¡Está perfecto no ser una familia perfecta!

Si tú no eres como esas parejas y familias que son perfectas y puras los 365 días del año, ¡este artículo es para ti!

Marilú Ochoa Méndez

El otro día me encontré en Internet un meme donde tres pequeños le piden a su mamá que les de comer porque tienen hambre. Ella les contesta —sin mirarlos y concentrada en su teléfono celular— que antes va a publicar en Facebook que adora a sus hijos con todo su corazón. Simpático, ¿no? Las redes sociales nos permiten mostrar una cara “en público” y mantener otra muy distinta en lo privado.

Esta imagen me hizo reflexionar que en las redes sociales existen muchas parejas y familias perfectas, casi inmaculadas: se expresan puro amor todo el tiempo y nunca jamás discuten. Sus hijos están siempre peinados, son muy ordenados y su ropa es impermeable a las manchas de sopa y de carne con chile. Los niños hacen siempre a tiempo su tarea y no tienen berrinches ni momentos incómodos. Los esposos amanecen peinados y con aliento a menta fresca, nunca se rascan en lugares inapropiados y mucho menos osan soltar un gas en público. ¡Es más!: no tienen gases.

Lo curioso es que —contrario a lo que podría imaginarse— uno no piensa en ellos con envidia sino, más bien, en cuánto nos perdemos cuando nos mostramos inmaculados, y cuántas oportunidades hermosas de crecimiento dejamos ir por aparentar. ¿Te ha pasado?

Es normal vivir el pudor y ocultar lo íntimo

Conozco a personas con el síndrome de “publiquitis—perfeccionis”. Esas familias que en las redes sociales son perfectamente perfectas, que no se conforman con ser únicas y maravillosas, sino que además lo documentan. Nos restriegan en la cara, a quienes amanecemos con los pelos como puerco espín, o a quienes a veces no conseguimos controlar a nuestros hijos, lo obvio: nuestra imperfección. Pero la idea, a mi parecer, no es que contemos solo las cosas positivas. No se trata tampoco de ir comentando a las amigas: “el arroz se me quema cada vez que intento hacerlo”, o “¡no consigo que mi hijo mastique con la boca cerrada!”. Es normal que en familia tengamos ciertas cosas que son solamente para nosotros (buenas y malas), y además de normal, es necesario. Esto refuerza nuestro vínculo y nos ayuda a generar complicidad y camaradería que nos unen más a padres y a hijos.

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Ser imperfectos ¿debe doler?

No pretendo quitar el crédito a estas familias maravillosas, ellas no necesitan leer un texto como este. Este artículo es para ti que —como yo— vives la imperfección en el día a día y aprendes a disfrutarla, y, que desafiando el común denominador social, la comentas y ventilas. ¿Sabías que con esto haces un favor enorme a las familias que viven como tú? A nadie le gusta sentirse menos que los demás, pero esto suele pasar cuando vemos los perfiles ajenos. Sin embargo, recuerda que generalmente todos somos imperfectos, así que NO, no debes sentirte mal por no ser como los que aparentan.

Es liberador mostrarnos tal cual somos

El otro día hablaba con un amigo mío y comentábamos cómo estábamos cada uno. Su comentario sobre cómo su hija no respetaba los límites y había halado el cabello de su hermana, su voz paciente diciéndome “son niños, son etapas que pasan”, junto con su naturalidad me refrescaron y me dieron ánimo para ver con otros ojos los problemas diarios que vivo yo con mis hijos. No es necesario pretender que no tenemos problemas, es muy relajante poder desahogarse.

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Vencer la tentación de aparentar

Cuando me encuentro con personas naturales, sencillas y llanas, que viven la vida y te invitan a compartir sus luchas y alegrías de manera tranquila, siempre salgo enriquecida, y he aprendido que esto libera también a nuestros hijos.

Si haces esto, van a pensar aquello

Una conocida mía, explica a sus hijos siempre con base en el argumento del qué dirán: “si no te lavas las manos, van a pensar que eres un cochino”. Me parece que no es la óptica correcta, ¿no es mejor “si no te lavas, estarás sucio, olerás mal y te sentirás incómodo?”.

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Animémonos a vivir con naturalidad esta etapa de padres y seamos transparentes. No podrás creer cómo te beneficias y ayudas a quienes viven la paternidad igual que tú.

En ese sentido, te recomiendo este artículo maravilloso para profundizar en el tema: A pesar de tus defectos, eres una bendición para tus seres queridos

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.