El suicidio en los adolescentes. Morir no es una opción
"¡Morir no es una opción! ¿Lo entiendes? Esa no es una opción." Indicó Alicia mirando fijamente los ojos de su hija, mientras se acercaba despacio a la cama del hospital donde se encontraba la chica.
Myrna del Carmen Flores
—¿Por qué? No entiendo por qué lo hiciste.
Intentaba ser fuerte, pero no pudo evitar que las lágrimas surcaran su rostro. La joven bajó los ojos y, en ese leve momento, fue notoria la impotencia que sentía cuando las palabras salían de su boca, pero no lograban entrar en la lógica de su madre. La amaba, a pesar de que era imposible para ellas entenderse. No hubiera querido causarle ese daño, ni verla llorar como lo hacía ahora. Al recordar su deseo de morir y sus acciones para quitarse la vida, no pudo evitar la culpa. Aunque en aquel momento ni siquiera pensó en el dolor que su madre sentiría. Su tristeza era egoísta; abarcaba sus pensamientos de una manera tan completa, que no permitía ver más allá de su propio desánimo.
—Lo sabes mamá, ya te lo he dicho—, dijo en voz muy queda, con el cansancio de quien ha explicado muchas veces las mismas palabras sin ser escuchada en realidad.
—No entiendo. Me quieres decir que deseabas morir porque tu novio y tu ex amiga ahora están juntos. ¡Pero Lorena, tienes quince años! ¡Habrá miles de hombres y amistades que conocerás en tu vida!
Recordó hace un mes, el día que Lorena llegó cabizbaja, sin querer comer. Recordó las palabras que le dijo: “Miguel y Patricia son novios. Él terminó conmigo hace un momento”. Ahora, por más que lo intentaba, no podía recordar cuál había sido su respuesta. ¿Qué le había dicho? ¿Qué consuelo le había dado? En ese instante le dio tan poca importancia al hecho. Pensó que su hija era solo una niña tonteando con ese chico, e imaginó que pronto pasaría.
Los últimos días había notado que se alimentaba muy poco, y no salía tanto como era su costumbre, pero ni siquiera lo relacionó con lo que le había contado aquel día. Cuando mucho, se impacientaba por lo que le parecían caprichos de su hija.
—Nadie ha muerto por un desamor Lorena. A tu edad esas cosas se olvidan pronto. Cuando se es joven el olvido se facilita—. Fue su repuesta, tajante, concisa, pero real. ¿Acaso no era verdad? Estaba lejos de imaginar las ideas que rondaban en la cabeza de su hija.
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De acuerdo a la Asociación Psicológica Americana (APA, por sus siglas en inglés) el índice de suicidios se ha incrementado, convirtiéndolo en la tercera causa de muerte entre los adolescentes en Estados Unidos. Los factores de riesgo para este fenómeno son variados pero pueden incluir:
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Depresión y otros desórdenes mentales
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Abuso de sustancias
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Situaciones estresantes (tales como una ruptura amorosa, de amistad o problemas escolares)
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Familias disfuncionales
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Abuso sexual
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Orientación sexual confusa
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Una combinación de los puntos anteriores
¿El suicidio parece seducirte? No nos dejes antes de tiempo
Predecir con exactitud un probable suicidio es difícil, pero investigaciones que se han llevado a cabo indican que las personas muestran señales de depresión o desorden mental, lo cual según la APA puede ser un punto de apoyo en la prevención del suicidio entre los adolescentes. Algunos puntos que esta asociación aconseja tomar en cuenta son:
1. Hablar de la muerte.
Si de manera repentina tu hijo habla de su muerte como un hecho tangible, utilizando expresiones como: “Cuando yo muera le regalas mi computadora a mi hermanita”, o frases que muestran que considera que su muerte está cercana, es un signo que debes tener en cuenta y pedir ayuda a un profesional. Habla con calma, sin enojo e intenta enfocar su vida en cosas positivas.
2. Pérdidas recientes
Como adulto, sabes que en la vida las amistades, los amores u otras relaciones rotas pueden recuperarse o ser sustituidas con paciencia y un poco de tiempo. Sin embargo, para un adolescente cada una de estas pérdidas significa el final de su mundo. No creas que es algo simple de vivir. Intenta recordar todas las dudas y el dolor que te causaba cada pérdida cuando eras un adolescente. Involúcrate en sus problemas, e intenta fortalecer la comunicación entre ustedes, que sepa que entiendes por lo que está pasando.
3. Cambios de personalidad y conducta
Tal vez tu hijo pasó de ser un adolescente locuaz a una persona callada y gruñona. Tal vez lo que antes le ilusionaba como un deporte o alguna otra actividad dejaron de interesarle. Estos cambios pueden ser parte de la etapa que está viviendo. Con todo necesitas estar pendiente de que los cambios se encuentren dentro de un parámetro normal. De otra manera es mejor buscar algún consejero que los ayude a pasar este difícil período.
4. Cambios en el patrón de sueño y hábitos alimenticios
Si tu hijo ha perdido el apetito, o come mucho; si duerme demasiado o está insomne, tienes que poner mucha atención, sobre todo si estás conductas le causan problemas en otros ámbitos. Acércate con el personal de su escuela para verificar su comportamiento, quizás ellos te pueden otorgar ayuda profesional.
5. Miedo de perder el control y baja autoestima
Si tu hijo actúa de manera errática llevando a cabo conductas que lastiman a otros o a sí mismo, o si tiene una imagen pobre de su persona, hazle ver lo mucho que lo amas y lo importante que es para su familia.
7. No tener esperanza en el futuro
Si tu hijo demuestra una actitud muy negativa, y el futuro le parece incierto, dale verdadera importancia a la relación que ustedes tienen.
En la actualidad los jóvenes se enfrentan a muchas presiones, por lo cual es necesario interactuar en su vida, establecer puentes de comunicación y hacerles saber cuánto los amamos.
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