Breve manual para divorciarse sin terminar en odio
Cuando pienso en divorcio siempre me viene a la cabeza aquello de que sabemos con quién nos casamos, pero no de quién nos divorciamos.
Yordy Giraldo
Ya lo cantó José José, “El amor acaba…”. Pero que acabe no es la peor parte, sino que cuando acaba no tenemos reparo en acabarnos uno a otro, con fruición y desmedidamente. Y que no digan que es cosa de géneros: la verdad es que tanto hombres como mujeres podemos caer tan bajo como nuestro amor nos haya encumbrado.
Cuando pienso en divorcio siempre me viene a la cabeza aquello de que sabemos con quién nos casamos, pero no de quién nos divorciamos. Y es la pura verdad: somos uno cuando estamos enamorados y otro, alguien muy distinto cuando todo lo que queda son lágrimas, reproches y descontento. Sin embargo, no tiene que ser siempre así, por ello es importante aprender a perder y a aceptar cuando algo ya no tiene futuro. Este es el paso difícil.
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Lo anterior no sólo habla bien de quién somos, sino que nos hace la vida mucho más llevadera. He sabido de personas que después de años de haber terminado sus relaciones siguen guardando rencor y viviendo estancados en el pasado sin poder perdonar, ni avanzar en sus vidas. Es por ello que creo importante plantear lo que podemos hacer para no ser parte de tan triste recuento. Así pues, ¿cómo finalizar un matrimonio y no terminar odiándose?
1. No buscar culpables
Si nos ponemos en ese plan, ninguno de los dos saldrá bien librado. Las mujeres dirán: “Pero, ¿qué hice mal, si todo te lo daba?”. Él podría responder: “Yo quería una compañera, no una empleada doméstica”. O podrá alegar él: “Sí. Trabajé como bestia para tenerte como reina”, y ella podrá decir: “Pero nunca estabas”. Entrar en el juego de los reclamos nos lleva a ese lugar en que ambos se sienten víctimas, y ambos tienen razón.
2. Aceptar los hechos
Cuando algo se acaba no hay más qué hacer. Tener a alguien a tu lado que no siente amor por ti es quererse muy poco, y nadie vale tanto o tan poco. Lo mejor es aceptar, buscar ayuda si fuera el caso, y comenzar a planear el resto de tu vida. Porque con tu contribución o sin ella, deberás asumirlo.
3. No ser mezquinos
Un matrimonio es una sociedad, y lo que sucede se da con el consentimiento de ambos. Pretender despojar a la otra persona: en el caso de los hombres, porque trabajaron mientras las esposas estaban en casa o las mujeres que quieren sacar ventaja de cada cena preparada, sólo habla de una pobre calidad humana. Sean justos. De preferencia, acuérdenlo desde antes del matrimonio.
4. Respetar los acuerdos
Suele pasar que se dice una cosa, y al momento de la verdad no se honra la palabra empeñada. Desdecirse únicamente provocará que entren en conflictos que volverán más complicado el proceso. La vida es una, y existen mil formas de invertir el tiempo mucho mejor que hacerle y hacerse la vida difícil con alguien que ya no tiene por qué estar en ella.
5. Ser agradecido
No me malinterpreten, entiendo perfectamente que dar gracias por haber perdido al amor suena a tontería, a tema complicado. Mi consejo es no quedarse en la parte de haberlo perdido, sino en agradecer por haberlo tenido. Ese cambio de actitud es clave para superar este tipo de experiencias. Siempre piensa que lo mejor está por venir.
Las relaciones acaban como acaban todas las cosas en esta vida. Es maravilloso cuando el amor prevalece hasta que la muerte nos separa. Pero la verdad es que no siempre es así. Aunque es nuestra responsabilidad luchar por nuestro matrimonio, a veces no hay nada que salvar, y entonces sólo queda salvarnos a nosotros mismos, y no ceder al odio es la mejor forma de hacerlo.
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