Celebra tu propia Semana Santa
En todo el mundo cristiano en esta Semana Santa, se recuerdan los últimos días de Jesús, pero no hagas de esta semana una serie de rituales y actos carentes de sentido sin detenerte a amar a Jesús.
Marta Martínez Aguirre
La multitud vocifera como maniática. Pilato sacude sus manos en la palangana de plata, un sirviente le alcanza una toalla. “Esta gente está loca”, pensó luego de hacer débiles intentos por soltar a Jesús. Su voz fue contundente: “Este hombre no es culpable de ningún delito” (Juan 18:38).
Imagina la escena: los pecados de todos los colores y tamaños se agolpaban entre la gente que pedía la cruz y, delante de ellos, estaba Jesús, con su entrañable misericordia mirándolos con pasión una vez más. ¿Te haces idea de una vida sin pecado? Yo no puedo.
Nunca dijo una grosería, nunca tuvo rabia, no mintió, no cruzó con el semáforo en rojo, no fingió estar dormido para no dar el asiento, ni siquiera se hizo el sordo. Hoy nosotros vivimos desesperados por no tener arrugas, canas, kilos de más y diabetes, no nos gusta que nos vean con fallas, pero el hecho es que Él jamás tuvo una sola falla. El creador del universo se ocupó de pagar nuestras deudas, porque nosotros no somos capaces de hacerlo.
En todo el mundo cristiano en esta Semana Santa, se recuerdan los últimos días de Jesús, pero no hagas de esta semana una serie de rituales y actos carentes de sentido sin detenerte a amar a Jesús; no hay otra forma de celebrarla, sino recordándole y honrándole a Él y a Su sacrificio. ¿Cómo hacerlo día a día? Sigue leyendo:
Lunes santo
Este día se recuerda la limpieza del Templo, cuando Cristo corrió a los mercaderes.
Limpia tu vida de aquellas cosas que te alejan de Dios, tu cuerpo es el templo del espíritu, límpialo de toda impureza. ¿Cenar papas fritas?, ¿Seguir sin asistir a AA?, ¿continuar con la infidelidad?, ¿acumular otro año ese enojo? Tu cuerpo es el lugar donde Dios escoge quedarse. Respétalo.
Martes santo
Es el día que Jesús anticipa la negación de Pedro y la traición de Judas. El Judas de Jesús se fue con treinta monedas de plata, el tuyo se fue para dejarte con dos hijos, la hipoteca de la casa y una enorme tristeza. El Pedro de Jesús lo negó entre la gente, el tuyo te negó la infidelidad, y también le seguiste amando, hasta que el gallo cantó que lo hizo tres veces. Todos tenemos un Judas y un Pedro en nuestras vidas. Que este martes santo puedas recordar que Cristo se ciñó una toalla y le lavó los pies a ambos, quizás puedas hacer lo mismo. Simbólicamente, por supuesto: prepara tu corazón para perdonar y seguir adelante. No olvides que la traición ni la negación impidieron que Cristo cumpliera su meta.
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Miércoles Santo
Judas Iscariote se reúne con el Sanedrín y conspira contra Jesús. La noche anterior Jesús le llamó amigo, yo no sé muy bien el concepto de Jesús de amistad, pero sí sé que nos quiere dar un ejemplo. En ese traidor Jesús hasta el último momento vio algo bueno, a pesar de sus defectos le amó y lo incluyó en la lista de su cena. Quizás tu Judas tiene el rostro del maltrato, la voz de la mentira, el olor de otro cuerpo, quizás este miércoles tú puedas ver lo bueno también de ellos.
Jueves Santo
Es el día de esa ordenanza sagrada: el Lavatorio de los pies; de la última cena, de la oración de Jesús en el Getsemaní y la noche del arresto de Jesús. Muchas emociones juntas para un día. ¿Imaginas ese día? Jesús sabe que va a morir, pero toma jabón perfumado, agua limpia, la mejor de las palanganas y lava los pies de sus discípulos; los lava de los pecados de este mundo. Luego hace lo mismo por nosotros: va al Getsemaní y de nuevo se inclina, para limpiar la suciedad de todos nosotros. Quizás puedas dejar que también limpie toda tu vida. Esa es la gracia, Jesús se inclina para limpiar el polvo acumulado de tu pasado.
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Viernes Santo
Prisión de Jesús. Los interrogatorios de Herodes y Pilato. La flagelación. La coronación de espinas. Vía Crucis. Crucifixión y sepultura de Jesús.
El Hacedor de maravillas fue encerrado en una celda con olor a orín y miseria, luego tuvo que soportar otras humillaciones y maldades. Pero quizás lo que más me duele es saber que las mismas manos que formaron la Tierra fueron atravesadas por clavos, la misma espalda que cargó la oveja perdida, fue horadada por las piedras afiladas del látigo. Sin embargo, Jesús soportó todo eso por amor y con una simple corona de espinos se hizo rey por siempre.
Satanás no dejó de rugir hasta el último clavo, y la última gota de sangre. El cielo se puso negro, el hedor de Satanás inundó el cielo a las tres de la tarde, quizás hasta organizó una fiesta entre sus seguidores, pero tú tienes la oportunidad de tomar también tu cruz, la del despido, la del divorcio, la de la pornografía y aferrarte al amor de Dios, en el silencio.
Sábado Santo
Jesús entra al mundo espiritual, se acerca a nuestros propios infiernos. El diablo tiembla cuando hablas con Dios, las murallas del infierno se sacuden cuando doblas tus rodillas y en el silencio le cuentas a Dios de tu vida. Es el día del silencio, de la contemplación y del altar despojado. Es tiempo de confiar en Dios, de que profundices en tu vida y creas en Sus promesas.
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Domingo de Resurrección
Es el tiempo de la fiesta, de la explosión de la alegría, el día que Dios demuestra el valor de la espera y el poder de la fe. La resurrección de Jesús es la muestra de que la nuestra será posible. Es el día de las tumbas vacías, de la confianza. Es el día ideal para aferrarte a la esperanza a pesar del cáncer de mamas, de la adicción de tu hijo, del carácter terrible de tu marido.
La Semana Santa es más que una tradición popular. Es un tiempo de fe y de esperanza. Vívela con pasión y entrega.