No creas todo lo que ves en mi Facebook

Si crees que para ser considerada "auténtica" en el uso de tus redes sociales, debes publicar cada detalle de tu vida y compartir abiertamente todos tus problemas, te presento algunos puntos a considerar antes de elegir tus publicaciones.

Maria Josie Hernandez Cabrera

Hace algunos días se compartió de manera viral una noticia en la que un gran líder religioso decía que no debíamos ser hipócritas al utilizar nuestras redes sociales y que Dios simplemente no usaba Facebook.

La fuente no parecía muy confiable por lo que no le di mucha importancia a la nota y, efectivamente, a las pocas horas se hacía la aclaración por medios oficiales de que dichas palabras, atribuidas al Papa Francisco, eran falsas. Lo que más llamó mi atención, fue la reacción de muchas personas conocidas, que no solo compartieron la publicación de inmediato (antes de que se hiciera la aclaración sobre su veracidad), sino que una vez refutada la nota, lamentaron que no fuera verídica. Entre otras cosas, el pontífice supuestamente decía que en Facebook todos son buenas personas, son creyentes, buenos esposos, familias felices, etcétera, lo cual no era muy auténtico.

Lo que compartimos en Facebook

De inmediato pensé en las últimas publicaciones que había compartido en mis redes sociales. Efectivamente, se trataba de momentos felices, de imágenes elegidas con cuidado: algunas con filtros que embellecían los rostros de mis hijos, muchas de ellas eran fotos que mostraban grandes sonrisas, alegrías, logros, encuentros o muestras de cariño.

Al ver todas las reacciones que había generado la nota (antes y después de la aclaración) me pregunté si tal vez existían personas en el ciberespacio que se sentían ofendidas por mis publicaciones y que hasta me calificaran de hipócrita por el hecho de solo escoger los buenos momentos y no publicar los malos.

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Autenticidad en las redes sociales

¿Es que acaso para ser considerada una cibernauta “auténtica”, debería compartir detalles de mi día a día, como cuando uno de mis niños se quitó el pañal y ensució toda la sala en el momento preciso en que mi otro hijo estaba haciendo un gran berrinche? ¿O que al perder los estribos regañé injustamente al que solo quería buscar algo de tomar en el refrigerador, y que al darme cuenta de mi error —y dado el momento tan tenso—, me encerré en el baño a llorar y a comer chocolates?

Filtros de la felicidad

Para ser franca, me considero una persona exageradamente optimista, ya que por lo general solo recuerdo los buenos momentos. Mi mente está llena de imágenes embellecidas por los “filtros” psicológicos de la felicidad, puesto que la ciencia ha comprobado que la memoria embellece los recuerdos buenos.

Auténtica felicidad vs hipocresía

Publicar la felicidad en las redes sociales no me parece una cuestión de hipocresía, más bien lo considero un reflejo de nuestro balance emocional. Obviamente todos tenemos días maravillosos y días trágicos, momentos gloriosos y aquellos que quisiéramos olvidar para siempre. Pero tal vez debamos preguntarnos, ¿cuál es el balance general de nuestras vidas? Al final del día, ¿cómo nos sentimos?

Antes de acostarte piensa: ¿te sientes feliz y agradecida con tu realidad? ¡Ese es el balance de tu vida! Esa es la cara que ven todos, es lo que refleja tu sonrisa, la ropa que eliges, tu maquillaje, la forma que tratas a las personas, etcétera. Cuando nos sentimos tristes o molestos, se nota en nuestras acciones, en nuestra apariencia y la forma en la que nos relacionamos con los demás. Elegir mostrarnos solo en los días buenos no es hipocresía o falsedad. Por ejemplo, cuando estoy teniendo un mal día procuro no ver mi teléfono ni zambullirme en las interminables publicaciones de Facebook, mucho menos escribir un artículo o subir un álbum de fotos. ¡El producto final sería un desastre! ¡Resultaría deprimente!

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Cómo te muestras ante los demás

Piensa en tu casa cuando recibes invitados: te esmeras en la limpieza y el orden, en la decoración y hasta en la comida que preparas, porque se trata de una situación especial en la que te muestras a otras personas. Obviamente, quieres causar una buena impresión. ¿A alguien se le ocurriría decir que la anfitriona está siendo hipócrita?

Lo mismo pasa en las redes sociales. Tu “realidad” se muestra a muchas personas, más de las que podrías encontrar en un día común y en tus actividades cotidianas. Obviamente vas a elegir con cuidado la imagen que vas a mostrar y las palabras que utilizarás para expresar aquello que deseas.

Creo que todos tenemos como amigo de Facebook a alguien que exagera su autenticidad y publica cada detalle de su vida o aquel que se esmera en publicar sus frustraciones y desgracias. En mi opinión, esa es una práctica que contamina de negatividad un espacio que debería utilizarse para encontrar y publicar cosas buenas y noticias importantes. Si deseas tener una experiencia más auténtica y satisfactoria en las redes sociales, reflexiona en lo siguiente:

  • La gente saludable por lo general comparte alegrías y cosas edificantes. No solo en las redes sociales, sino en su día a día en sus interacciones con los demás.

  • Trata de crear un ambiente positivo y constructivo en el ciberespacio. Si no tienes nada bueno que decir, trata de no publicar nada.

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  • Vive la autenticidad en cada aspecto de tu vida. No digas algo como: “reza por la paz del mundo y las víctimas del terrorismo” si no lo vas a hacer tú misma.

  • El que alguien comparta fotos bellas no quiere decir que su vida sea perfecta, todos cargamos cruces y todos enfrentamos obstáculos, frustraciones y penas en la vida. No te confundas, no emitas juicios ni mucho menos experimentes envidias innecesarias.

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Tu Facebook es tu carta de presentación. ¿Qué te gustaría que viera tu futuro jefe o cónyuge en ella? Ten por seguro que ambos echarán un vistazo a tus redes sociales antes de darte el sí. ¡Elige cuidadosamente lo que publicas!

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Maria Josie Hernandez Cabrera

Esposa y Mamá radicada en EEUU, Comunicóloga de profesión, Bloguera por inspiración, Traductora, Editora y Locutora, por ocurrencia de Dios, Defensora de la Vida y la Familia por vocación