Cuando los padres envejecen
Gobierna tu casa y sabrás cuánto cuesta la leña y el arroz; cría a tus hijos, y sabrás cuánto debes a tus padres. Proverbio oriental
Yordy Giraldo
Sobre este tema se ha derramado tinta, lágrimas a raudales y no pocas notas musicales. De hecho, recuerdo una hermosa canción, “Mi viejo“, en la voz de Vicente Fernández, donde con todo el dolor que el tema provoca, canta a los años, a esa edad que de jóvenes vemos como algo muy lejano y que, un día, llega “sin carnaval, ni comparsa” como reza la letra. Y es que, nunca más cierto el que nadie escarmienta por cabeza ajena, aun cuando las señales se hacen presentes, especialmente en nuestros amados progenitores.
Equivocadamente, los vemos como si fueran súper hombres y súper mujeres. Y aunque de algún modo lo son, no es en el sentido literal: ellos, como todos los mortales, se cansan, se enferman, sienten miedo; y también como todos los mortales, necesitan ayuda, aunque nos resistimos a verlo y ellos a admitirlo.
Por ello, duele ver a quienes otrora cuidaban de la casa, el trabajo y la familia, comenzar a perder destreza, ganas, condición física. Pasar a ser presa de los achaques, pero por duro que sea, no podemos poner oídos sordos a esta realidad. Cuando los padres envejecen, es nuestro deber convertirnos, por ellos y para ellos, es sus héroes: súper hijos e hijas en quienes puedan confiar y quienes los ayuden en el último tramo de su terrenal existencia.
Las necesidades de un adulto mayor, como se le llama ahora a quienes han envejecido, responden a un gran espectro: van de lo económico, a lo emocional y lo físico. Eso de que ya viejitos somos niños otra vez, no es solo una frase dicha al azar, nuestra piel se vuelve más delicada, nuestros sentidos se ralentizan, perdemos control sobre nuestros cuerpos y nuestra memoria deja de ser de fiar. Por ello, comparto algunas cosas que debes atender si ha llegado la hora de cuidar a tus padres:
1. Su aspecto físico
Si algo delata nuestro interior, es precisamente nuestro exterior. Procura prestar atención a cómo desarrollan sus rutinas diarias, el hecho de que dejen de realizar actividades y descuiden su aspecto y cuidado personal, dice mucho sobre cómo se sienten física y emocionalmente.
2. Accidentes o percances
Todos de vez en vez sufrimos una caída o somos torpes en determinadas situaciones, sin embargo, cuando pasan a ser cosa común es muestra clara de que ya no estamos prestando suficiente atención. Es así en el caso de una persona mayor: suele ser un síntoma de afectación debido a la edad.
3. No miden los riesgos
Quizá te cueste creerme, pero mi experiencia me ha dejado en claro que los adultos mayores, confiados de más en sus años de vida, no prestan demasiada atención a las consecuencias de sus acciones. Así pues, pasa que no miden el tiempo de las ollas en la estufa, pues ellos “llevan toda una vida haciéndolo, sin que pase nada”, sin tomar en cuenta que con los años la memoria falla. Otro ejemplo es que en la regadera se rehúsan a tomar precauciones para evitar caídas, pues nunca antes lo habían hecho.
4. Estado de ánimo
En ocasiones, cuando se dan cuenta de sus limitaciones, lejos de afrontarlas y buscar alternativas a su nueva realidad, tienden a alejarse de sus seres queridos y deprimirse. Es importante que estés al pendiente de dichos comportamientos, pues si los dejas pasar, como si fueran normales, puedes enviarles la señal equívoca de que no te importan y con ello empeorar las cosas.
5. Problemas para moverse, comportarse o realizar actividades
Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver, y de hecho la disminución de la capacidad motriz es quizá la muestra más clara de la edad avanzada. Por ello, no lo veas como algo que pasa en los ancianos y ya, sino que toma precauciones al respecto, sé consciente de lo que significa y actúa en consecuencia.
6. Aumento en las enfermedades
Es casi normal que padezcamos trastornos médicos, pero cuando éstos aumentan, y de pronto no solo es asmático, sino que además tiene problemas en el corazón, los huesos, los riñones, el hígado y un largo etcétera, es necesario hacer un plan B, y comenzar a ser más cuidadosos con la atención médica que recibe.
Es responsabilidad de toda persona encargarse de prever para cuando la vejez le alcance, pero pasa que olvidamos hacerlo o lo dejamos para un después, que se convierte en para siempre. A veces las circunstanciase no nos permiten proveernos de lo necesario para una vejez digna, pero más allá de quién tenga o no la responsabilidad, como hijos es nuestra tarea salir a dar la cara, en la medida en que sea posible.
“Que malo es ponerse viejo”, me repite mi madre constantemente. Desafortunadamente, no puedo evitarle la experiencia de los dolores que vienen con los años; puedo, sin embargo, dejarle saber que la amo más que a nada en el mundo, que agradezco a Dios y a la vida por la madre maravillosa que tengo. Puedo demostrarle que estoy para ella y que, por difícil que sea lo que queda de nuestro camino juntas, estoy y estaré siempre, siempre a su lado. Y tú, ¿has caído ya en la cuenta de que tus viejos se están haciendo viejos?
Finalmente, te invito a ver este vídeo: También los abuelos necesitan amigos