El poder de la oración
'Y cuando ores, no seas como los hipócritas, porque a ellos les gusta el orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles para ser vistos por los hombres', Mateo 6:5.
Yordy Giraldo
Para orar no necesitas estar en una iglesia o ser parte de algún grupo religioso. Afortunadamente no es exclusivo de quienes profesan algún credo. La oración es un diálogo interior con nuestra fe, sí, pero también con nosotros mismos. Quien ora busca dar gracias, pedir perdón, solicitar ayuda o recibir bendiciones. Nos permite aceptar aquello que no podemos controlar.
Orar, como vivir, es un acto de fe. Irnos a la cama esperanzados en que tendremos vida al siguiente día, es una prueba fehaciente de que sin importar lo que digamos, en nuestro corazón damos testimonio de la grandeza en los misterios de la existencia, y la oración es parte de esos misterios.
Oramos para participar de un ritual, para meditar, para liberarnos, para unirnos, sanarnos, incluso para darnos valor. Y todo cuanto se pide a cambio es que, como se lee en Mateo 6:5, “cuando ores, no seas como los hipócritas, porque a ellos les gusta el orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles para ser vistos por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa” (Mateo 6:5), sino desde la humildad y el convencimiento.
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1. Orar podría incrementar la capacidad cerebral
Se habla de que la oración, al igual que la meditación, provoca en los creyentes “menos ansiedad” que aquellos que no lo son. Además de que “incluso los ateos pueden disfrutar de los beneficios mentales que los creyentes obtienen de su fe”, así que puede considerarse un ansiolítico.
2. Genera confianza
No sé ustedes, pero en lo personal puedo dar fe de que cuando me siento temerosa respecto a algo, rezar causa que me concentre y realice las actividades con mayor seguridad.
3. Ayuda a no sentirnos abandonados
Cuando sintamos que no tenemos a nadie a quien contar nuestras tribulaciones, rezar es una maravillosa forma de sentirnos acompañados, y de también aclarar nuestra mente.
4. Aumenta nuestra fe
En el caso de las personas devotas, rezar incrementa el vínculo entre ellos y sus convicciones. Mientras más lo hacen mayor es también el gozo que encuentran en sus creencias.
5. Desahogo
Muchas veces es tan pesada la carga y tanta la pena que no existe con quien compartirla. Es en esas ocasiones que orar es la única forma de dejar salir lo que nos atormenta. Y si me preguntan debo confesar que realmente ayuda.
Oramos buscando consuelo, más de ninguna manera podemos ver la oración como la receta mágica que hará que se resuelvan nuestras demandas. La respuesta a nuestros pedidos no se escucha, se siente. De allí la necesidad de hacerlo con regularidad.
Entregarnos a la oración es reconocer nuestra vulnerabilidad, y la necesidad que tenemos de sentir que existe un poder superior capaz y deseoso de ayudarnos. No necesitamos siquiera prueba de ello, basta para dar sosiego hacerlo desde lo más profundo de nuestro ser y con total convicción. Ahora que sabes el poder de la oración, ¿te animas a orar?
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