El síndrome de la madre Teresa de Calcuta, ¿lo padeces?
Hubo un hombre tan generoso que todo lo dio a los pobres: su riqueza, su ropa, su alimento y hasta la vida de su propia familia, ¿en verdad era generoso?
Emma E. Sánchez
El legado de servicio y fe que la madre Teresa de Calcuta dejó al mundo, no es el objeto de este artículo, sino que tiene más que ver con la interpretación errónea que se le da a aquella frase que también se le atribuye a la religiosa: “Dar hasta que duela” Pero la madre Teresa debió aclarar: “que te duela a ti”, porque ¡ah, cómo hay gente que creyéndose muy generosa, lastima o daña a los que les rodean y en especial a su propia familia!
Practica la generosidad inteligente
¿A qué me refiero con esto? La generosidad es un valor y atributo que muchos deberíamos cultivar más y mejor, pero de manera inteligente. Te pongo un ejemplo: Un hombre se despoja de sus zapatos para dárselos a alguien descalzo que pide limosna, sabiendo que en casa tiene otro par con los que puede contar. El camino a casa es seguro, corto y sus pies no se lastimarán. Esa es generosidad. Un segundo ejemplo: Darle tus zapatos y los de tus hijos, y que de camino los niños se lastimen los pies o no tengan más zapatos, tú y los pequeños. Esto no es generosidad, es imprudencia. Un tercer ejemplo con zapatos: al mismo hombre en necesidad, le llevas una caja que contenga lo necesario para asear zapatos, le enseñas a hacerlo, le das los zapatos de la familia para que los limpie, le pagas por su trabajo, le regalas la caja y unos zapatos para él, esa es generosidad inteligente.
Tal vez te parezca un ejemplo absurdo, pero es una historia verdadera. Ese hombre en una sola tarde aprendió un humilde oficio, obtuvo algunas herramientas básicas para iniciar una manera honrada de trabajar y obtener dinero para llevar a casa alimento. Además, cubrió sus pies con zapatos para caminar largas distancias ofreciendo sus servicios. Así, gracias a un hombre generoso e inteligente, mi bisabuelo sacó adelante a su familia. La generosidad inteligente tiene los siguientes atributos:
1. No denigra, ni humilla a quien la recibe
Dar para mostrarse superior o poderoso frente a otros, no es generosidad. Dar lo que sobra y no lo que se necesita, tampoco es generosidad. Dar algo a alguien en condiciones de desventaja debe ser hecho con discreción y cuidado. Una persona que sufre hambre, desempleo o enfermedad puede llegar a sentirse desvalorado, por lo que debemos cuidar que su dignidad no se vea menospreciada o mancillada de ninguna manera.
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2. No quita a otros lo que no pueden o quieren dar
No se puede hacer caridad con la riqueza que no es propia. Tú puedes dar de ti todo lo que te plazca, pero no puedes ni debes obligar a otros a hacerlo —y mucho menos quitarles lo que les pertenece por esfuerzo o derecho— si ellos no han sido convencidos o conmovidos a hacerlo. Por muy buenas que sean tus intenciones, quitar el alimento a los tuyos para darlo a otros, no es prudente, sano, ni correcto. Los fines nunca justificarán los medios, no te confundas.
3. Divide el bien, no multipliques el mal
Existe una linda historia de un hombre muy preocupado por el bien de su comunidad, quien en cierta ocasión se enteró que una familia de inmigrantes había llegado a vivir a la misma calle que la suya. Fue a visitarlos y se dio cuenta de las muchas necesidades que esta familia tenía. Volvió a su hogar, lo platicó con su esposa y juntos regresaron al hogar de la nueva familia llevándoles la mitad de su propia cena y de su mesa, así es: cortaron su mesa por la mitad y la compartieron.
La historia de esa mesa compartida, fue fuente de inspiración y ejemplo de generosidad para los hijos y sus propias familias. En este sentido, los bomberos y personas entrenadas en rescate y salvamento tienen una ley de vida: Primero ellos, luego su equipo, antes que la víctima misma. No puedes socorrer a otros poniendo en peligro a muchos más, ¿me voy explicando?
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4. Implica sacrificios, pero todos de común acuerdo y por propia voluntad
Claro que la generosidad con frecuencia implica sacrificios y esfuerzo de muchos. Solo ten presente que cada uno tenemos la libertad de elegir ayudar, nunca la obligación. Habla, convence, persuade, invita a otros a ser generosos, pero nunca obligues a alguien a serlo, eso trae resultados contraproducentes.
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