Construye tu propia versión de la mujer más hermosa del mundo

Aprende el secreto para disfrutar de un cuerpo perfecto, y pásalo a tus hijas. Construye en tu cuerpo tu propia versión de la mujer más hermosa del mundo.

Aida Rendón Morales

Hace poco tuve la oportunidad de ver este video en el que se pregunta a un conjunto de personas adultas qué cosa cambiarían de su cuerpo –en el caso de que pudieran hacerlo–. Luego, le hacen esta misma pregunta a niños y el contraste entre las respuestas de unos y otros es asombroso. No te lo cuento en detalle para que veas el video y lo descubras tú misma.

Lo que quiero compartir contigo, sin embargo, tiene mucha relación con dicho video. En general, de niños somos más capaces de concentrar nuestra atención y energía en disfrutar el mundo: sabores, olores, texturas… y nuestro propio cuerpo. Éste no es un obstáculo para vivir, sino el medio para vivir e imaginar. Así, de pequeños poco nos preocupamos por cómo lucimos y si nuestras cualidades físicas se adaptan o no a los patrones de armonía, fuerza y juventud que conforman esa rara y actual versión mercadotécnica de la belleza.

Conforme crecemos vamos perdiendo —¡qué infortunio!— la certeza irreflexiva de que somos perfectos siendo quienes somos. Nos empiezan a preocupar el acné y el sobrepeso, las arrugas y las canas, la flacidez y la calvicie. Olvidamos que la perfección —y la belleza— está en otra parte. Lo más dramático acaso sea que no aprendemos la lección: crecemos, tenemos nuestras propias hijas y de alguna manera que ni siquiera notamos, contribuimos para que ellas también pierdan ese preciado don de sentirse cómodas en su propia piel.

¿Quieres romper la cadena? No permitas que tus hijas lleguen a despreciar quienes son y cómo lucen por parámetros huecos que parten de una perfección hecha con bisturí y el Photoshop. Revisa estas cuatro ideas que te comparto sobre el tema:

1. Sé feliz en tu propia piel

Sé que esto es muy difícil, pero si vas a enseñar a tus hijas a amar su cuerpo, debes empezar por poner el ejemplo. Esto no significa que debas renunciar a la dieta si tienes sobrepeso o que arrojes a la basura tu carísima crema antiarrugas. Lo que quiero decir es que procures recordar esos días en que no necesitabas mirarte al espejo antes de salir porque era más importante divertirte con tus hermanos, jugar con el perro o soñar con que eras una sirena. Eras bella y perfecta. Y lo sigues siendo, sólo que lo olvidaste. Haz los ajustes que debas hacer para sentirte bien y feliz con tu cuerpo, pero nunca para parecerte a un modelo de belleza imposible y frívolo.

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2. No descalifiques tu cuerpo

Alguna vez leí una carta de una mujer adulta dirigida a su madre, en la cual narraba cómo cuando era niña soñaba con un día verse tan hermosa y tener el cuerpo perfecto que su madre lucía cuando usaba su traje de baño negro. Dejó de desearlo el día en que descubrió a su madre con el bañador puesto frente al espejo, diciendo: “Soy horrible, gorda y vieja”. La forma en que tú ves y calificas tu cuerpo sirve de modelo para la forma en que tus hijas verán el suyo. No lo olvides nunca.

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3. Eres más que tu imagen

Vivimos una época en que todo puede convertirse en mercancía. Nos bombardean a diario con ideas, imágenes y conceptos que nos hacen pensar que nuestro cuerpo es el producto que debemos ofrecer para ser amados, aceptados, admirados y reconocidos. Pero somos mucho más que la apariencia de nuestro cuerpo. Piensa en tus hijos: ¿los amas porque se parecen al niño de los promocionales de televisión, o los amas por la manera en que sonríen e iluminan el mundo cuando te llaman “mamá”? Insisto, no te llamo a descuidar tu cuerpo, sino a recuperar la certeza de que eres mucho más que la imagen reflejada en el espejo.

4. Ya tienes un cuerpo perfecto

Te aseguro que cuando escuchas “cuerpo perfecto” de inmediato piensas en un cuerpo atlético, sin un gramo de grasa, bronceado y tonificado. Y sí, un cuerpo con esas características podría encajar muy bien en esa definición. Sin embrago, pocas veces pensamos que nuestro cuerpo es perfecto por unas cuántas cosas más, acaso más sorprendentes. Piensa, por ejemplo, que tu cuerpo está constituido como un sistema capaz de reproducirse y mantenerse a sí mismo. Pese al impresionante avance científico, no hay una sola máquina o computadora que haga esto. Puedes, además, gestar el ambiente preciso para crear, alojar y nutrir una vida que será independiente a la tuya. Tu cuerpo hace todo lo necesario —sin que lo notes o tengas que esforzarte— para producir exactamente el tipo de alimento (y en las cantidades necesarias) que esa vida específica requiere para desarrollarse en cada etapa de su crecimiento inicial. ¿No es esto más sorprendente que un bronceado cuerpo, con medidas de 90-60-90? Ya eres perfecta, nada más falta que lo veas.

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No permitas que las falsas ideas de belleza te arrebaten la posibilidad de ser feliz y de enseñar a tus hijas a serlo, amándose a sí mismas. Cuida tu cuerpo, mantente saludable y construye tu propia versión de la mujer más hermosa del mundo.

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Aida Rendón Morales

Aida Rendón es madre de tres hijos y abuela de tres encantadores nietos. Disfruta de trabajar con niños y jóvenes y dedica parte de su tiempo al servicio y a la historia familiar.