proceso que todos vivimos.
Los niños lloran al nacer, quizá es que les ocurre lo mismo: vienen de un lugar donde se sienten seguros y cómodos, y de pronto les toca abandonarlo sin que puedan hacer algo al respecto. En cambio, nadie llora cuando abandona la niñez para entrar a la adolescencia, tampoco cuando pasamos de adolescentes a adultos. Pero es que sabemos lo que viene: tenemos la certeza porque lo vemos en los demás, constatamos que esos cambios no significan abandonar lo que conocemos.
Morir, ¿otra forma de nacer?
El problema, creo, es que vemos la muerte como el final. Creemos que nada hay más allá. Pero piensa que cabe la posibilidad de que sea como nacer de nueva cuenta. Es un acto de Fe. Ninguno de nosotros ha visto a Dios más allá de los milagros que presenciamos cada día y que atribuimos anhelantes y confiados a Él.
A nuestros hijos no los conocemos hasta el momento en que llegan a nuestras vidas, sin embargo, nos preparamos para su llegada. La esperamos con ansias y los recibimos con el corazón desbordante de amor. Aun cuando tenemos miedo, nuestro deseo de tenerle en nuestros brazos es mayor a todos los temores, hasta el punto de hacer que no cuenten y que no amarguen nuestra vida.
Hace mucho leía en un libro un pasaje donde un hombre le contaba a otro sobre una persona que tenía mucho miedo a la muerte. Esta persona procuraba no hacer nada, para evitar que “eso” lo llevara al otro mundo; pasaba sus días y sus noches en su casa, evitando riesgos. “Y, ¿qué pasó?”, le preguntó el otro. “Pasó que murió”, le contestó.
Y es que de eso se trata vivir. En últimas fechas personas que quiero han vivido en carne propia la presencia de la muerte. Les ha tocado ver partir a sus seres más queridos y me queda claro que nada que yo les diga, a ellos, o a ti que me lees en estos momentos, sirve para aliviar la pena. Nos hemos educado tanto a mirar la muerte con desprecio y temor, que no hemos sido capaces de asimilar su existencia.
¿Hay un modo de sobrellevar la muerte de un ser querido?
Si no podemos evitar el dolor, evitemos el miedo
Buscaba sinónimos para nombrar a la muerte y, tan es cierto lo que les digo, que los que encontré son estos: ruina, caída, destrucción, aniquilamiento, desaparición, supresión, eliminación y erradicación. Todas ellas son palabras que dejan en claro una cosa: ¡morir es malo! Pienso que, en realidad, morir debería tener como sinónimos renacer, evolucionar, trascender.
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Por todo lo que comparto contigo hasta aquí, quiero plantear unas ideas más que quizá te sirvan para dejar de temer y comenzar a vivir con la conciencia de que estar vivos, también implica morir un día:
1. Habla de la muerte como quien habla de la vida
Si acaso tienes hijos, cuéntales de cómo ellos llegaron de un plano de creación maravilloso, y de lo ilusionada que estabas del momento de recibirlo. Si tienes personas queridas de edad avanzada, cuéntales de Dios y cómo Él, sin ser visto, es amado, recordado y solicitado por todos.
2. Vive sin arrepentimientos, y da todo el amor que tienes para compartir
Muchas veces pasa que lo que más nos duele cuando perdemos a alguien, es el “hubiera”. Da todo como si no hubiera mañana, porque muchas veces así es. Lo mejor es sentir la tranquilidad de que el tiempo que compartiste con el ser amado fue pleno, y no lo escatimaste.
3. La muerte no es destrucción
No veas el morir como la destrucción de esa persona a quien amas. Piensa en su muerte como su transformación en algo mucho más bello, en una energía indestructible, inagotable, fuente de tu amor y su amor.
4. Agradece por la vida
Da gracias de estar vivo. Aprovecha cada instante y procura dejar huella, pero una huella que provoque el deseo de ser seguida y no una que deba ser borrada. Vive en la confianza de que la muerte no es final, sino un hasta luego.
No puedo hacer nada para borrar el dolor de aquellos a quienes quiero y que hoy sufren. Puedo, sin embargo, invitarte a ti a que dejemos de diseminar el temor a morir y, por el contrario, vivamos a plenitud. Vivamos sabiendo que, cuando llegue el momento de abandonar este plano, lo haremos agradecidos y esperanzados en que la vida es un ciclo. Si así lo hacemos, sabremos que no por haber muerto somos desechados, sino que vamos en busca de otros universos, todos maravillosos y necesarios para cumplir nuestro ciclo de vida.