El milagro de Clarence
Tenía hambre y no tenía nada para comer ni nadie a quien acudir, así que llamó al 911.
Rafael Vázquez
Clarence Blackmon estuvo la mitad de un año hospitalizado, recibiendo tratamiento contra el cáncer. Clarence es un veterano de 81 años y no tiene familia cercana, por lo que al ser dado de alta hospitalaria, la ambulancia lo llevó a su casa.
Siempre hay alguien que necesita auxilio
Pero tras seis meses de no haber podido ir a casa, y sin contar con amigos cercanos ni familiares, una vez que estuvo en casa no tenía nada para alimentarse: su refrigerador y su almacén estaban completamente vacíos.
Considerando que su movilidad es casi nula, pues su estado es muy débil y no puede dejar la silla de ruedas, estaba en una circunstancia de auténtica emergencia. Por ello, utilizó el único recurso que tenía a mano: llamar a Emergencias.
—Necesito que alguien vaya al supermercado y me traiga comida porque necesito comer algo. Lo que sea que haga que me pueda ayudar. No puedo hacer nada, no puedo salir a ningún lado porque no puedo ni levantarme de la silla.
La respuesta del cielo, usualmente llega a través de nuestros semejantes
Marilyn Hinson, la operadora telefónica que atendió la llamada, se sintió profundamente conmovida, y tras decir “La ayuda va en camino”, no se limitó a enviar la ayuda. Se organizó con sus compañeros y algunos oficiales de policía para ir al supermercado y, en menos de una hora, la propia Marilyn acompañaba a los oficiales al domicilio de Clarence, llevándole bocadillos y una despensa básica que iluminó su rostro con una esperanza renovada.
Inmediatamente, Clarence, sumamente agradecido con quienes él llamó: “Ángeles salvadores”, se puso a comer los emparedados que le habían llevado, pues en la condición delicada en la que se encuentra, alimentarse bien es crucial para el cuidado de su ya precaria salud.
Cuando el reportero de televisión entrevistó a Marilyn, la operadora, ella dijo: “Él tenía hambre. Yo he pasado hambre. Es algo que muy pocos han vivido, y yo no puedo soportar ver que alguien sufra hambre”. Cuando Clarence le extendió la mano a Marilyn para pagar la pequeña despensa que le habían llevado, la operadora se negó y le dio una pequeña suma que lo ayudaría un poco más.
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Tú puedes ser la respuesta a las oraciones de alguien
Los pequeños actos son la materia de la que se hacen grandes cosas, y para el veterano Clarence Blackmon ese día la palabra “milagro” es lo único que puede describir la bendición que recibió:
—Sé que Jesús escuchó mi oración y me envió ángeles para alimentarme. Este sándwich es una bendición del cielo.
Pero el departamento de policía local ha ido más allá: logró hacer arreglos para que una enfermera cuide de Clarence dos días a la semana a partir de ahora, y han creado una pequeña cuenta bancaria para recibir ayuda de quien quiera colaborar en el cuidado de Clarence.
Queda confirmado lo que se dice por ahí: nunca sabemos cuándo somos la respuesta a las oraciones de alguien más.
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