7 maneras de rescatar a ese ser querido que se ha extraviado en la adversidad
Considéralo merecedor del rescate, sin importar sus circunstancias, y Dios actuará a través de ti.
Elizabeth González Torres
El dolor y el pesar que en ocasiones conlleva la vida, son severos detonantes que cambian o afectan, en mayor o menor medida, el camino de las personas. Aceptar que ese camino puede ser el tuyo o el de algún ser amado, te ayudará a reconocer el valor de cada individuo, despertándote, al mismo tiempo, el impetuoso deseo de ayudar y rescatar al necesitado.
Tal y como lo refirió Dieter F. Uchtdorf, destacado líder religioso, al dirigir las siguientes palabras a los miembros de su comunidad: “El Señor es consciente de sus hijos que se han perdido, así que él los buscará, los encontrará y los restaurará… En verdad, Dios nos ve a sus hijos como merecedores del rescate”.
Tras leer estas líneas es posible que hayas recordado a ese hijo, hermano, padre, primo, sobrino o amigo que, ante la adversidad de la vida, se ha perdido. Aquel ser querido que por problemas de salud, económicos, separaciones o pérdidas sentimentales, ha caído en lo más profundo de la drogadicción, el alcoholismo, la depresión u otros males.
Al pensar en esa persona tan importante para ti, y para Dios, quizás te estás preguntando: ¿qué puedo hacer yo para ayudarlo?, ¿cómo puede Dios rescatarlo cuando ha caído tan bajo? Pues bien, la respuesta a estas preguntas es sencilla: considéralo merecedor del rescate y Dios actuará a través de ti.
No importa qué tan perdido se halle ni qué tan bajo se encuentre, tus palabras y tus acciones por él o ella pueden llegar a ser determinantes; tu amor y comprensión pueden convertirse en esa brújula acertada que requiere para regresar a casa, sano y salvo.
En este tenor, te comparto este sencillo manual que contiene siete maneras significativas de auxiliar y rescatar a ese ser querido que se haya extraviado ante la adversidad:
1. No lo juzgues y háblale de un nuevo comienzo
Tenzin Gyatso, décimo cuarto dalái lama e importante líder espiritual, dijo: “El amor es la ausencia de juicio”. Así que, si en verdad deseas rescatar a ese hijo, hermano o padre, elimina de tu corazón todos los juicios negativos que tengas sobre él. No lo critiques, a pesar de las desagradables circunstancias en las que se encuentre o por las graves faltas que haya cometido.
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2. Ponte en sus zapatos
Visualízate en sus circunstancias y en sus desafíos. Imagínate cómo te hubieras sentido tú de vivir una situación como la que él vivió. Quizás, entonces, comprendas por qué tomó las decisiones que lo llevaron por ese terrible camino de dolor y el pesar en el que se halla.
Demuéstrale que puedes tener empatía por el simple hecho de ser humanos con similares flaquezas y defectos.
3. Presta oídos a su condición
Permítele hablar todo cuanto necesite. Escúchalo con suma atención. No digas nada que pueda cohibirlo e impedirle liberarse de esas cargas que lo asfixian y no lo dejan continuar. Tu silencio puede ser esa medicina sanadora que su alma y espíritu exigen para su recuperación.
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4. Un abrazo comunica vida
Extiéndele tus brazos y hazle sentir protegido, consolado y rescatado. Recuerda que él, más que nadie, requiere sentir todo el afecto y el cariño de sus seres amados y amigos.
5. El poder de las lágrimas
No tengas miedo de llorar a su lado. Saber que hay alguien más que padece y comparte su pesar y aflicción le ayudará a sentirse acompañado en este difícil proceso del rescate y la restauración.
6. Amar hasta que duela
Teresa de Calcuta, reconocida misionera católica, dijo lo siguiente en cuanto al amor: “Ama hasta que te duela. Si te duele, es buena señal”. Y en efecto, amar verdaderamente a esa persona te hará sentir como propios su dolor y su tristeza. Amarlo con ese grado de intensidad te posibilitará ayudarlo a sobrellevar sus cargas hasta que pueda liberarse de ellas totalmente. Y sentirse amado, lo hará concebirse como absoluto merecedor del rescate.
7. Ayúdalo a restaurar las ruinas y escombros de su vida
Una vez que él comprenda que merece ser feliz, a pesar de sus errores, deberá recoger y restaurar las ruinas de esa vida que antes tuvo. Así que, si necesita encontrar un nuevo trabajo o le nace retomar aquellas positivas actividades que antes realizaba, impúlsalo y motívalo. No lo sueltes hasta que por sí mismo fortalezca sus propios cimientos. Convéncelo de que no está todo perdido y que un nuevo comienzo puede tener lugar.
Por último, al terminar este complejo proceso del rescate, no olvides recordarle lo mucho que Dios lo ama por ser su hijo y su más grande tesoro.