Cómo puedes desarrollar apego a través de la conversación
Saber conversar nos permite construir mundos compartidos y relaciones sanas y felices. Aquí te comparto el ABC de una conversación plena.
Aida Robles
Como seres vivos, lo que nos diferencia del resto de las especies, es el lenguaje. Éste nos brinda la posibilidad de comunicarnos con los otros, compartir experiencias y expresar algunos indicios de lo que es nuestro mundo. Si bien todos compartimos hechos de la realidad que nos son comunes, las formas en que los experimentamos son diversas y singulares. En este sentido, incluso cuando podemos describir a otras personas estas experiencias, la forma en que experimentamos el mundo nunca podrá ser transmitida con exactitud: escapa de las posibilidades del lenguaje.
La forma en que percibimos nuestro estar en el mundo es siempre singular. Por ello solemos llamarle experiencia: es todo aquello que nos sucede en el fluir de nuestra vida. Por ejemplo, las formas en las que he experimentado el amor con mi familia, mis amigos o mi pareja han marcado en mí aquello que soy capaz de reconocer como manifestaciones de amor. Yo te comparto mi experiencia, y tú percibes aquellas cosas que tenemos en común tú y yo. A través del lenguaje, tú puedes intentar explicar todo lo que sientes y percibes, pero los demás nunca lo comprenderán del todo, ni lo vivirán tal como tú, ya que su experiencia en el mundo es diferente. Por eso es tan especial cuando una película, una canción, o un suceso nos hacen reír o llorar o emocionarnos junto a alguien: la experiencia te ayuda a descubrir puntos en común con aquellas personas que te rodean, y poco a poco eso te ayuda a establecer vínculos.
De esta forma, podemos suponer que conversar significa compartir mundos singulares para construir realidades compartidas, que nos permitan vivir en armonía, respeto y aceptación. Pero, ¿sabemos conversar? ¿Qué implica hacerlo? A continuación te comparto algunas reflexiones que pueden ayudarte a desarrollar el arte de conversar, mismas que puedes enseñar a tus hijos:
1. Conversar implica reconocer a otra persona, distinta a ti
Aunque parezca una obviedad, es algo de suma importancia que puede marcar la diferencia en el curso que tomen nuestras conversaciones. Reconocer que aquella persona con la que hablas es diferente a ti, implica estar consciente de que sus experiencias de vida son diferentes también. Si partimos de este acuerdo, nuestra escucha será atenta y respetuosa, hecho fundamental para llegar a comprendernos y compartir.
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2. Conversar significa interactuar
Si partimos de que el hecho de conversar implica compartir mundos, las conversaciones son formas de interactuar con los otros en una bastedad de mundos, de los cuales podemos aprender. La interacción basada en el reconocimiento de la otra persona, implica un acto de amor que nos mueve a la comprensión y aceptación mutua.
3. Conversar nos lleva a construir formas más sanas de convivir
Si nos detenemos a pensarlo, nuestro vivir está construido por redes de conversaciones con una infinidad de personas. Estas conversaciones constituyen nuestra forma de convivir con los otros y se convierten en formas de aprendizaje, que pueden ayudarnos a construir relaciones más respetuosas y felices.
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Si bien todos los seres humanos tenemos la capacidad de desarrollar un lenguaje, el arte de conversar es una virtud que debemos cultivar. Esto podemos hacerlo reflexionando sobre las formas en que experimentamos el mundo y mostrando verdadero interés por escuchar y comprender a las otras personas, sin importar lo diferentes que puedan ser a nosotros.