¡Cuidado! Algunas frases pueden acomplejar tus hijos

¿Quieres que tu hijo sea un adulto feliz y sin complejos? Entonces lee el siguiente artículo y con tu ayuda y tu guía lo logrará.

Erika Otero Romero

Quizás en más de una ocasión has escuchado como algunos padres que colmados de buenas intenciones le han dicho a sus niños cosas del tipo: “Mira a Pablito cómo él sí saco un 10/10 en matemáticas y tú solo sacaste un 6/10” con el fin de incentivar a su hijo a mejorar. Salvo que la oración anterior, u otras semejantes, no es inocente. Expresiones así, hacen que los niños crezcan llenos de complejos, sintiéndose mal con ellos mismos y ante los demás, marcando así sentimientos de inferioridad o baja autoestima que les harán más difícil su adaptación al mundo que les rodea.

Por lo antes señalado compartiré contigo 5 de muchas frases que jamás debes decirle a tus pequeños para que no crezcan como adultos acomplejados. Y en su lugar ofreceré alternativas que les incentiven a ser y dar lo mejor de sí.

1. “Cuando yo era pequeña era una buena estudiante”

El mensaje que le estas dando a tu niño, si se te ocurre decirle algo como eso o lo llegas a comparar con alguno de sus hermanos, es que él no es tan bueno y difícilmente podrá serlo por más que se esfuerce. Como resultado harás que de adulto quiera luchar por demostrarte que las cosas no son como las pensabas y que él SÍ que es capaz de ser tan bueno como tú o sus hermanos. El problema real radica en que por más que luche por lograr sus sueños y metas no será feliz hasta que TÚ muestres aprobación y reconozcas que ha triunfado.

En lugar de esa frase puedes usar algo como “Sé que te cuesta un poco estudiar, pero tú puedes lograr todo lo que te propongas”, con esta frase incentivas a tu niño a trabajar fuerte, a que confié en sí mismo. Tampoco lo presiones, solo apóyalo en sus fracasos y guíalo en busca del éxito.

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2. Llamarlo “Mi bebé, mi osito…etc.»

La forma como llames a tu hijo determinará el concepto que llegue a tener de sí mismo, es decir, si pasas la mitad de su infancia diciéndole “mi bebé” crecerá sintiéndose como tal o en el caso que gustes de llamarlo “mi perrito” o incluso “mi tontito” eso le restará valor al concepto que desarrolle de sí mismo.

Desde antes de nacer ya habías elegido que nombre llevaría tu hijo o hija, así que no debería costarte nada llamarlo por su nombre y sin poner de remplazo ningún apodo por más tierno que sea, al hacerlo lo que haces es que le robas su identidad. Solo opta por llamarlo por su nombre y le darás más seguridad.

3. “Te has comportado mal, ya no te amo”

¿Qué sentido tiene hacer creer a tu hijito que ya no le amas porque no ha sabido comportarse en el colegio o en una reunión? Con esa afirmación o incluso si le haces entender que solo le amas cuando hace lo que tú quieres que haga, le estarás enseñando a complacerte y a no ser él mismo, por lo tanto no será feliz por sí mismo sino que buscará la manera de HACERTE FELIZ.

Es justo que lo corrijas si no ha sabido comportarse, pero jamás juegues con los sentimientos de tu hijo. Cuando lo estés educando explícale la razón por la que lo haces, pero no le hagas creer que no lo quieres y menos le enseñes a ser complaciente con los demás, porque entonces no será feliz nunca.

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4. “Eres igual (de terco) a tu padre o madre”

Este es otro ejemplo de cómo se le resta importancia a la esencia del niño y donde se le empieza a usar como “mensajero” de la mala relación entre los padres. Para completar, le estás diciendo a tu hijo que su progenitor en cuestión no es bueno o agradable y de paso, deterioras al mismo tiempo la relación entre ellos haciendo que surja en tu hijo sentimientos de rechazo hacia su papá o mamá por ser “malo o terco”.

La solución es tan simple como no caer en el error de compararlo con nadie y solo resalta sus cualidades para que tenga una buena relación consigo mismo y los demás.

5. “Te comes todo, en el mundo hay mucha gente muriendo de hambre”

Puedo ponerme de ejemplo en este caso. Odio la sopa y lo digo en serio. No soy capaz de disfrutar de un suculento plato de sopa por más rico que parezca porque puedo recordar con claridad las amenazas constantes de castigo o los continuos sentimientos de culpa por no querer comer algo que muchos otros ansiaban y no tenían.

No me traumatice ni nada por el estilo, pero muchas personas sometidas a comentarios del tipo “si no te comes tal cosa te va a perseguir” desarrollan temor a la comida y por lo tanto desórdenes alimenticios. La solución es simple, si tu hijo no quiere comer algo, no lo obligues, en algún momento le dará hambre y será entonces cuando deberá comer lo que le ofrezcas.

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Criar a un hijo y ayudarlo a crecer sano y feliz es difícil pero no imposible y siempre, si se tiene la guía adecuada, se pueden corregir errores a tiempo y ser una familia feliz.

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.